Tras terminar la primera fase de Neom, Arabia mostró hace dos semanas orgullosa las fotos de lo que será una especie de puerto en el desierto para millonarios. Unos días después, la nación volvía a ser noticia con el inicio de una especie de cubo rascacielos donde cabrían 20 Empire State. Hoy parece que todo se desinfla un poco. Sin previo aviso, el jefazo de Neom se ha largado del proyecto.
El CEO se va. Lo contaba esta semana en primicia The Wall Street Journal, Sin aviso ninguno, Nadhmi al-Nasr, el hasta ahora director ejecutivo de Neom, se ha marchado de forma abrupta. El movimiento representa una más que significativa reestructuración en uno de los proyectos de construcción más grandes del mundo. Aunque el diario contaba que se desconocen las razones específicas de su salida, la decisión se produce en medio de desafíos financieros y organizativos.
Neom, liderado por el príncipe heredero Mohammed bin Salman, incluye megaproyectos como un resort de esquí en una zona desértica, un distrito flotante de negocios y dos rascacielos kilométricos y más altos que el Empire State Building. Sin embargo, casi al mismo tiempo, desde Arabia se ha intentado “normalizar” la situación.
The Line va viento en popa. En una publicación de la web del proyecto se añadía un render y se aseguraba que Arabia Saudita sigue avanzando en la construcción de The Line, además de dar a conocer nuevos detalles sobre el proyecto. Las autoridades han informado sobre el progreso actual y han anunciado los nombres de los estudios de arquitectura encargados de transformar esta ambiciosa idea en realidad.
Recordamos que el objetivo final de The Line es extenderse a lo largo de 170 km, aunque en esta primera etapa solo abarcará 2.4 km. Con una altura de 500 metros y una anchura de 200, albergará una ciudad con capacidad para unos 300.000 habitantes, con sistemas de aire acondicionado que controlarán el clima dentro de esta estructura en el desierto.
Las empresas a cargo. Entre los estudios seleccionados para el proyecto se destaca la firma estadounidense Gensler, responsable de la Torre de Shanghái, el tercer edificio más alto del mundo. Gensler aportará su experiencia en planificación urbana y diseño de transporte, además de encargarse de los espacios públicos. La firma austríaca Delugan Meissl Associated Architects ha sido designada como la urbanista principal y trabajará en el diseño detallado de la primera fase. Su enfoque incluirá, según comentan, aspectos de microclima, ecología, movilidad, logística y sostenibilidad.
Por su parte, la británica Mott MacDonald se encargará de la ingeniería de infraestructura de la ciudad, una tarea crítica en el desierto. Gestionará sistemas esenciales como agua, energía y alcantarillado, además de implementar tecnología de IA y vigilancia para maximizar la eficiencia.
Dificultades y retrasos. Qué duda cabe, aunque el proyecto tenga nuevas firmas y parezca seguir en pie, no ha estado exento de problemas. De hecho, Neom ha enfrentado numerosos desafíos, incluidos retrasos, sobrecostes y alta rotación de personal. Contaba el WSJ que los ejecutivos sauditas reconocen que los fondos son insuficientes para abarcar todos los proyectos inicialmente planeados, y el Fondo de Inversión Pública (PIF) del país ha tomado un rol de mayor control.
Tras la huida inesperada del director ejecutivo, Aiman al-Mudaifer, un ejecutivo inmobiliario del PIF, ha pasado al puesto de CEO interino de Neom, en un movimiento que el consejo describe como una “decisión estratégica”. Por cierto, el diario detalla también que además de Nasr, otros ejecutivos de alto nivel, como Wayne Borg, responsable de la división de medios, y Antoni Vives, encargado de desarrollar el proyecto Line, también han dejado la empresa.
Inversión extranjera. Es la última pata por tratar. El proyecto ha encontrado dificultades para atraer la inversión extranjera esperada, a pesar de varios intentos. En particular, el proyecto The Line, originalmente planificado y luego reducido en su primera fase, enfrenta altos costes que podrían superar los 2 billones de dólares, cifra mucho mayor a lo que Arabia Saudita puede (o pensaba) destinar.
Aunque el PIF cuenta con activos valuados en 1 billón de dólares, el WSJ explica que muchos están invertidos en activos difíciles de liquidar, al menos de forma rápida, como participaciones en Aramco y fondos de capital privado. En definitiva, el CEO huye, aunque desde Arabia insisten en demostrar que nada ha cambiado la hoja de ruta.
Imagen | Neom
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