El experimento supone una importante mejora en la tecnología, pero la tasa de éxito es nimia
A lo largo de los últimos 30 años la clonación ha ido pasando del reino de la ciencia ficción al de la ciencia del día a día. Sin embargo esta tecnología aún es elusiva en muchos aspectos. Ahora un equipo chino de investigadores acaba de anunciar un paso significativo en el desarrollo de estas tecnologías.
Clonado. Un equipo de científicos liderado por investigadores de la Academia de Ciencias China en Shanghai acaba de anunciar su éxito a la hora de clonar un ejemplar de macaco Rhesus (Macaca mulatta). Se trata de una de las primeras clonaciones exitosas de un primate y abre un nuevo horizonte no solo para el campo de la clonación.
Dos años. El anuncio se ha producido pasados dos años del nacimiento del primate, un ejemplar sano según anunciaban los científicos, clonado a partir de células somáticas a partir de la tecnología de la transferencia de núcleos de células somáticas en el cuerpo.
La tecnología empleada en este sentido no es muy distinta a la utilizada en experimentos semejantes previos, como el que dio lugar al nacimiento de la oveja Dolly en 1996.
Según explican los responsables del estudio, este experimento servirá para “avanzar en nuestro conocimiento sobre los mecanismos de la clonación reproductiva de los primates y podría ayudar a mejorar su eficiencia”.
Seis años después. La cuestión de la eficiencia no es baladí. Como recuerda el Lluís Montoliu, investigador del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC) y del CIBERER-ISCIII en declaraciones recogidas por Science Media Centre España, esta no es la primera ocasión en la que se clona un primate. Ya en 2018 el mismo equipo de la Academia de Ciencias China lograba clonar un ejemplar de macaco cangrejero (Macaca fascicularis).
El problema es que en aquella ocasión la eficiencia del proceso fue del 1,5%, una cifra peor incluso que la obtenida dos décadas antes por el equipo que clonó a Dolly.
Ahora, seis años después de esta primera clonación, este equipo ha logrado repetir su éxito con otra especie. Eso sí, la eficacia del proceso ha sido aún menor en esta ocasión, rondando el 1%.
SCNT. Para llevar a cabo esta clonación, los investigadores analizaron primero bases de datos con información epigenética de embriones en fase de blastocisto, comparando aquellos formados por fecundación in vitro con los clonados con la técnica de la transferencia SCNT. Con ello trataron de encontrar los errores en el acceso y lectura de la información genética por parte del embrión clonado y su placenta, la cual se desarrolla a partir de las células que rodean al propio blastocisto.
Tratando los embriones con dos compuestos adicionales (denominados Tricostatina A y Kdm4d) lograron introducir cambios en el estado epigenético de estos para así solventar posibles complicaciones. Los detalles de este proceso han sido publicados en un artículo en la revista Nature Communications.
De la oveja al macaco. Durante las últimas décadas hemos sido testigos de numerosos hitos en clonación, entre los que se encuentran las sucesivas clonaciones de diversas especies de mamíferos. Dolly fue el animal que abrió la veda, y desde entonces han sido clonados cerdos, cabras, vacas, gatos, caballos e incluso muflones y hurones.
¿Y clonar humanos? La clonación humana aún pertenece al ámbito de lo especulativo, de la ciencia ficción, y de los debates sobre bioética: aún estamos lejos de clonar personas. Como señala Montoliu, “es sumamente difícil tener éxito con estos experimentos, con eficiencias tan bajas, nuevamente descartando la clonación de seres humanos”.
Además de las severas limitaciones con las que cuenta aún esta metodología, como la baja tasa de éxito, un importante motivo por el cual este nuevo avance no nos acerca mucho a la clonación humana es otro de los aspectos mencionados por Montoliu: la imposibilidad de realizar experimentos como este en el contexto europeo. El motivo de esto es la legislación actual sobre experimentación en primates no humanos, restringida a la investigación de enfermedades graves.
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Imagen | Nature Communications
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