La tecnología resucita a (casi) cualquier muerto (tecnológico)

Hay veces en que la tecnología del momento no es capaz de materializar las ideas de una época. No siempre se produce la combinación de factores necesarias y esas tecnologías emergentes acaban muriendo sin tener oportunidad de demostrarle al mundo lo que podrían haber sido si hubieran tenido los medios suficientes o, simplemente, hubieran nacido en otro tiempo.

A veces se producen segundas oportunidades y la tecnología puede resucitar a algunos muertos tecnológicos. Ideas brillantes que en su día fracasaron pero que ahora vuelven a la vida con más fuerza que nunca. Las vemos a diario y aunque hoy nos parecen muy comunes e incluso líderes en innovación, son cadáveres devueltos a la vida que buscan la gloria que no pudieron disfrutar.

Realidad virtual

Carne de ciencia ficción, durante los ochenta y los noventa intentó convertirse en una realidad. Muchas promesas en el aire para una tecnología que nos quería introducir en mundos virtuales. Lo intentaron, vaya que sí, pero ningún fabricante dio con la tecla a la hora de crear una experiencia inversiva.

Era un reto difícil y la tecnología de la época hacía prácticamente imposible crear pantallas con suficiente resolución como para convencernos. En videojuegos vimos unas cuantas acometidas por parte de Nintendo y Sega pero no fueron los únicos. Un fracaso en toda regla. La realidad virtual murió hasta que hace unos años resucitara de la manos de proyectos como Oculus Rift.

La compañía recién adquirida por Facebook es el principal exponente cuando hablamos de realidad virtual en los días que corren. No es la única, Sony sin ir más lejos trabaja en su propio sistema, pero sí la más mediática. Muchos ya la hemos podido probar y a mí personalmente me ha convencido mucho su propuesta, aunque es cierto que todavía tiene que pulir.

Quizá este sea por fin el momento de la realidad virtual. A día de hoy hay muchos proyectos en marca alrededor de Oculus Rift. Desde sistemas de ejercicio para ponernos en la piel de un pájaro o incluso algunas más íntimas y eróticas para satisfacer necesidades sexuales. Este muerto está muy vivo.

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Asistentes de voz

Los asistentes de voz parte de la tecnología del reconocimiento de voz. Un muerto que empezó muy fuerte en los 60, cuando aparecieron los primeros sistemas, pero que con los años han ido convirtiéndose en cadáveres donde sólo los software de traducción y algunas PDAs lo usaban sin demasiado atino.

Hay que reconocerlo: no es fácil convertir la voz en texto: la entonación, el acento, el lenguaje… Era un reto complicado ya que además tenía un compromiso muy grande al ser una interfaz tan natural: si no lo hacías bien a la primera, podía resultar muy frustrante repetir a la máquina una y otra vez el mismo comando.

En los noventa se fueron pudriendo y quedando como un producto muy de nicho y bastante caro. Años más tarde, Apple con su asistente Siri, Google o la propia Microsoft con Cortana han logrado crear softwares de reconocimiento de voz muy eficaces. No sólo eso, también son nuestros asistentes y nos ayudarán con nuestras tareas.

Su utilidad depende de cómo los utilicemos pero esta resurrección le ha venido que ni pintada a los sistemas de reconocimiento de voz. Veremos si en el día de mañana se acaban convirtiendo en interfaces completa como nos animan a imaginar películas como Her.

Seguridad biométrica

Hace muchos años, todo lo relacionado con la seguridad biométrica nos parecía algo de ciencia ficción: sensores de huellas, escáneres de iris. Si bien es cierto que su desarrollo muchas veces se perdió en documentos clasificados, por su utilización en servicios de alta seguridad, a nosotros los consumidores nos llegaron algunos elementos.

Los portátiles con sensor de huella eran habituales en los espacios de trabajo y su funcionamiento no era muy bueno. Ahora esta tecnología que no andaba muerta pero si moribunda está surgiendo de nuevo para hacerse un hueco en el día a día, no sólo en el mundo de la empresa.

iPhone 5S, Samsung Galaxy S5 y HTC One Max ya cuentan con él y aunque es un sistema que también tiene vulnerabilidades quiere convertirse en una referencia para el futuro. Nuestro cuerpo es único e irrepetible y puede que en el futuro, con el impulso que está teniendo ahora, se convierta en la llave tecnológica definitiva.

Camuflaje óptico

Otra tecnología que ha tenido unos cuantos intentos, sobre todo desde el ámbito militar pero que nunca ha llegado de cuajar. Ojo: todavía estamos lejos de conseguir sistemas de mimetizado pero ya hay unos cuantos proyectos que han logrado enseñarnos cuál podría ser el camino.

Hace poco, sin ir más lejos, vimos un sistema donde se lograba que unas partículas se movieran y cambiaran su forma y color según las condiciones de luz. Vale, todavía está lejos de una capa que nos pueda ocultar a simple vista pero es que no es precisamente una tecnología fácil de desarrollar.

Murió y aunque ahora está volviendo a andar sus pasos son muy lentos, como los de un bebé. Seguirán siendo así durante unos años y puede que tardemos en verlo pero parece que ahora estamos más cerca de lograrlo que cuando se empezó a plantear.

Impresión 3D

Uno de los grandes temas de moda en el mundo de la tecnología. Parecían muy modernas y de un día para otro había surgido. No es así, las impresoras 3D llevan mucho entre nosotros pero la cripta de este muerto estuvo muchos años cerrados debido a las patentes industriales.

Ha sido uno de los muertos tecnológicos con la resurrección más sonada. No es para menos, tenemos muchos avances interesantes, sobre todo en lo relacionado con la ciencia y la medicina. Está bien para imprimir figuras de plástico pero donde de verdad está demostrando su valor es en las prótesis adaptables como por ejemplo un cráneo.

Vehículos voladores personales

Otro muerto que responde muy bien a la foto que hemos planteado al principio: tecnología que quería llevarse a cabo pero no era posible debido a los medios que había en ese momento. Los vehículos voladores son un buen ejemplo y parece que la moto voladora Aerp X quiere ser uno de los primeros en devolver a la vida a este cadáver con complejo de Ícaro.

No es el único, Terrafugia también anda detrás de un avión personal. Va por buen camino pero tiene varios retos que superar, empezando por la siempre estricta seguridad del espacio aéreo. Los drones, muy utilizados por los ejércitos de occidente, también se están haciendo un hueco pero ellos siempre han estado muy vivos aunque ahora se acerquen más a nosotros.

El ascensor espacial

Kostantin Tsiolkovsky se quedó fascinado con la torre Eiffel. Este científico ruso creo el primero concepto teórico del ascensor espacial en 1895. Según él, con una estructura parecida sería capaz de crear un ascensor con una altura de 35.790 kilómetros, la altura de la órbita geoestacionaria de la tierra.

A lo largo del siglo XX, el concepto de Tsiolkovsky dio muchas vueltas y varios científicos retocaron la idea para adaptarla a la que según ellos era la mejor forma conseguir un medio de transporte rápido y eficaz que nos permitiera depender menos de los cohetes. Han pasado más de cien años y la idea sigue ahí, sin dar señales de vida.

Sin embargo, Google ha mostrado interés público en querer construir un ascensor de estas características y según explicaron hace más de un año están trabajando en uno en Google X. Por supuesto, se trata de uno de los secretos mejores guardados en el mundo de la tecnología por lo que no tenemos ningún tipo de conocimiento del estado del proyecto. Eso sí, si hay alguien que puede resucitar esta tecnología, ellos tienen muchas posibilidades de hacerlo real.

El coche eléctrico

Si hay una tecnología que murió hace muchos años y no solo ha resucitado recientemente sino que tiene un futuro muy brillante esa es la vuelta de la electricidad a los coches. Puede que todo lo que hacen compañías como Tesla nos parezca muy avanzado, lo es, pero la realidad es que desde finales del siglo XIX y principios del XX se trabajaba con coches que funcionaban con electricidad.

De hecho, el primer vehículo eléctrico del que se tiene constancia data de 1859 donde Gaston Planté creó un coche que funcionaba con una batería recargable de plomo y ácido. A principios de siglo XX se siguió explorando esa rama en Alemania e Inglaterra pero la aparición y popularización de los motores de combustión interna hizo que se abandonara la idea de hacer coches eléctricas. En su día llegaron a ser muy importantes, buena prueba de ello era que en Estados Unidos (año 1900) el 38% de los coches eran eléctricos.

A lo largo del siglo XX hubo varios experimentos para crear baterías que duraran más y seguro que los entusiastas del mundo del automóvil se acuerdan de modelos como el Renault Dauphine (1961) o el Chrysler TEVan. Sin embargo, hubo que esperar hasta mediados de los noventa para vivir una resurrección del coche eléctrico y, más tarde, llegar al escenario actual donde los registros de autonomía de los vehículos son cada vez más sorprendentes.

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