Huevos de gallina que ruedan por la home, la imposición de que todo el contenido se viera en la pantalla sin necesidad de hacer scroll e incluso una multa por usar sin permiso una imagen del premio Óscar. Jimena Catalina acaba de cumplir 20 años como diseñadora digital en España, que han dado para muchos cambios, tanto estéticos como de formatos. Con ella recorremos dos décadas de diseño web repletos de curiosidades, algo de humor… y nada de nostalgia por ciertas cosas que quedaron atrás (¡hola, banners y CD multimedia!).
De 42 años y madrileña de toda la vida, Catalina se licenció en Ciencias Ambientales. “Me pareció una carrera muy bonita, pero cuando terminé dije: ‘De esto no quiero trabajar’”, se ríe recordándolo hoy para Xataka. Era el 2000; dos años antes, en la universidad, había conocido un internet aún en pañales en España. Ella había creado alguna página web en su casa “por probar”, y decidió que quería trabajar en ese campo a pesar de sus entonces nulos conocimientos de diseño gráfico.
Fue el momento de mandar currículums. Catalina tuvo lo que define como “la buena suerte” de que entonces no existieran ninguna carrera ni personas expertas, así que “las empresas cogían a cualquiera que demostrase un poco de interés, con el objetivo de enseñarle la profesión”. Así, entró en una empresa de software de Arganda del Rey (Madrid): “Las empresas de programadores y desarrollo eran las que se dedicaban en ese momento a hacer páginas web, porque sus programadores tenían los conocimientos para hacerlas”.
Trabajando (“en aquel momento nos llamaban webmasters”) fue aprendiendo “un poco de todo”: los principios del diseño, Photoshop, maquetar en HTML y CSS… Toda su formación fue autodidacta y con la ayuda de sus compañeros, “pero no creo que, en aquella época, nadie que trabajase en diseño de páginas web no lo fuera. Todos éramos autodidactas, porque no había otra manera”.
Eran tiempos, además, en los que las exigencias de los clientes eran mucho menores que ahora: “Cualquier cosa pequeñita, aunque estuviera un poco mal hecha, de manera artesanal, pintaba mucho”.
Los comienzos: diseño con tablas y el límite del scroll
Cuando entró en la empresa de Arganda del Rey, maquetaba los elementos de las webs mediante tablas; por ejemplo, metía imágenes en celdas para que se mantuvieran en su sitio. En tiempos de HD, 4K y 8K, aquellas webs se preparaban para pantallas de 640x420 píxeles, luego 800x600, después 1024x768 (“que ya nos parecía como un mundo, y en realidad sigue siendo superpequeño”)...
En aquellos primeros años del nuevo milenio se pusieron de moda brillos y reflejos (“parecía que habías pasado todo por un túnel de lavado”) y las tipografías estaban limitadas a las del sistema (“todos los diseños iban en Arial o en Verdana”). Eran tiempos de clientes con una manía muy particular: meterlo todo por encima de la línea de scroll, es decir, que no hiciera falta bajar con el ratón para seguir leyendo: “Al final creábamos webs que tenían mil cosas y todas superapretaditas y superpequeñitas para que cupiera todo lo que quería el cliente”.
Todas estas modas han desaparecido, como también han desaparecido los contadores de visitas de las homes: “Era un poco ridículo, porque casi todos los clientes te pedían que los tuneases de inicio. Las visitas que tenían las webs en aquella época eran muy poquitas”. Poner la fecha era “otro clásico, como si la gente no supiera en qué día vive”.
Flash: gallinas que parpadean y un Trivial para el Messenger (con multa incluida)
De aquellos primeros años, una de las webs que recuerda con más orgullo es la de la compañía vendedora de huevos Matinés. En el centro de la home, una gallina parpadeaba, mientras desde un lateral aparecía un huevo que rodaba hasta situarse junto al ave. “En aquella época, todas las webs tenían hitos en Flash. Para verlas tenías que tragarte un minuto de animación absurda de letras y formas”.
Con Flash, Catalina diseñó incluso para el mítico MSN Messenger. El servicio de Microsoft era cliente de una de las agencias para las que trabajó. “Todo lo que hacíamos era muy divertido porque era muy diferente”: disfrazar los buddies (la mascota del Messenger) para días especiales, como de goyesca para San Isidro; emojis animados; tabs con información o juegos.
Los juegos de Messenger fueron “un infierno”, según sus palabras: “Comunicar Messenger con dos jugadores con Flash, con Javascript por medio, fallaba más que una escopeta de feria. Me ha sorprendido que la gente lo recuerde con cariño, cuando yo lo recuerdo como un auténtico infierno para hacerlo funcionar”.
El juego de preguntas tuvo tanto éxito entre los usuarios que MSN les pidió sacar nuevas versiones temáticas. Entre ellas, una de cine, porque se acercaban los premios Óscar. Este encargo le dio a Catalina una anécdota con la academia de cine estadounidense que podía haber terminado mucho peor de lo que acabó: con una multa de 3000 euros.
“En el centro del juego, por hacerlo un poco diferente y cambiar los colores, ni corta ni perezosa busqué en Google una foto de la estatuilla y la planté en medio del diseño”, recuerda hoy. “Aunque yo sabía, porque llevaba muchos años trabajando en agencia, que las imágenes tienen derechos de autor, como era algo tan presente como la estatuilla de los Óscar, [en este caso] ni se me pasó por la cabeza”. La compañera que llevaba la cuenta de MSN lo vio y tampoco se le ocurrió que pudiera infringir los derechos de autor. En MSN, encantados, tampoco se les ocurrió.
Cuando el equipo de MSN en Italia lo vio, quiso replicarlo, para lo que se tradujo al italiano. “En ese Messenger, de alguna manera, lo detectó la Academia”, que denunció a MSN. La tecnológica trasladó la denuncia a la agencia, cuyos abogados se reunieron con los de Hollywood y todo quedó en “solo” una multa de 3000 euros.
Por si alguien se preocupa, la multa la pagó la agencia y no Catalina. Ella y su compañera solo tuvieron una reunión con los jefes. “No nos regañaron, fue en plan de ‘esto se nos ha colado a todos, pero que no vuelva a pasar’. Y te aseguro que no me ha vuelto a pasar nunca jamás”.
Lo que el tiempo se llevó: CD multimedia, widgets y aplicaciones de escritorio
El diseño web y multimedia ha cambiado tanto en estos 20 años que, igual que ya no se maqueta en tablas, por el camino han desaparecido productos que muchos usuarios tendrán olvidadísimos. En los mismos años en los que podíamos instalar la enciclopedia Encarta desde un CD, otros discos llenos de información no tuvieron tanta suerte.
A Catalina le tocó “meter una tonelada de información”, porque en eso consistía cada CD multimedia, para organismos públicos, como ministerios y ayuntamientos. Ella recuerda el que creó con toda la información disponible de la casa de la juventud de un municipio: en el Ayuntamiento creían que, por ser joven su target, le interesaría consumir todo ese contenido en ese formato. “Aquello era un turrón innavegable: secciones y secciones de scroll, de textos que no creo que pudieran interesar a nadie, pero estuvieron muy de moda”.
Uy, casi se me olvida mi fase de CDs multimedia (2002 creo). Gloriosos. Eran un TURRÓN y aunque se repartían gratis dudo que nadie nunca consultara el contenido 🙄 pic.twitter.com/hojoMig87b
Más tarde llegaron otros elementos que han sido olvidados: los widgets o aplicaciones de escritorio. Para Catalina, eran muy poco útiles, porque “te secuestraban” el espacio de trabajo. Según recuerda, a las entidades bancarias les gustaban mucho, porque tenían la creencia de que sus usuarios querrían hacer transferencias a través de la pantalla y tener la información de sus cuentas todo el tiempo en ella.
Espóiler: “Resultó no ser así”, se ríe. Los usuarios no estuvieron por la labor de descargarse un .exe ejecutable, descargarlo y tenerlo todo el rato en la pantalla, y pronto pasaron a la historia.
Otras cosas locas que hacíamos: aplicaciones o widgets para escritorio. Eran rabiosa novedad y a los bancos les molaban bastante. Y además los iconos pixel me quedaban monérrimos. pic.twitter.com/AzzshaaZw0
WAP: diseño para el primer internet móvil
De nuevo, la banca fue la protagonista (“siempre ha sido la que ha estado más interesada en nuevas tecnologías para que los usuarios trabajen con sus cuentas”) de una innovación que hizo aprender más a Catalina: el primigenio internet móvil WAP.
El objetivo era trasladar las webs de las entidades a WAP, pero había varios problemas: las pantallas de los móviles eran entonces “minúsculas”, muchas de ellas aún sin color y había que moverse con ellas mediante las teclas del teléfono. Por si esto fuera poco, “cuando hacías clic tardaba muchísimo en cargar, consumía bastantes datos y las tarifas de estos eran carísimas. Es decir, entrar a tu banco para hacer una transferencia te podía costar más caro que hacer la transferencia. Pero, como existía la posibilidad, había que hacerlo”.
Antes de la irrupción revolucionaria (para la sociedad y el diseño digital) del smartphone, las agencias debían tener numerosos terminales en los que comprobar que aquellos diseños se veían bien y eran funcionales. Los terminales de alta gama eran caros y difíciles de tener en la oficina.
Fueron aquellos los tiempos en los que también había que probar los MMS, esos mensajes multimedia que también han desaparecido con el tiempo.Eran como los mailing de ahora: “A los clientes les gustaba enviarlos por ocasiones especiales”. Como otros productos, estuvieron más de moda entre estos que entre los usuarios finales: su peso de descarga, la simpleza de las animaciones y lo pequeño de su tamaño fueron las razones para su poco éxito. “No terminaron de arrancar y lo agradezco mucho, porque no molaba nada hacerlos”.
Me jode no poder enseñar los trabajos de 2000 a 2004. Había auténticas joyas pero el CD en el que los grabé ya no es legible. Para compensar os dejo este bonito GIF con el que Codorníu felicitaba la navidad por MMS. pic.twitter.com/HVD7Ac7ajr
Lo que más odiaba del diseño web: los banners
Hay algo con lo que Catalina siente un escalofrío cada vez que lo escucha nombrar: los banners.
“Era lo que más odiaba del diseño web. No se me ha pasado, no lo recuerdo con cariño. Creo que el día que me fui de la agencia para ser freelance y decidí que no iba a hacer banners fue uno de los días más felices de mi vida”. Para ella, el problema se encontraba en las peticiones de los clientes: los llamaban con prisas (“yo no sé por qué eran los tiempos tan ajustados”) para diseñar los banners con los que anunciar nuevos productos.
A la premura de los tiempos se sumaba realizar el anuncio en varios tamaños, lo que obligaba a reajustar la animación Flash a cada uno de ellos. Además, había que exportarlo a .gif, porque el Flash no se veía en los smartphones, y estas versiones .gif pesaban mucho para las plataformas, por lo que había que seguir trabajando para reducir el peso. Y por si esto fuera poco, el cliente podía escribir el día antes de la entrega para avisar de cambios en el texto, lo que obligaba a repetir el proceso.
Por todo ello, Catalina recuerda que “era un trabajo muy mecánico y muy tedioso” y “muy poco motivante, porque sabías que estabas haciendo publicidad para incordiar a la gente”.
La revolución de los smartphones: “Nos pilló desprevenidos”
De aquel internet móvil WAP saltamos a los iPhone y los Android. Catalina reconoce que a pesar de que ya llevan siete años trabajando en diseño digital y era consciente de que con la Red siempre había que actualizarse, la irrupción del dispositivo de Apple en 2007 fue “la típica que nos pilló desprevenidos”.
“Al principio fue esa cosa que han sacado los yanquis, que es carísima y la van a tener cuatro esnobs de ahí. Como todos sabemos, no resultó ser así”, se ríe. Conforme el smartphone se popularizaba, los clientes pedían diseños para aplicaciones. Ella ni siquiera tenía un iPhone (“tenía que diseñar para un dispositivo que no había visto”) y no estaba muy familiarizada con las pantallas táctiles: lo más parecido para lo que había diseñado era la pantalla de un cajero automático.
Desconocían los tamaños, las resoluciones… Todo estaba por aprender. Porque (y ya hemos dicho que Catalina lo sabía entonces) en eso consiste la carrera de los diseñadores digitales, como veremos a continuación: aprender continuamente.
Dos décadas de aprendizaje: “Apasionante y superdivertido”
La madrileña advierte de que en su campo hay que estar continuamente aprendiendo; “durante los primeros diez años lo haces muy bien, porque con veinte años lo aprendes todo. Los siguientes cinco cuesta un poco más y ahora, a estas alturas, me cuesta seguir el ritmo. Lo bueno es que ya no tengo que seguirlo tanto: lo que he aprendido me sirve para distinguir lo que merece la pena aprender y lo que es mejor dejar a un lado”.
En su caso, para mantenerse actualizada, donde más ha aprendido es de los compañeros que la rodeaban, sean diseñadores, programadores o expertos en analítica, “porque tú no podías estar al loro de todo lo que surgía, pero a lo mejor lo que no estabas intentando aprender lo estaba intentado el de la mesa de al lado y, cuando llegaba el momento en que necesitabas aplicarlo, se sentaba contigo y te lo explicaba. Y viceversa. Esa ha sido siempre la mejor manera de aprender”.
Leer mucho es más lento e implica más constancia, señala, mientras que sobre los MOOC dice que solo ha acabado dos de los muchos en los que se ha inscrito. Acerca de los cursos de pago, advierte que son caros y que te tienes que asegurar de que la gente que los da “es pro”: “Hay mucho humo”.
Así ha cambiado estéticamente el diseño web
Además de los servicios y productos que se han transformado, también lo ha hecho la propia estética. Los brillos y reflejos de los comienzos han vuelto de otra manera: “Llevamos un par de años que parece que todos los productos o servicios digitales tiran de diseños con colores brillantes e ilustraciones flat [planas]. Empiezan a parecer todos iguales y creo que seguramente empezaremos a ver cómo desaparece este estilo por pura saturación”.
De hecho, Catalina ya ve cómo algunas startups huyen de ello “y usan colores más cálidos y menos saturados, y vuelven las tipografías serif que apenas se usaban en ese sector”. Pone como ejemplo las webs del servicio de email marketing Mailchimp, la de videollamadas Whereby o la de productividad y trabajo Eesel.
Sobre las estéticas del futuro, la diseñadora cree que podríamos ver iconos tridimensionales: “Apple ha vuelto a los iconos en 3D en su nuevo macOS Big Sur y, aunque no han gustado demasiado, también es cierto que en otras ocasiones han marcado tendencia. Es muy probable que veamos un boom de ilustraciones e iconos en 3D en el diseño digital durante los próximos meses”. Sin embargo, Catalina recuerda que internet es tan inmenso que, a pesar de que exista una tendencia clara, “sigue habiendo millones de websites originales que no la siguen”.
Recetas de cocina y presentaciones de diapositivas
Desde 2015, Catalina es freelance. En estos 20 años de carrera ha desarrollado otros proyectos personales, como Recetas de Rechupete, con el que lleva desde 2009 junto a su marido. En 2014 lanzó Slides Carnival, un negocio de plantillas de Power Point y Google Slides, que ingresa 800 euros por publicidad al día, asegura. “Me da la tranquilidad de que puedo dedicarme como freelance solo a los proyectos que me apetece”.
Catalina resume estos veinte años como “apasionantes y superdivertidos”: “Incluso ahora, cuando me acuerdo de los peores momentos (banners, Flash, maquetar con tablas…), me río mucho. No hay ningún momento que recuerde con angustia o tristeza. Me da la risa, con lo cual tan malo no pudo haber sido”. Por lo tanto, tiene ganas de seguir otros diez años: “Para los 52 me jubilo”.
Imágenes | Daniel Sánchez Alonso y cedidas por Jimena Catalina.
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