Estos últimos años, al hablar de puentes colosales, hay que mirar a China. El gigante asiático está levantando auténticas obras faraónicas con puentes como el de Shenzhen, el puente sobre el Beipan que es el más alto del mundo o el puente colgante de 800 metros con una sola torre. Sin embargo, Europa no va a la zaga, con algunas construcciones impresionantes como el puente-túnel de Oresund o el puente de la Constitución 1812.
Está en Cádiz y no sólo es una pieza impresionante en cuanto a ingeniería, sino muy atractiva.
El proyecto de los 500 millones. Cádiz necesitaba otro puerto. Estaba unido a San Fernando por carretera y por el puente José León de Carranza, pero necesitaban otro puente debido al movimiento de vehículos y a la congestión del Carranza. Durante años se estudió la creación de un nuevo acceso, pero no fue hasta 2008 cuando el proyecto comenzó. Estaba planeado para una apertura en 2012 y con un presupuesto de 270 millones de euros, pero al final se complicó.
Con una longitud de cinco kilómetros y algo más de tres kilómetros sobre el agua, la complicación no estaba sólo en hacer que tuviera una luz generosa por si tienen que pasar barcos de gran gálibo, sino en un tramo desmontable por si acaso Navantia construía barcos con una altura de los más de 69 metros del vano. Al final, el presupuesto se fue hasta los más de 500 millones y se produjo un retraso considerable, inaugurando el puente en 2015.
Un vano enorme. Una de las zonas más imponentes de cualquier puente atirantado es el vano. Es la distancia entre los pilares y, en el caso del puente de la Constitución 1812, se trata de una distancia de 540 metros. Esto lo colocó en su momento como el mayor de Europa, a no mucha distancia de los 856 metros del puente de Normandía y los 560 del puente del Río Antirio en Grecia. Los tres puentes son bastante similares, pero lo que hace único al puente de la Constitución 1812, y algo que lo complicó todo, fue el tramo de quita y pon.
El tramo desmontable. Entre el nuevo puente de la Constitución de 1812 (que anteriormente iba a llamarse puente 'La Pepa') y el Carranza, se encuentra Puerto Real con los astilleros de Navantia. Ciertas embarcaciones no necesitan esa altura de 69 metros para pasar, pero es posible que Navantia sí. Y ahí está el problema… ¿y si creaban algo que superase esa altura o había que transportar algo que no cupiera por el vano?
Ahí es cuando se planteó un tramo desmontable de 150 metros. Se trata de un segmento de más de 4.000 toneladas que disparó el presupuesto y que, en caso de ser necesario su desmontaje, paralizaría el puente durante dos días en una operación de unos 2,5 millones de euros. No es sólo quitar el tramo, sino que hay que dragar la zona para que pase el barco y, cuando la supere, volver a dejarlo como estaba.
Y defensas con duques de alba. El puente es una auténtica maravilla arquitectónica con una altura de 185 metros en sus torres y algo que muchos tenemos presente desde que el puente de Baltimore se viniera abajo es qué ocurriría si a una obra de estas dimensiones le pasara lo mismo. También dependería del tipo de embarcación y hay que tener en cuenta que no es lo mismo un puente de celosía metálica que uno como este, pero los pilones están protegidos por duques de alba.
Es el nombre que reciben las estructuras defensivas de los puentes y, en esta ocasión, se trata de un sistema que protege la pila 12, que es la correspondiente a la parte marítima de la zona atirantada. Está formado por cuatro duques de alba con diez pilotes de 1,5 metros de diámetro y 30 metros de profundidad cada uno.
Imágenes | Miguel Angel Masegosa Martínez, János Korom
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