A finales del siglo XX, la amenaza de una parálisis generalizada como consecuencia de un fallo informático recorría todo el mundo. Era el llamado Efecto 2000, por el que se temía que los sistemas tecnológicos más antiguos no reconocieran el nuevo milenio.
Los mensajes para actualizar los sistemas eran incesantes y constantes. España se gastó entre 800.000 millones y un billón (con b) de pesetas (unos 5.000 millones de euros) en evitar sufrir el Efecto 2000. Algunas personas tuvieron que tomarse las doce uvas viendo qué pasaba en los sistemas informáticos cuando cambiasen de año.
Pero no pasó (afortunadamente) nada. O casi.
Quienes trabajaron en la noche del 31 de diciembre de 1999, a las puertas del temido Efecto 2000, coinciden en que el trabajo se había hecho durante los meses previos y que poco o nada se podía hacer en esa última noche del año. También reconocen que, aunque nadie albergase la menor duda de que no iba a suceder nada en el instante en el que se pasase de las 23:59 a las 00:00, había que estar en ese momento para cerciorar que todo fluía con normalidad. Hablamos con algunos de ellos.
Un año de trabajo previo
Todos aquellos con los que hemos hablado nos aseguran que llegaron con los deberes hechos a aquella fecha. Y que para ello se estuvo trabajando, de media, entre 12 y 18 meses antes.
Félix Serrano, responsable de informática del Instituto Nacional de Administración Publica (INAP), fue nombrado en 1998 coordinador del efecto 2000 en el el Ministerio de Industria. “Durante ese año y medio se renovaron equipos, aplicaciones, se catalogó todo el equipamiento informático, se realizó por primera vez un plan de contingencia…”.
Pero la Nochevieja del 99 no estuvo físcamente en el Ministerio porque todos estaban seguros de que no iba a fallar nada. “Lo habíamos probado todo de tal manera que no vimos necesario que nadie estuviera presencialmente en el Ministerio”, rememora. “No había sensación de un riesgo especial o de que algo pudiera tener un grave efecto”.
El Efecto 2000 sirvió para poner un poco de orden tecnológico en las administraciones públicas
Esto también pasaba en algunas empresas privadas. En Ibermática “tuvimos que montar meses antes tres turnos de 8 horas para controlar el sector financiero con el que trabajábamos. Había prisa mirar un gran volumen de datos y de código y te lo jugabas todo a una carta”, explica Juan Carlos Vicente, Gerente de producción de software en aquellos años y recién jubilado.
Vicente asegura que eran proyectos que necesitaban de una planificación muy importante. “En nuestro caso se construyeron muchas herramientas específicas para este proceso: hacer un seguimiento del código para modificarlo y actualizarlo, automatizando también las pruebas de cada producto”.
Estas tareas se hicieron los meses previos, por lo que “aquella nochevieja no fue un punto crítico, porque llegamos con un nivel de confianza muy alto sabiendo que todo iba a ir bien”.
Una carta de agradecimiento del vicepresidente
Lo contado por Serrano fue la tónica en la administración pública, según nos cuentan algunos de los que vivieron aquellos días.
Guillermo Searle Hernández era el responsable informático de la Agencia Española de Cooperación Internacional. En su caso, fue también el Ministerio de Exteriores quien determinó que algunas personas estuvieran localizables en aquellas horas. “Me tocó estar de guardia localizable por si sucedía alguna incidencia, pero celebré la Nochevieja en mi casa”.
Searle nos ha facilitado una carta de agradecimiento que le envió el por entonces vicepresidente del gobierno, Francisco Álvarez Cascos. Pero este informático ya jubilado asegura que recibirlo fuer “una exageración e inmerecido por mi parte, porque no tuve que sacrificar tiempo ni recursos familiares por este asunto. Hemos tenidos otros problemas más graves que el efecto 2000 en mi vida laboral”.
La noche en el CPD
Quien sí tuvo que pasar la noche en el CPD fue Concha Hortigüela, ex Directora de Seguridad, Innovación y Proyectos de la Seguridad Social hasta el año pasado y Directora de Producción y Sistemas en el año 1999. “En la tarde-noche del 31 de diciembre mi papel fue coordinar al equipo de técnicos de sistemas y de operación que ejecutaron los trabajos orientados a garantizar el correcto funcionamiento del CPD debido a los cambios técnicos que se hicieron con motivo de la entrada en el año 2000”, señala.
17 años después, queda la sensación de que se magnificó el problema y se aprovechó para vender más
Concha Hortigüela no recuerda si en aquel tiempo había organismos más sensibles a los efectos del Y2K, pero en la Gerencia de Informática de la Seguridad Social (GISS) trabajó un equipo de 10 personas técnicas, más directivos y personal técnico de fabricantes con sistemas críticos del CPD. “El cambio de milenio había creado mucha expectación y en nuestro caso no éramos ajenos al mismo”.
Esta responsable recuerda que el equipo tenía una gran confianza en que todo iba a funcionar bien. También que el trabajo más crítico fue “la actualización de código de máquina (firmware) y software de base que se hizo al sistema que controlaba los relojes de los sistemas host instalados y que trabajaban de forma colaborativa ejecutando en tiempo real toda la gestión automatizada de la Seguridad Social: afiliación de trabajadores, inscripción de empresas, recaudación de cuotas, prestaciones, etc. Esta gestión se realiza desde todas las oficinas”.
La trascendencia de esta actualización se debe a que solo era posible hacerla la tarde del 31 y después de cerrar ordenadamente el servicio de producción y finalizar los trabajos diarios, de fin de mes y de fin de año. “Así que el primer hito fue que funcionase este cambio, sin haber cambiado el año. La actualización fue bien y esto nos dio muchísima confianza. De hecho tras este cambio nos dispusimos a tomar las 12 uvas como un anticipo de aquellas que no íbamos a tomar en familia”.
Pasadas las doce campanadas...
Una vez que el año 2000 entró, finalizaron los trabajos de verificación constatando que los resultados de las pruebas eran satisfactorios. ”El día 1 por la mañana se verificó en una oficina de Madrid que las comunicaciones y los sistemas periféricos (recepción de listados, ficheros, redes locales, ofimática, etc..) funcionaban correctamente”, rememora.
Si se repitiese un Efecto 2000 se volverían a tomar las mismas medidas de precaución
Concha Hortigüela explica que para su departamento las fechas de fin de año son siempre críticas “ya que tenemos procesos importantes como la "revalorización de pensiones" y el "cierre contable". Hubo que encajar estos trabajos con los de adecuación al año 2000”.
Todo salió bien y esta responsable no recuerda nada destacable de aquella noche. “También ayudó mucho a tener muy acotado el tiempo de trabajo del día 31 y del día 1 y el que realizásemos en un fin de semana de noviembre un simulacro con entornos de prueba e involucrando a una oficina de la Seguridad Social en Santander”, explica.
Además, el hecho de que a partir de las 21 horas, cuando se iniciaba el cambio de año en el Pacífico (meridiano 180°), se viera que la información que llegaba “era que no había incidentes, ayudó a despejar nuestras dudas, pero no a relajarnos ya que seguimos con nuestro plan de trabajo”.
Vamos a poner un poquito de orden
Tanto Hortigüela como Serrano coinciden en que el temido Efecto 2000 ayudó a poner un poco de orden en la Administración en lo que a tecnología se refiere.
Algunas personas pudieron estar en su casa, pero localizables por si sucedía alguna incidencia
“Tuvo implicaciones positivas, ya que promovió que las organizaciones revisásemos o creásemos inventarios de software y de hardware. Que los fabricantes revisasen sus productos y que firmasen compromisos de cumplimiento de sus productos con sus clientes…” considera Hortgüela.
Mientras, Serrano asegura que, aunque el Ministerio de Industria siempre ha tenido un buen nivel nivel de informática, “había muchas islas tecnológicas. Cada cual cogía un Access y se hacía una base de datos. Esas islas tecnológicas suponían un riesgo. El simple hecho de catalogar las aplicaciones y repasarlas para confirmar que no tenían problemas hizo mejorar la informática en el ministerio. De hecho, creo que vino muy bien para dar un impulso a la modernización informática, así que tengo muy buen recuerdo de aquello”, sentencia.
El Efecto 2000 fue el 2 de enero
Las hemerotecas aseguran que la nochevieja de 1999 se cerró sin apenas incidentes. Aunque las administraciones y las grandes empresas trabajaron durante meses en garantizar que no sufrirían el efecto 2000, ¿qué pasaba con las pymes?
“Seguimos siendo muy españoles en ese sentido de dejarlo todo para el último momento”, asegura Fernando Galvache, actual CIO de Sage y en aquellos años responsable de calidad de software. Por eso, para aquella noche esta empresa (cuyos clientes son, en mayor medida, pymes) montó un doble equipo técnico de guardia (que debía estar in situ porque no se podía hacer de manera virtual como ahora), compuesto por 8 técnicos. También hubo un retén de atención al cliente en el que trabajaron 10 personas. “Sabíamos que no iba a pasar nada (como así fue) pero sospechábamos que nos iban a llamar con muchas preguntas”.
Galvache asegura que la mayoría de sus clientes no trabajan por la noche y que el problema se produjo al día siguiente. “Tuvimos muchísimas llamadas, como no habíamos visto en la vida. Tanto que provocamos una alerta en un nodo de Telefónica (que se producen cuando hay más de 100.000 llamadas recurrentes en el mismo momento)”.
Según Galvache, “mucha gente llamó para saber si les había pasado algo. Pero no, no pasó nada ni en el plano del software porque todo estaba actualizado ni nadie tuvo problemas con sus ordenadores, nadie se quedó encerrado en un ascensor, no se cayeron los aviones…”.
Muchas pymes llamaron al día siguiente a sus proveedores para saber si les había fallado algo
Por cierto, hablando de la aviación, Aena nos asegura que los trabajos que se realizaron para asegurarse de que los aeropuertos españoles estaban preparados para evitar el Efecto 2000 costaron unos 4.000 millones de pesetas (unos 24 millones de euros). Mientras, fuentes de Iberia recuerdan que un equipo multidisciplinar estuvo de guardia toda la noche en el aeropuerto de Madrid, donde entonces estaba el Centro de Operaciones para toda la compañía, “con el fin de cubrir cualquier imprevisto, que no sucedió. Fue una noche larga pero muy tranquila, incluso bastante aburrida”.
El responsable de Sage sí que tiene constancia de pequeñas incidencias nada trascendente ni graves y en muchos casos no relacionadas con el efecto Y2K. “Al cabo de los días fue cuando se tranquilizó todo y se paralizó el efecto llamada”.
La noche que fuimos demasiado exagerados...
Todas las personas con las que hemos hablado aseguran que afrontaron aquella noche con absoluta tranquilidad, sabiendo que las profecías del apocalipsis informático no se iban a cumplir.
¿No había atisbo de duda? “De puertas para adentro la confianza era grande, pero es verdad que tienes muchos aparatos comerciales que no son tuyos y que esperas que funcionen correctamente, como datáfonos, cajeros o la propia red Internet. Así que algo de incertidumbre siempre había”, confiesa el responsable de Ibermática.
Por eso, y con la perspectiva que dan los años, algunos de ellos creen que quizá se exageró mucho el efecto 2000. “Fuimos demasiado precavidos en aquel momento. Se creó una sensación de incertidumbre en la prensa que no estaba justificada”, declara Juan Carlos Vicente. “Fue una campaña bien orquestada de proveedores de productos y servicios para vender”.
Sensación parecida transmite Guillermo Searle. “Como consecuencia del efecto 2000 hubo un gran interés por vender productos a la administración. Muchas empresas innovaron sus productos con versiones actualizadas y eso supuso un gasto”.
Incluso desarrolladores de software como Sage coinciden en esta perspectiva. “Creo que exageró todo muchísimo”, explica Fernando Galvache “Se podía haber hecho con más cabeza. No quitándole importancia, porque era grave, pero desde algunas áreas comerciales se exageró porque fue un momento muy bueno para las consultoras para hacer caja”.
… pero que repetiríamos si volviese a pasar
Sin embargo, si otro efecto 2000 llamara a las puertas, la respuesta a dar sería la misma. “Si tuviéramos el efecto 3000 estaría igual de asustado que cuando el efecto 2000”, reconoce el CIO de Sage.
“Los esfuerzos que realmente existieron en el ámbito de las entidades financieras fueron los adecuados en aquella época. Y si hubiera un efecto 2000 nuevo, se haría de la misma forma y sería bueno”, añade Vicente.
Y eso pese a que, como ironiza Serrano,“hubo un poco de decepción aquella nochevieja porque no pasara nada. Es lo que siempre ocurre con las medidas de seguridad, que solo se aprecia su necesidad cuando no las hay”.
La sensación, para algunos, como Concha Hortigüela, es que la experiencia fue positiva. “Nos permitió prepararnos para otro gran cambio que fue el cambio al euro” y que tuvo consecuencias positivas como “transmitir a nuestros gestores que la tecnología hay que mantenerla y que también puede entrar en obsolescencia por no adecuarse a los cambios”.
Imagen de portada | aabrilru
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