¿Imagináis un aeropuerto que está en el agua y el único modo de entrar o salir es (aparte de en avión) mediante una carretera y una vía subterránea de ferrocarril que lo comunica con la ciudad? Pues así es el Aeropuerto Internacional de Kansai, una construcción espectacular que se inauguró en 1994 en Osaka, Japón, y que puede que no llegue al 2056. El motivo es que se está hundiendo y que la naturaleza ha vuelto a recuperar algo que le pertenecía.
¿Por qué en el agua? No creas que esto de construir un aeropuerto en el agua es un capricho como la zona de Pal Jumeirah en Dubai, sino algo más parecido a Lynetteholm. El Aeropuerto Internacional de Osaska era el que comunicaba la ciudad con el resto del mundo, pero con la cercanía de las viviendas y las quejas de los vecinos, el Gobierno decidió que había que construir un nuevo aeropuerto. Y lejos. Lo inauguraron en 1994.
Una obra faraónica. Para la construcción se necesitaba construir una isla artificial que, además, fuera resistente a tifones y terremotos. Fue una empresa compleja, pero se destinaron materiales de tres montañas cercanas y más de 15.000 millones de dólares en su construcción. Más adelante eso se elevaría hasta los 20 millones porque se hundía mucho más rápido de lo previsto y había que volver a elevar el terreno.
Problemas desde el minuto uno. Las estimaciones apuntaban a un hundimiento de 5,7 metros una vez todo estuviera construido y los materiales asentados. Cinco años después de la inauguración, vieron que se había hundido 8,2 metros. Casi el doble. Tras 20 años de planificación, era algo tan inaceptable como peligroso para el futuro del aeropuerto. Sin embargo, pareció estabilizarse y de 50 centímetros perdidos cada año pasó a 7 centímetros en 2008.
Tiene una muralla, pero a veces no importa. Ahora bien, no sólo había que luchar contra el peso y confiar en que el fondo marino aguantara, sino que había que construirlo todo para hacer frente a terremotos y tifones. Aguantó muy bien algunos arreones de la naturaleza, pero el tifón Jebi inundó completamente las pistas en septiembre de 2018 y la actividad plena no se recuperó hasta abril de 2019.
Los ingenieros se equivocaron en los cálculos. Cuando en 2003 se vio que el hundimiento reducía el ritmo, se construyó una segunda pista de cuatro kilómetros. Esta hazaña consagró el aeropuerto de Kansai como uno de los monumentos de ingeniería civil del milenio, un galardón de la Sociedad Estadounidense de Ingenieros Civiles. Sin embargo, el ritmo de hundimiento no se detiene y la segunda isla también está en peligro. Además, cada una se está sumergiendo a un ritmo diferente.
Un aeropuerto submarino para 2056. Actualmente, el problema del aeropuerto no son las deudas o que el coste de aterrizaje sea de los más caros del planeta, sino que para 2056 puede que no haya ni aeropuerto. Los ingenieros no acertaron con sus predicciones y el suelo marino no terminó de asentar bien, lo que está provocando que el ritmo de abismado sea constante. De hecho, algunos ingenieros predicen que en 2056 las dos islas estarán al nivel del mar.
Al César lo que es del César: es impresionante. Aunque se han efectuado varios proyectos para intentar mitigar el hundimiento, este parece imparable y, de hecho, han aplicado la máxima de "de perdidos, al río", con nuevas ampliaciones previstas que durarán… lo que duren. Por su parte, la terminal es de las más impactantes del mundo gracias a una longitud de 1,7 kilómetros que simula el interior del ala de un avión.
Imagen de portada | Google Earth
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