Paseando por Dakota del Norte, encontramos Nekoma. Se trata de una población con un denso de 31 personas en 2020 con una población 100% blanca y con una media de edad de más de 50 años. No es el sitio turístico más interesante, pero a unos kilómetros podemos toparnos con una gigantesca y extraña pirámide en mitad del campo. Se trata del Stanley R. Mickelsen Safeguard Complex, o SRMSC, una instalación que parece futurista, pero que realmente es una herencia de la Guerra Fría.
Su objetivo era defender Estados Unidos de los misiles intercontinentales soviéticos y no interceptó ni uno, pero puede que su mera construcción fuera un elemento disuasorio tan poderoso que la Unión Soviética no se atreviera a lanzar un ataque a suelo estadounidense. La otra lectura es que fue un batacazo de proporciones bíblicas.
La Guerra Fría. Durante la Guerra Fría, países como Estados Unidos y los pertenecientes a la Unión Soviética destinaron miles de millones en construcciones que hoy nos parecen desproporcionadas. Tenemos aviones como el Lockheed U-2 norteamericano para realizar labores de espionaje, pero también los aviones del Juicio Final tanto de Estados Unidos como de Rusia. Y también bestialidades como el helicóptero V-12, los 941 Akula, o los Ekranoplanos.
Era una época en la que el miedo por una guerra nuclear estaba totalmente justificado y en la que se desarrolló de manera evidente tanto el armamento como la tecnología de ambas potencias. Y esa tecnología también incluía las defensas de cada nación. El SRMSC es un vestigio de esa tecnología defensiva y una construcción en la que Estados Unidos echó el resto.
La pirámide. El SRMSC es un complejo militar, lo que significa que está formado por varias construcciones, siendo la pirámide el corazón y cerebro del lugar. Lo que vemos es imponente, pero realmente sólo es una parte de la estructura, ya que debajo se encuentra una intrincada red de pasillos y habitaciones en los que se podían realizar trabajos de oficina, donde estaba el ordenador central y la fuente de energía de todo el complejo. Además de la pirámide, había un enorme campo repleto de silos para misiles.
En su construcción se utilizó hormigón, pero también más de 22.000 toneladas de hierro y acero. El objetivo era que la instalación fuera un bastión, resistente a ataques nucleares y electromegnéticos. Las obras comenzaron a finales de los 60 y el gobierno invirtió 6.000 millones de dólares, lo que equivaldría hoy a unos 33.970 millones.
MSR. El punto más importante del edificio era el radar. En las cuatro caras de la pirámide (MSR), podemos ver radares en fase. Fue una aportación brillante a la tecnología de radares porque permitía enfocar el radar en múltiples direcciones de forma muy rápida y sin tener que mover ninguna antena. Supuso el pináculo de la tecnología norteamericana en aquel momento y su objetivo era el de detectar misiles a larga distancia, antes de que entraran en suelo estadounidense.
Este radar contaba con 20.000 elementos de antena distribuidos equitativamente entre sus caras y estaba controlado por un potentísimo ordenador central construido por Bell System, IBM y Lockheed. Junto al sistema PAR (otros radares de fase ubicados a unos 40 kilómetros del MSR y también con un radar de fase), Estados Unidos era capaz de identificar cualquier misil intercontinental lanzado por la Unión Soviética. El ordenador se encargaba de discriminar entre ojivas y otros objetos, proporcionar las trayectorias de intercepción, lanzar y guiar los misiles.
PAR. Ya hemos mencionado el PAR (complejo de radar de adquisición perimetral), pero merece algo más de reconocimiento porque es la única pieza del complejo y del sistema Safeguard norteamericano que sigue en funcionamiento. 60 años después, esa tecnología de la Guerra Fría sigue siendo útil debido a que es un radar que puede detectar y rastrear múltiples objetivos del tamaño de una pelota de baloncesto a una distancia de 3.218 kilómetros.
La función inicial era la de escanear en dirección al polo Norte y, si detectaba un misil intercontinental amenazante, calcular la trayectoria preliminar, pasar los datos al MSR y comenzar las operaciones de interceptación. Tiene una altura de unos 36 metros y también es capaz de resistir los efectos de las explosiones nucleares y los pulsos electromagnéticos.
Un búnker autosuficiente. Como decimos, debajo de la pirámide había muchísimas habitaciones que incluían oficinas, las salas del ordenador y arsenales de armamento. Sin embargo, parcialmente soterrado, también había un sistema de almacenamiento de combustible, un disipador de calor y una completa planta de energía que era la que alimentaba toda la instalación. Cómo no, había un centro comunitario, un comedor, complejos de oficiales, una capilla, un gimnasio e instalaciones recreativas.
El escudo del Apocalipsis. El objetivo del lugar era que el ordenador, cruzando los datos de todos los radares, pudiera dirigir varios misiles a la vez por si se producían múltiples ataques simultáneos. Esa especie de escudo para el país estaba compuesto por 30 misiles antibalísticos Spartan LIM-49 y 70 misiles Sprint de menor alcance. Los Spartan podían interceptar los misiles nucleares soviéticos cuando aún estuvieran fuera de la atmósfera y los 30 estaban en los silos junto al MSR.
De los misiles Sprint, 16 estaban en el silo del MSR, pero los restantes se distribuyeron en lanzadores remotos a distancias de entre 15 y 32 kilómetros para tener un perímetro defensivo más eficaz. El primer recurso era el misil Spartan, pero si éste no conseguía destruir el objetivo, entraban en juego los misiles Sprint de ultra alta aceleración.
Seis meses. Hasta aquí, este complejo es la auténtica base de un malo de James Bond. Una base cara, carísima, pero bueno, la última línea de defensa contra misiles nucleares bien vale más de 30.000 millones de dólares. El 1 de abril de 1975 se logró el estado COI (capacidad operativa inicial), con una capacidad plena con los 100 misiles operativos conseguida el 1 de octubre del mismo año. Tras esos miles de millones y suponiendo el culmen a una investigación de defensa que había durado casi dos décadas, el 2 de octubre de 1975 el Congreso votó a favor de desactivar el sistema.
Es decir, un día después de que la base lograra la capacidad plena, se votó desactivarlo todo. Seis meses duró en servicio esta impresionante construcción que funcionaba los 7 días de la semana durante las 24 horas del día y que, según los simulacros, había tenido un sistema de éxito del 99,5%. El PAR se siguió manteniendo
Lo puedes visitar desde casa. Poco a poco, partes del complejo se han ido vendiendo, con algunas transferidas a inversores privados y con otra parte vendida a los hermanos hutterianos, una comuna etnorreligiosa, pero no se espera que vaya a ponerse en funcionamiento, ya que los edificios e instalaciones se reaprovecharán para otras cosas. Costará dinero limpiarlo todo (entre cuatro y seis millones), ya que no deja de ser una base abandonada hace décadas en la que el agua ha corroído gran parte de la estructura interna.
No puedo más que recomendar que visites la galería de Coldwartourist, ya que tiene fotografías impresionantes del lugar, pero también puedes realizar una bonita visita virtual en la que, con todo lujo de detalle, van narrando la historia del lugar mientras podemos ver su estado actual.
Al final, este importante elemento de Safeguard nunca entró en combate real, pero puede que, precisamente por lo imponente de sus sistemas, tuviera un enorme valor disuasorio.
Imágenes | Troy Larson and Terry Hinnenkamp
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