Cada vez más tareas que antes realizaban los humanos están quedando en manos de inteligencias artificiales. Un ejemplo paradigmático son las finanzas, donde la palabra "algoritmo" evoca una eficacia y rapidez sobrehumanas que seducen a muchos inversores.
Pero, ¿a quién culpar cuando éstos empiezan a perder dinero? Hace unos días se presentó la primera demanda al respecto: quizá a partir de abril de 2020 (cuando se espera la sentencia) podamos contar con un precedente legal.
El demandante se llama Samathur Li Kin-kan, un magnate hongkonés del sector inmobiliario (su fortuna se valora en unos 3000 millones de dólares) que en 2011 protagonizó el divorcio más caro del mundo (147 millones), y que 6 años después volvió a copar titulares tras adquirir el coche más caro jamás fabricado (un Rolls-Royce Sweptail de 12,8 millones).
Pero esas no han sido las únicas extravagancias a las que ha dedicado parte de su fortuna: también confió parte de la misma a una inteligencia artificial. Y perdió varios millones por ello.
El demandante alega que la compañía exageró las capacidades de un superordenador
Kin-kan conoció en marzo de 2017 a Raffael Costa, CEO y fundador de Tyndaris Investments, quien le habló del lanzamiento de un 'fondo de cobertura robot' gestionado por un superordenador llamado K1.
Desarrollado por la compañía austríaca 42.cx, K1 se dedicaba a 'peinar' redes sociales y fuentes de noticias en busca de información que le permitiera medir el sentimiento de los inversores y hacer predicciones sobre futuros de acciones de Estados Unidos; una vez procesada y valorada la información, debía enviar instrucciones a un broker e ir ajustando su estrategia en base a los resultados.
Tras mostrarle a Kin-kan simulaciones de mostraban que K1 podía obtener retornos de dos dígitos, el multimillonario aceptó que esta IA gestionase 2.500 millones de dólares (un 10% de su propia fortuna, y el resto de Citigroup).
K1 empezó a gestionar todo ese dinero a finales de 2017, pero para febrero de 2018 kin-kan ya se había arrepentido de confiar en Costa y se había retirado del 'fondo de cobertura robot' de Tyndaris: en ese período, las malas decisiones de la IA le habían hecho perder dinero prácticamente todos los días (un día, particularmente malo, perdió más de 20 millones de dólares de un plumazo).
A principios de este mes, Kin-kan presentó una demanda con Tyndaris por valor de 23 millones de dólares: le acusa de haber exagerado las capacidades técnicas del superordenador K1.
Los abogados de esta compañía, por su parte, han contratacado con una demanda por valor de 3 millones de dólares (en concepto de honorarios no pagados), y niegan que Raffael Costa exagerase las capacidades de K1: alegan que nunca se le garantizó a Kin-kan que la estrategia trazada por la inteligencia artificial le haría ganar dinero.
Según los abogados de Kin-kan, Costa se ganó su confianza afirmando que los desarrolladores del algoritmo de K1 habían estado implicados también en el desarrollo de Deep Blue, el superordenador de IBM. Pero Daniel Mattes (fundador de 42.cx) niega dicha vinculación, y los abogados de Tyndaris se ha negado a comentar este dato a Bloomberg.
Vía | Bloomberg
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