Esta es la historia de la Gizmondo, una consola que puede que se adelantara a su época, pero que pasó a la historia por las conexiones con la mafia de sus responsables
El mercado de las consolas es salvaje. Muchas empresas han intentado entrar y se han topado de bruces con la realidad. Incluso Valve, que ahora está pasando muy buenos momentos gracias a Steam Deck, se llevó un batacazo con las Steam Machines. En el terreno de las consolas portátiles ocurre más de lo mismo. Ahora, Nintendo tiene el dominio absoluto y, aunque estos últimos años estamos viendo sistemas muy interesantes por parte de otros fabricantes, hace 20 años el panorama era totalmente distinto.
Una de las empresas que se atrevió a desafiar a Nintendo y su GameBoy Advance allá por 2005 fue Tiger Telematics. Su apuesta fue la Gizmondo, una consola revolucionaria que protagonizó uno de los fracasos más sonados de la industria. Tenía muy buenas ideas, pero puede que el mercado no estuviera del todo preparado. Y lo que también tenía era una cúpula directiva muy ligada a la mafia sueca.
Expectativas estratosféricas y un hardware interesante
Las consolas portátiles fueron tremendamente populares en los 90. La tecnología llegó a un punto en el que se podían hacer consolas con mejores pantallas y con procesadores potentes que se podían encapsular en un tamaño reducido. Hubo una explosión con cada gran fabricante de hardware de entretenimiento teniendo su modelo de consola portátil.
A principios de los 2000, la cosa cambió. SEGA, Atari o SNK no estaban en su mejor momento para lanzar una consola portátil y Nintendo aprovechó el vacío para seguir vendiendo GameBoy Color y GameBoy Advance. Sin embargo, en 2004 llegó tanto Nintendo DS (un auténtico titán con casi 150 millones de consolas vendidas) y una PSP de Sony que supuso la primera incursión de la compañía en este campo y que no rindió nada mal en ventas.
El mercado parecía cosa de dos, pero entonces llegó Tiger Telematics. No hay que confundirlos con Tiger Electronics, siendo estos una clásica compañía juguetera con productos muy interesantes. Tiger Telematics era una empresa… rara. Carl Freer la fundó en Suecia en el año 2000 para distribuir productos electrónicos en su país natal, yen 2002 se fusionó con Floor Décor. Si estás pensando en una empresa minorista de alfombras, acertaste.
En una de sus visitas de negocios, Freer conoció a Stefan Eriksson, también sueco y con un currículo llamativo: fue líder de una organización criminal. Eso lo dejaremos para más adelante, ya que ahora toca hablar de la Gizmondo. En marzo de 2004, cuando ya lo sabíamos todo de las nuevas consolas de Nintendo y Sony, Tiger presentó un diseño conceptual para una consola que se llamaría Gametrac.
Iba a ser un dispositivo de juegos con GPS y una respuesta directa a la N-Gage de Nokia que llegó en 2003. Si Nokia no consiguió que su móvil-consola despegara, no nos explicamos el motivo por los que Tiger tenía tanta confianza por su consola, pero siguieron adelante con el desarrollo. Finalmente, el dispositivo se bautizó como Gizmondo y lo cierto es que la propuesta y especificaciones no estaban nada mal.
La pantalla era de 2,8 pulgadas con una resolución de 320 x 240 píxeles y era un punto flojo debido a que la PSP tenía una pantalla mucho mayor. Lo demás, como decimos, estaba bastante bien porque era una mezcla entre un smartphone y una consola. El procesador era un Samsung ARM9 a 400 MHz, tenía una Nvidia GoForce 3D (no GeForce, GoForce para dispositivos móviles), 1,2 MB de memoria gráfica y 64 MB de memoria RAM, así como otros 64 MB de almacenamiento interno y la posibilidad de añadir tarjetas.
Contaba con Bluetooth, era un buen reproductor multimedia, podías introducir una SIM para recibir y enviar SMS, MMS, GPS y lo mejor de todo era la conectividad GPRS. No era un teléfono móvil, pero sí tenía algunas características de teléfonos y esa posibilidad de conexión a Internet. El diseño, eso sí, era horroroso. No parecía una consola, sino un MP3 venido a más debido a que los botones principales de juego son iconos para reproducir música y los botones superiores están enfocados al volumen, el brillo o ir al menú 'Home'.
Excepto por la pantalla, que era pequeña comparada con la de la PSP y algo más grande que la principal de la Nintendo DS original, el hardware no estaba nada mal para la época y para la reproducción de juegos. Y aunque ese diseño no sea muy agraciado, la pantalla central con el D-Pad a un lateral, los botones principales a la derecha y los L y R superiores parecían cómodos. El problema de la Gizmondo era otro.
Gastando dinero a espuertas
Saltemos a marzo de 2005, al día 19. Es cuando se puso a la venta la Gizmondo, pero antes de eso, la compañía estaba gastando dinero de una manera espectacular. Con la inversión externa y sin ganancias (porque no tenían producto, vaya), compraron una agencia de modelos, patrocinaron a personalidades como Jenson Button (quien luego protagonizaría un juego, pero esas licencias cuestan un dinero) y se alquiló un local en Londres.
Y no en una calle cualquiera, sino en Regent Street, donde el alquiler era de unas 175.000 libras al año. Para el lanzamiento, Tiger contrató a celebridades que hicieron de presentadores, pero también a Sting, Pharrell Williams, Busta Rhymes y Jamiroquai para que realizaran un espectáculo musical. Se dice que a Sting le pagaron 750.000 libras por esa noche, pero además debió ser un fiestón porque acudieron varias personalidades.
Compraron un estudio de videojuegos sueco para que trabajara en exclusiva en su consola, patrocinaron un coche que compitió en las 24 horas de Le Mans y que fue conducido por el propio Eriksson y, evidentemente, se emitieron anuncios en televisión. Está claro que iban con la máxima de "hay que invertir lo necesario y ya se recogerán frutos". Quizá el error fue no invertir donde tocaba.
Un juego de lanzamiento. Uno
Si no la viste por tu país, tiene sentido. La Gizmondo se lanzó ese 19 de marzo en Reino Unido por 229 libras, a finales de verano en Suecia y a Estados Unidos llegó en octubre por 400 dólares. Era carísima, pero había una versión "con anuncios inteligentes" por 229 dólares. Fue una idea para subsidiar el costo de cada consola y también se ofertaba así en Reino Unido por 129 libras.
La idea era que mostrara anuncios aleatorios cada cierto tiempo en la pantalla de inicio, con un máximo de tres anuncios por día. Algo curioso es que había anuncios que realmente eran 'smart', ya que con el GPS de la consola, podíamos navegar hasta una tienda cercana en la que se pudiera comprar lo que se anunciaba.
Pero bueno, una consola es para jugar, y aquí es donde la Gizmondo carecía de todo sentido. En Reino Unido se puso a la venta con un juego: Trailblazer. Ni siquiera fue un juego original, sino el remake de un juego lanzado en 1986 para máquinas como la Spectrum o Commodore 64. No es un mal juego, en absoluto, y de hecho se realizaron ports a PS3 y PS Vita, pero está claro que no es un juego que te venda una consola.
En Estados Unidos tuvieron más suerte, ya que se lanzó con ocho juegos que estaban disponibles en algunos quioscos de centros comerciales. No había una red de distribución en condiciones para un mercado como el norteamericano y, además, más allá de esos ocho juegos iniciales, los usuarios norteamericanos no recibieron ninguno más. En Reino Unido, al menos, terminaron con 14 juegos de los 30 planeados en u inicio.
La mafia sueca apareció. Dos veces
Hasta aquí puedes pensar que es una historia de fracaso sin más, una compañía que gastó muchísimo en promoción y fiestas, pero no. ¿Recuerdas a Stefan Eriksson? Bien, pues justo para el lanzamiento de la Gizmondo en Estados Unidos, un periódico sueco desveló que Eriksson y otros dos ejecutivos de Gizmondo Europa tenían lazos con Uppsalamaffian, la mafia de Uppsala. Sobre todo, había delitos de fraude, pero el que se llevaba la palma era Stefan.
No por su sueldo de 1,1 millones de libras sin incentivos y dietas, sino porque no era un miembro más de esa organización: era el líder. Empezó desde abajo, con robos y condenas relacionadas con cocaína y armas en 1988, pero cuando fundó la Uppsalamaffian empezaron a cometer crímenes violentos. En uno de los documentos judiciales se describe cómo él y otra persona entraron en la casa de un hombre al que golpearon, amenazaron y metieron una pistola en la boca. La policía no tenía pruebas en su contra, hasta que apareció un testigo principal que, posteriormente, sobrevivió a dos ataques bomba.
¿Fue esto lo que condenó la Gizmondo? Puede que sí, pero también puede que fueran los 300 millones de dólares que adeudaban y que obligó a Carl Freer a declarar la quiebra de la empresa en febrero de 2006. Gizmondo no duró ni un año y dejó por el camino planes como los anuncios inteligentes o un modelo con una pantalla mayor.
Sin embargo, Freer (que también tuvo problemas con la justicia) no se rindió y en 2008 anunció una nueva consola. En este caso se trataría de una consola a un precio de 99 dólares y con 35 juegos ya desarrollados. ¿Con quién se había asociado esta vez? Con Mikael Ljungman, un político y abogado sueco que fue condenado por fraude y contabilidad falsa. Curiosamente, fue candidato parlamentario en el partido Demócratas cristianos en las elecciones de 2014.
No tenía buen ojo Freer eligiendo a sus socios, la verdad, y esa nueva Gizmondo se quedó en el limbo. La idea era lanzarla en 2008, año en el que Nintendo y PSP estaban en lo más alto de su ciclo de vida, con un enorme catálogo y rediseños del hardware.
Tropezando donde ya lo hizo N-Gage
Por último, toca hablar de ventas. Una consola que se retiró del mercado menos de un año después de su lanzamiento es evidente que es un fracaso, pero… ¿hasta qué punto? Pues bastante, ya que se estima que vendió 25.000 unidades en su ciclo de vida. La comparación no es justa porque PSP y Nintendo DS tienen el nombre de Sony y Nintendo detrás, pero PSP vendió 200.000 unidades el primer día en Japón y 500.000 los dos primeros días en Estados Unidos. Nintendo DS colocó unas 500.000 unidades sólo en Estados Unidos en su primera semana.
Y, por otro lado, está el asunto del Nokia N-Gage. Como comentábamos, se lanzó antes, con un catálogo de juegos compuesto por franquicias muy potentes en su momento, con emuladores de máquinas como NES, SNES o Megadrive y con la función de teléfono. Al final de su ciclo (que también acabó prematuramente), llegó a vender unos tres millones de unidades, siendo un éxito incontestable comparado con una Gizmondo que tenía buenas intenciones, pero muchos fantasmas en el armario y un catálogo extremadamente pobre.
Lo bueno, si es que hay algo bueno en esta historia, es que los usuarios que compraron la consola a precio reducido gracias a los anuncios nunca vieron ni uno. Tiger quebró antes de que el servicio se pusiera en marcha. Y teniendo en cuenta todo lo comentado, quizá fuera mejor así para no alargar la agonía ni encandilar a algún comprador despistado.
Imágenes | Eduardo, Evan-Amos, canal LGR
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