El país se quiere beneficiar de su posición geográfica para asegurar su suministro eléctrico, pero El Cairo teme por su industria y agricultura
El río Nilo es la fuente de agua más importante de África, un continente árido y muy vulnerable a la sequía que está experimentando recientemente. Egipto, cuya población se ha duplicado en los últimos años, depende de este milagro de la naturaleza de 6.800 kilómetros de largo para suplir el 97% de su suministro. Gran parte de la población de Sudán también depende de él para su subsistencia.
Sin embargo, entre los países que no han tenido tanto acceso al río hasta ahora está Etiopía, que hace unos años anunció un ambicioso proyecto para hacerlo posible: construir la mayor presa y central hidroeléctrica de todo África. La construcción está ya casi lista y claro, han comenzado los problemas con los países vecinos.
El proyecto. La Gran Presa del Renacimiento Etíope, como se le ha llamado, se encuentra en el afluente del Nilo Azul, al norte de Etiopía, de donde fluye el 85% de las aguas del Nilo. Con ella, el Gobierno pretende abastecer de energía a un país de 120 millones de habitantes. La construcción, que ha requerido 12 años de trabajos, ha costado entre 4.000 y 5.000 millones de euros y ha estado financiada en un 30% por créditos chinos. No sólo es colosal por la energía que podría producir, sino porque tiene 145 metros de altura y una capacidad total de 74.000 millones de metros cúbicos, abarcando un total de 1.874 kilómetros cuadrados (como tres veces Madrid).
El año pasado se activó la primera de las trece turbinas y se terminó su llenado, lo que ha permitido a los etíopes empezar ya a generar energía. Según el presidente del Comité Ejecutivo del Consejo Nacional para la Coordinación de la Presa, Demeke Mekonnen, el proyecto está terminado "al 94,6%".
¿Para qué? El objetivo principal de este titánico proyecto es producir electricidad para la población, sobre todo para el 60% que no tiene suministro actualmente y para las fábricas, de las que depende el desarrollo del país pero sufren continuos apagones. Hay que tener en cuenta que el crecimiento económico en Etiopía se ha visto asfixiado por la falta de electricidad y ahora el país se encuentra en una situación muy precaria. Sin industria, cientos de miles de personas han emigrado a otros países para encontrar trabajo.
El doctor Kevin Wheeler, hidrólogo de Oxford, explica en un estudio publicado en Nature que una gran presa como ésta solucionaría los problemas de energía, además de ayudar a Sudán, Kenia y Djibouti, todos los cuales están conectados a la red de Etiopía y comenzarán a importar energía de ese país en los próximos años.
La polémica. Sin embargo, la construcción ha provocado grandes recelos en sus vecinos río abajo como Egipto y Sudán, quienes desde entonces se han visto envueltos en cientos mesas de negociaciones y reuniones sin éxito. Toda la disputa recae en la misma pregunta: "¿de quién es el agua del Nilo?". Etiopía se quiere beneficiar de su posición geográfica más alta para decidir cuánta agua discurre a través de la presa. Pero El Cairo cree que eso supone una grave amenaza para su industria y agricultura y reclaman un acuerdo que favorezca a los tres países y que no deje a Etiopía como "único beneficiario".
Sudán critica que el caudal del río ya ha descendido en unos 90 millones de metros cúbicos diarios y Egipto ha llegado incluso a pedir una intervención de la ONU para impedir el llenado de la presa. Es lo más importante que tienen: ya en 1979 el antiguo líder egipcio Anuar Al Sadat llegó a afirmar que el agua era "el único motivo que puede llevarles a una guerra".
¿Qué dice la ley internacional? La presa ha sido motivo de desacuerdo entre los países desde que comenzó su construcción en 2011. El motivo es que Egipto reclama su derecho sobre este, basándose en un tratado firmado en 1959, en los que Reino Unido repartió el caudal entre Egipto y Sudán. También les dio el derecho de vetar proyectos de países río arriba (como Etiopía) que privándoles de su parte de agua.
Los ocho países restantes por los que fluye el Nilo ni siquiera son mencionados en el acuerdo y, como es lógico, no lo reconocen. Etiopía dijo que no debería estar sujeta a estos viejos pactos y comenzó a construir la presa durante la Primavera Árabe, cuando Egipto estaba inmerso en una crisis política. Aunque los tres países firmaron un nuevo tratado en 2015, las últimas conversaciones no han llegado a buen puerto.
La situación de Egipto. Las preocupaciones de El Cairo son obvias: el río Nilo representa gran parte del suministro de agua dulce de un país de 107 millones de personas (y creciendo). Lo necesita tanto para el consumo de agua diario como para la industria y la agricultura, especialmente para el cultivo de algodón. También se utiliza para llenar el lago Nasser, el embalse de la propia central hidroeléctrica de Egipto, la presa de Asuán. Al país le preocupa que, en tiempos de escasez de agua por la sequía, Etiopía pueda llenar con agua el embalse detrás de su presa en lugar de dejar que fluya río abajo.
El primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed, intentó calmar los temores egipcios en la ONU: "Quiero dejar muy claro que no tenemos intención de dañar a estos países", explicó entonces. Pero llegados a este punto nunca darán su brazo a torcer: "Básicamente, lo que estamos haciendo es satisfacer nuestra demanda de electricidad a partir de una de las fuentes de energía más limpias. No podemos darnos el lujo de seguir manteniendo a más de 65 millones de nuestros habitantes en la oscuridad".
Imagen: Olof von Gawinski (Flickr)
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