OpenAI fue fundado en 2015 por Elon Musk, Sam Altman (CEO de Y Combinator) y otros emprendedores de Silicon Valley como una entidad carente de ánimo de lucro con la misión de llevar a cabo investigaciones en el campo de la inteligencia artificial, para lo cual dependían hasta ahora de mecenas acaudalados.
Sin embargo, acaban de anunciar su decisión de crear una empresa vinculada a la misma, capaz de operar con ánimo de lucro y así poder atraer capital riesgo y recompensar a los empleados con opciones sobre acciones.
"Tendremos que invertir miles de millones de dólares en los próximos años en cloud computing a gran escala, atraer y retener a personas con talento y construir supercomputadores de IA", rezaba su comunicado de ayer. El jefe científico de OpenAI, Ilya Sutskever, explicaba además en una entrevista que
"para realizar investigación de punta en inteligencia artificial se necesitan enormes gastos en computación; creamos esta estructura para captar la cantidad de dinero que necesitaríamos para seguir siendo competitivos".
La competición por los cerebros aumenta los salarios
A eso se le suma que la creciente competencia para contratar a los mejores talentos (OpenAI ya cuenta en su plantilla con más de 100 empleados) ha elevado los salarios del sector de la inteligencia artificial a cotas antes sólo accesibles para profesionales del deporte y el espectáculo. Se sabe, por ejemplo, que OpenAi pagó al propio Ilya Sutskever casi 2 millones de dólares en 2016.
Hoy por hoy, los mejores investigadores del campo del machine learning trabajan para las grandes compañías de Silicon Valley, compañías que -al contrario que entidades sin ánimo de lucro como OpenAI- pueden ofrecer a sus empleados opciones de compra de acciones. Greg Brockman, presidente de OpenAI, explicaba así la decisión a la que se enfrentaban sus investigadores:
"Una cosa es hacerlo por un período de tiempo, pero cuando hay de por medio una familia, necesitas buscar modos de asegurarte de que las personas estén poniendo su corazón y su alma en la organización".
El comunicado hecho público ayer anunciaba que la organización sin ánimo de lucro (OpenAI Inc). seguirá siendo la única accionista con capacidad de controlar la nueva empresa (OpenAI LP). Más aún: si algún miembro del consejo de administración de la primera fuera también inversor de la segunda, no se le permitirá votar en las decisiones que afecten la relación entre ambas.
Coincidiendo con todos estos cambios, además, Sam Altman ha abandonado su cargo al frente de Y Combinator para centrarse en su papel como CEO de OpenAI.
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