El mundo de la tecnología más allá del Kremlin no puede entenderse sin el entramado político que lo rodea. La invasión de Checoslovaquia en 1968, seguida de las protestas estudiantiles europeas y una crisis abierta entre Rusia y China forzaron al presidente Brezhnev a buscar un marco más amigable con Estados Unidos.
El resultado de ese marco fueron los acuerdos SALT I y II sobre proliferación de armas nucleares y misiles balísticos. No obstante, la carrera espacial entre ambas potencias estaba en su punto álgido y las ciudades tecnológicas soviéticas mantuvieron su frenética actividad investigadora en el ámbito militar. Estos son los hitos tecnológicos que marcaron la década de los 70 en nuestro especial Tecnologías tras el telón de acero.
El procesador Elbrus
La historia de la informática soviética no puede entenderse sin Sergey Alekseevich Lébedev. Este ingeniero electrónico fue el creador de los primeros ordenadores rusos, la MESM (primera computadora programable en suelo europeo, en 1950) y la BESM (1952). Lébedev fue el director del Instituto de Mecánica de precisión e ingeniería informática que lleva, por cierto, su nombre, y del que salieron los procesadores Elbrus.
En los años 70, la serie BESM de ordenadores ya había llegado a la versión 6, una máquina capaz de ejecutar un millón de operaciones por segundo. La BESM-6 llevaba 60.000 transistores y corría a una frecuencia de 10Mhz. El gobierno soviético encargó a Lébedev la creación de una versión de la BESM-6 basada en un procesador central y dos periféricos. Esta máquina, conocida como AS-6 participó en la misión conjunta Apollo-Soyuz y terminó de procesar los datos de la misión media hora antes que el bando americano.
Las BESM dieron paso a un nuevo proyecto llamado ELBRUS. En 1973 se terminó el primero de estos circuitos, capaz de 12 millones de operaciones. Le sucedió el Elbrus-2, que ya gestionaba 125 millones. Lébedev se negó a copiar la arquitectura del IBM 360, pero sentó las bases de una generación de procesadores que continua hasta nuestros días y fue uno de los mayores impulsores de la computación en paralelo.
Los satélites GLONASS
Aunque llevamos poco tiempo hablando de la tecnología de posicionamiento GLONASS (básicamente desde que los fabricantes comenzaron a anunciar su integración en los SOC), lo cierto es que esta red de satélites rusa data de la década de los 70.
El origen de Glonass es un modesto satélite de posicionamiento llamado Tsiklon con el que los submarinos soviéticos guiaban sus misiles balísticos. Lamentablemente, Tsiklon tenía un margen de error de tres kilómetros y no estaba accesible contínuamente, sino sólo en determinados períodos. Tras una segunda generación de satélites Tsiklon, denominados Tsiklon-B o Parus, el Gobierno ruso encargó, en 1976, la creación de un Sistema Unificado Espacial de Navegación (GLONASS por sus siglas en ruso). El proyecto fue encargado a un equipo de científicos de la ciudad tecnológica secreta de Krasnoyarsk-26 (actual Zheleznogorsk) y su diseño se culminó en 1979.
Originalmente, GLONASS constaba de 24 satélites que operarían a una altitud de 20.000 metros. Su precisión estimada era de 20 metros para el ámbito civil y diez para el militar. Lamentablemente, el primero de ellos no llegaría a ponerse en órbita hasta los 80 y la red aún tardaría otros 15 años en desplegarse por completo. Tras pasar no pocas penalidades en los 90, la red GLONASS se reactivó en 2008 gracias a un presupuesto gubernamental aprobado por Vladimir Putin. La comercialización de este GPS ruso no ha sido vox pópuli hasta 2011.
El Helicóptero MIL-Mi26 ‘Halo’
Los rusos tienen probado gusto por construir cosas grandes y duraderas. El MIL-Mi26 'Halo' es una prueba de ello. Diseñado en 1970, es el helicóptero de carga más grande y pesado construido hasta la fecha con 40 metros de longitud y 32 de envergadura.
El Mi-26 está Inspirado en los Mil-V12. Se fabricaron dos prototipos de este monstruo de 105 toneladas, dos rotores y 67 metros de ancho (más ancho que un Boeing 747) pero su diseño se descartó por poco maniobrable.
El Mi-26, en cambio, fue un diseño más acertado con un solo rotor de ocho palas capaz de transportar 20 toneladas a alturas de 2.000 metros y velocidades de 295 kilómetros por hora. El Mi-26 voló por primera vez en 1979 y desde entonces se han fabricado 276 unidades en 13 variantes, la mayor parte de las cuales sigue en activo.
El Lunokhod-1
Un año más tarde de que Neil Armstrong pusiera sus pies en la luna, la U.R.S.S hacía lo propio con un vehículo no tripulado, el Lunokhod-1 (Caminante lunar en ruso). Este pequeño coche de 2.3 metros y ocho ruedas tiene el mérito de ser el primer rover de exploración espacial.
El Lunokhod-1 trabajó durante meses sobre la superficie lunar gracias a unas baterías alimentadas mediante células solares. En su periplo recorrió algo más de 10 kilómetros de superficie lunar tomando 206 panorámicas y realizando distintas mediciones. El dispositivo fue localizado de nuevo en 2010 por la NASA y se descubrió que aún está activo. Actualmente se están llevando a cabo distintos experimentos para evaluar la utilidad de este abuelo pionero.
No podemos abandonar el repaso a la carrera espacial de esta década sin mencionar la Salyut-1, primera estación espacial en orbitar la tierra bajo la supervisión del astronauta ruso Vladimir Cheloney.
Cerramos el capítulo setentero mencionando otros descubrimientos como la Queratotomía radial que es la cirugía que hoy se utiliza para corregir la miopía. De este período son también el APS, primer fusil submarino de repetición que disparaba agujas de 12 centímetros, o el primer sistema de lanzamiento de misiles vertical. Nos vemos dentro de una década con más inventos rusos.
Más información | Elbrus | GLONASS | MIL Mi-26 | Lunokhod-1
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