Durante la última década y media, el ejército estadounidense ha estado desarrollando y mejorando un arma secreta que ahora puede desplegar discretamente en cualquier lugar del mundo. Carece, eso sí, de potencia de fuego, pero su papel en muchas de las operaciones militares de EE.UU. es insustituible.
Su nombre es ABIS (siglas en inglés de Sistema Biométrico de Información Automatizada) y se trata, fundamentalmente, de una base de datos que contiene millones de imágenes de rostros, iris, huellas dactilares e información genética de 74 millones de personas que han estado en contacto con los efectivos militares destacados en el extranjero, ya sean soldados aliados o sospechosos de terrorismo.
Todo empezó en plena ofensiva militar en Iraq y Afganistán en 2004, el jefe del departamento de biometría del Departamento de Defensa de EE.UU., John D. Woodward, escribió en breve informe en el que afirmaba que "en una guerra sin fronteras, uniformes o líneas definidas de batalla, saber quién es un enemigo resulta fundamental".
Luego, desde la entrada en la Casa Blanca de Barack Obama hasta hoy, el ejército estadounidense ha invertido más de 345 millones de dólares en tecnología para el desarrollo de bases de datos biométricas.
Glenn Krizay, director de la Agencia de Defensa Forense y Biometría (DFBA), responsable del mantenimiento de ABIS, lo explica en estos términos en un documento al que tuvo acceso el medio OneZero tras recurrir a la Ley de Libertad de Información:
"Anular el anonimato de nuestros adversarios nos permite optimizar nuestra letalidad. Es como rasgar la red de camuflaje del depósito de municiones del enemigo".
Miles de enemigos identificados gracias a ABIS
Sólo en la primera mitad de 2019, ABIS ha sido usado miles de veces para identificar biométricamente a ciudadanos extranjeros en el campo de batalla. Parte de ellos son miembros de una "Lista de vigilancia biométrica" (entre 2008 y 2017 se añadieron 213.000 nombres nuevos a la lista) que permite identificar automáticamente a personas de interés no sólo en el campo de batalla, sino también mediante sistemas de vigilancia de instalaciones militares y pasos fronterizos.
A eso se le suma que ABIS está conectada a la base de datos biométricos del FBI (que a su vez está conectada a la de múltiples policías estatales y locales) y que actualmente trabaja para hacer lo propio también con la de la NSA. De este modo, una agencia estadounidense prácticamente desconocida para el gran público estaría construyendo un sistema de vigilancia de ámbito prácticamente global, que sigue recogiendo nuevos datos allí donde su ejército se encuentra desplegado.
Según un informe de la Oficina de Responsabilidad del Gobierno de EE.UU., su Departamento de Defensa ha detenido o matado a más de 1.700 personas en todo el mundo entre 2008 y 2017 gracias a indicios biométricos. Pese a eso, las pruebas llevadas a cabo por el el Instituto Nacional de Estándares y Tecnología (NIST) indican que el sistema de ABIS aún comete bastante errores en poblaciones muy concretas, como las mujeres afroamericanas, a causa de sesgos raciales y de género.
Vía | OneZero
Imagen | The U.S. Army / Sgt. Catherine Threat
Ver todos los comentarios en https://www.xataka.com
VER 4 Comentarios