Se acabó la partida. A pesar de los tira y afloja de ambos lados finalmente Vodafone se ha hecho con ONO, el mayor operador de cable de España, a cambio de 7.200 millones de euros, razón suficiente para que los fondos de capital riesgo que dominaban la cablera hayan decidido salir de ella.
Un movimiento con el que Vodafone gana clientes (más de 1.1 millones de líneas móviles y 1.5 millones de líneas fijas) pero sobre todo lo que le da el valor a ONO es su extensa red de cable, que alcanza actualmente los 7.2 millones de hogares españoles. Pero para llegar hasta todos esos hogares pasaron casi 20 años de historia que ahora os intentaremos relatar.
Multitel y Eugenio Galdón, el germen de todo
Todo comenzó con la ley que liberaba el mercado de las telecomunicaciones en España en 1997 y la ley de las telecomunicaciones por cable de 1995. Hasta entonces el único operador en España era Telefónica, que no contó con competencia hasta 1998 con Retevisión, empresa pública fundada en 1989 como una escisión de Radiotelevisión Española con el cometido de transportar las señales de radio y televisión.
España se dividió en más de 40 demarcaciones (en ocasiones con ámbito municipal pero mayoritariamente provinciales o de comunidades autónomas) para sacar a subasta una licencia única por demarcación para operadores de cable. Fue a esta subasta a la que acudieron diversas empresas para lograr unas licencias muy preciadas, solo podría entrar un operador de cable por demarcación con la única competencia de Telefónica, a la que acudió Eugenio Galdón a través de su empresa Multitel.
Galdón tenía una larga trayectoria a sus espaldas. Entre 1973 y 1982 ostentó distintos cargos en la administración pública, entre ellos jefe de gabinete del presidente de España, y tras pasar por distintos grupos de comunicación (la cadena SER y COPE) decidió pasarse a las telecomunicaciones fundando Multitel en 1992. Multitel sería el germen de ONO, ya que junto con otros operadores locales lograría en 1997 las licencias necesarias para operar en la Comunidad Valenciana, Región de Murcia, Cadiz y Huelva capital, Cantabria, Albacete y la isla de Mallorca (ver reparto completo). Además posteriormente se haría con la licencia de Castilla-La Mancha, que en una primera subasta quedó desierta.
En 1998 Multitel comenzó a ofrecer sus servicios bajo la marca ONO con Galdón de presidente mientras paralelamente Retevisión caía en manos de Telecom Italia, Endesa y Unión Fenosa, comenzando a ofrecer llamadas desde el fijo con acceso indirecto. Por entonces Retevisión obtuvo además la tercera licencia de telefonía móvil en España (las otras dos estaban en manos de Telefónica y Airtel) comenzando a operar en enero de 1999 bajo la conocida marca Amena.
No fue hasta 2002 cuando Retevisión, de los primeros en ofrecer conexiones a Internet en España para particulares bajo la marca EresMás, cambió su nombre comercial a Auna tras fusionarse con el grupo AunaCable, que reunía a diversos operadoras de cable de Madrid, Cataluña, Andalucia, Aragón y Canarias. Fue entonces cuando el negocio originario de Retevisión, transmisión de señales de televisión y radio, pasó a manos de Abertis, ahora conocida entre otras cosas por alquilar estaciones base de telefonía móvil a operadores.
2004-2005, se cruzan los caminos de Auna y ONO
Pero llegados al año 2004 es cuando los caminos de Auna y ONO se encuentran. El año comenzó con la compra de Tenaria (cableras de Navarra y La Rioja) por parte de la primera y de Retecal (cablera de Castilla y León) por parte de la segunda. Pero 2004 también fue el año en el que comenzaron los rumores de posibles compras y fusiones entre ambas compañías, que acaparaban prácticamente todo el cable de España.
En ambas compañías había intereses entre sus accionistas en ambos sentidos, el de comprar a su rival o venderse a el mismo. Por un lado uno de las mayores accionistas de Auna, Endesa, tenía necesidad de hacer caja mientras que ONO tenía que hacer frente a su fuerte deuda además del coste que le supuso la compra de Retecal, que había perdido 25.6 millones de euros solo en 2003. Para rematar la jugada nos falta mencionar a un importante actor, el Banco Santander, presente con fuerza en el accionariado de ambas empresas.
La primera oferta llegó por parte de Auna, que tentó a ONO con 2.400 millones de euros, oferta rechazada por ONO con Galdón a la cabeza, que empeñado en poder revertir los papeles convenció al resto de accionistas de que la oferta era muy baja. Paralizada la posible compra de ONO por parte de Auna la situación dio un giro total. Todos los actores, incluyendo a los del propio sector, accionistas y políticos buscaban la creación de una cablera capaz de competir con Telefónica y lo consiguieron.
Finalmente Auna fue dividida en dos partes, fijo y móvil, cayendo la primera en manos de ONO a cambio de unos 2.250 millones de euros y la segunda en manos de France Telecom, curiosamente socio de Eugenio Galdón en Uni2, que cambió la denominación a la que hoy en día todos conocemos, Orange.
Entrada de los fondos de capital riesgo
La compra de Auna por parte de ONO fue perfecta para el negocio de la cablera, ya que cada una contaba con licencias para operar en territorios donde la otra no tenía, llegando de esa manera a todos las comunidades autónomas salvo Galicia, Asturias y País Vasco, donde hoy en día aún resisten cableras independientes, y Extremadura, donde ninguna compañía peleó por la licencia quedando esta desierta. Hablamos de un total de seis millones de hogares cableados y de territorios con un 85% de la población total de España.
La suma de las dos cableras contaba a finales de 2005 con más de 1.7 millones de clientes y más de tres millones de servicios contratados (teléfono fijo e Internet). Los resultados económicos también eran muy destacables, y es que fijándonos en las cifras anuales de 2005 ONO ya contaba por entonces con 1.726 millones de euros de ingresos, un EBITDA de 458 millones de euros y lo es que más importante, un buen ARPU (ingreso mensual medio por cliente) de 51.9 euros.
Ahora, una operación de una envergadura tan grande como fue la compra de Auna requirió por parte de ONO de una ampliación de capital en la que se abrió la puerta a la entrada de fondos de capital riesgo, que entraron fuerza en el accionariado de la compañía, haciéndose con un 60% de ella. Hablamos de fondos que lo que buscan es una inversión que en un plazo corto les de importante beneficios, como los que han conseguido ahora.
Adiós a Eugenio Galdón
La entrada de dichos fondos fue el fin de la presidencia de Eugenio Galdón. Con un fuerte endeudamiento, hoy en día aún ronda los 3.300 millones de euros, adquirido de las inversiones en despliegues y las distintas compras unido a la presentación de un duro ERE, la mayoría accionarial acabó forzando el relevo de Galdón en noviembre de 2008, aunque aún hoy el empresario mantiene un 6% de las acciones de la cablera.
Galdón dejó una compañía con unos ingresos que ya comenzaban a bajar (1.603 millones de euros en 2008 frente a los 1.726 millones de euros de 2005) pero con un EBITDA creciente, alcanzó los 703 millones de euros, y un ARPU también estabilizado en 53.2 euros mensuales. La cifra de hogares en cobertura apenas crecía, casi siete millones, lo que hizo que la base de clientes de ONO se estancase en 1.853.000.
Ahora ese mismo año ONO dio a Telefónica donde más le podía doler, comenzando con la comercialización de conexiones a Internet con 50 y 100 Mbps de bajada inalcanzables por el ex-monopolio por entonces. A pesar de las batallas entre Telefónica y la cablera también tuvieron tiempo para hacer las paces con el lanzamiento de ONO io, el servicio de telefonía móvil de ONO que a día de hoy aún cuenta con la cobertura de Movistar a pesar de los tira y afloja que han tenido.
El relevo en la presidencia de ONO fue José María Castellano (en la foto), con una trayectoria de más de 20 años en Inditex y vicepresidente de La Voz de Galicia, donde se mantuvo hasta 2011. Con su llegada a la compañía acabaron los movimientos entorno a compras, aunque los accionistas le pidieron la salida a bolsa de ONO, sobre todo los fondos de capital riesgo, ansiosos por salir de la cablera y rentabilizar su inversión.
No podemos cerrar este repaso a la historia de ONO sin mencionar otros nombres propios que han pasado o continúan en ella. Entre ellos estaría Guillermo Mercader, responsable del área de negocio residencial hasta 2009 y que centró el ataque a los rivales de la compañía en la calidad de su red. Pero tras él llegó Rosalía Portela, actual consejera delegada e importante impulsora del negocio móvil. Richard Alden también tuvo un importante papel en ONO desde sus comienzos, consejero delegado durante años, llegando a sonar como sustituto de Galdón pero finalmente retirado de ONO. Y para quien no lo sepa en la cablera también se formó otro importante directivo del sector, Pedro Serrahima, actualmente máximo responsable de Pepephone y durante siete años Internet & Voice Business Manager de ONO.
El final de la historia ya la conocéis, tras meses de rumores entorno al futuro de ONO, una posible salida a bolsa o una venta directa por la que han desfilado distintos candidatos, finalmente ha sido Vodafone la que, gracias a su músculo financiero tras su salida de la americana Verizon, se ha hecho con ONO por 7.200 millones de euros.
¿Qué hará Vodafone con ONO?
La compañía británica se queda con los clientes pero sobre todo con algo más ansiado por quien quiera competir de verdad con Telefónica-Movistar en España, una red fija capaz de ofrecer conexiones de alta velocidad a más de siete millones de hogares. La comparación es sencilla, Movistar pretende llegar a más de siete millones este año, Jazztel a tres millones y el despliegue compartido de Vodafone y Orange, que no sabemos en que quedará ahora, no tenía previsto llegar a seis millones hasta 2017.
Ahora quedará ver como se desarrolla la integración de ONO en Vodafone. La lógica diría que la compañía británica se lo tome con calma para no hacer el cambio traumático para los actuales clientes de la cablera, dándose un tiempo para hacer desaparecer la marca ONO, como hizo con su entrada en el mercado de ADSL español comprando Tele2, e integrar todos los servicios bajo su propio nombre. Vodafone tenía un gran margen de crecimiento en el sector fijo, pudiendo mejorar su oferta integrada con el cable, aunque el crecimiento en el segmento móvil no está tan claro.
ONO ya ha hecho un gran trabajo en el sector móvil, uno de cada tres clientes de fijo tienen al menos una línea móvil también, pero es dudoso que el ritmo de crecimiento de los dos últimos años se pueda mantener, ya que este se sostenía captando líneas móviles de clientes que ya contaban con fijo contratado con la misma compañía. Ahora eso si, el cable de ONO, capaz ya de ofrecer 500 Mbps de bajada, ayudará a Vodafone a proteger o fidelizar su propia cartera de clientes frente a los ofertas de fibra óptica de Movistar o Jazztel, a las que hasta ahora no podía contestar en condiciones.
Otro asunto que queda abierto son los mercados donde el cable de ONO no llega o con presencia de otras cableras regionales. Dichos territorios son Galicia, Asturias y Euskadi, cada una con su cablera aunque casi todas ellas con mayoría accionarial de fondos de capital riesgo. Estas también podrían ser tentadas por Vodafone aunque Orange también podría hacer lo mismo dada la circunstancia de que o compra alguna compañía (una de estas cableras regionales o Jazztel) o se quedará atrás en el sector de las altas velocidades.
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