Cuando hablamos de construcciones colosales, historias como la del helicóptero soviético V-12, el nuevo rascacielos de dos kilómetros de Arabia Saudí o la espectacular The Line son las que más llaman la atención, pero los puentes no se quedan atrás. Además de cumplir una función extremadamente práctica, son geniales obras tanto de diseño como de estética, en muchos casos.
El puente sobre el río Beipan o el megaproyecto de India con 1,3 kilómetros de largo y 35 metros más alto que la Torre Eiffel son dos ejemplos. También entraría en esa categoría el viaducto del Ulla, que no llama tanto la atención a simple vista, pero es una maravilla entre los puentes de su clase.
Puente metálico mixto. Se trata de un puente que une las provincias de Pontevedra y A Coruña, siendo la estructura más emblemático del Eje Atlántico de la alta velocidad española. Su obra fue un pequeño dolor de cabeza para la región, ya que tardó seis años en completarse (el doble de lo previsto) debido a ciertos problemas con el AVE y a la complejidad de su construcción. Finalmente, entró en funcionamiento en 2015.
Es un puente de doble vía que cuenta con más de 20.000 toneladas de acero y una longitud de 1.620 metros. Es el puente metálico más largo de Europa, pero no es metálico puro, sino híbrido debido a sus tres pilas de hormigón sumergidas en el río.
De camuflaje. En la fase de diseño se hizo hincapié en la intención de afectar lo menos posible al espacio natural en el que se ubicaba. La idea era construir un puente que tuviera el mínimo impacto en el medio ambiente, por lo que ese diseño de celosía metálica era el ideal. Sumado a un color verde que lo ‘camufla’ con los alrededores (aunque eso es discutible) y a la distancia de los pilares para entorpecer lo menos posible el cauce del río, lo cierto es que es un puente que puede pasar desapercibido, pero ese es su gran logro.
Récord mundial. Para cubrir la enorme distancia y tener la menor influencia sobre el cauce, los ingenieros se las arreglaron para que la distancia entre los pilares fuera la máxima posible. Entre las dos columnas centrales hay 240 metros y entre las dos adyacentes hay 225 metros respecto a las centrales. Es más de los 208 metros de largo que había entre las columnas centrales del viaducto alemán de Nantenbach y supuso un récord mundial.
Ahora hay que mantenerlo. Como decimos, es la joya del Eje Atlántico, una de más de 100 millones de euros que, pese a los retrasos en su construcción, valió la pena por el tiempo que ahorrará en viajes a los habitantes de la región. Ahora bien, una estructura tan colosal hay que mantenerla, ya que la celosía empieza a mostrar corrosión, y ADIF ha proyectado una inversión de 6,8 millones de euros para ello.
Con este presupuesto, la idea es realizar las labores de inspección y conservación del viaducto, así como reforzar los sistemas actuales gracias a unos carros, escaleras y plataformas por las que se podrá acceder y transitar de forma sencilla al interior del tablero.
Imagen | Adif
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