En algún momento entre el 664 y el 525 a. C., un artesano echó la llave del taller donde trabajaba y ya nunca más se volvió a abrir. Esto sería un detalle sin importancia, si el taller no hubiera estado en Saqqara (el emplazamiento de la necrópolis principal de la ciudad de Menfis) o si ese artesano no hubiera sido embalsamador.
Ahora, un equipo de egiptólogos acaban de analizar las entrañas del lugar y acaban de encontrar claves importantísimas para entender uno de los grandes misterios del Antiguo Egipto: cómo se hacía exactamente una momia.
Porque... ¿cómo se hace una momia? Si algo tenía el proceso de momificación en el antiguo Egipto es que era largo (más de 70 días), complejo e implicaba muchísimos pasos. Había que lavar y purificar el cuerpo. Licuar el cerebro con una varilla y extraer la pulpa de dentro del cráneo.
También había que extraer los órganos interiores y curarlos y almacenarlos; desinfecta el interior del cuerpo con agua y vino; y usar natrón y lino y resina y mirra y muchas otras cosas para mantener la forma, absorber los líquidos, eliminar bacterias y detener la descomposición... Se trata de un proceso afinadísimo que conlleva decenas de pasos, técnicas y sustancias.
Tantos que, aunque nos han llegado manuales antiguos y los análisis de los residuos orgánicos de las momias han aportado algo de luz, nunca hemos llegado a tenerlos claros.
Un golpe de suerte. En lo que solo puede definirse como eso, como "un golpe de suerte", Maxime Rageot, Philipp Stockhammer y su equipo han tenido la oportunidad de examinar 31 vasijas de cerámica de lo que parecía un taller de embalsamamiento en Saqqara (Egipto). En el exterior de las vasijas podían verse textos inscritos con textos con el nombre de las sustancias o que detallaban acciones que hacer con las sustancias que los contenían ("poner sobre la cabeza", "vendar con ello", etc...).
Todo un manual de instrucciones. Analizando esas "instrucciones" y los residuos que contenían, los investigadores han podido desvelar no sólo qué sustancias químicas se usaban durante la momificación; sino cómo se mezclaban, nombraban y aplicaban.
Por ejemplo, se identificaron diferentes mezclas para lavar la cabeza y el cuerpo, para suavizar la piel antes de la desecación o para embalsamar la cabeza (estás últimas incluían sustancias como la resina de elemí, la resina de pistachero, algunos subproductos del enebro o la cera de abejas) .
La economía de la muerte. El mapa general que emerge de este descubrimiento es muy interesante. Sobre todo, porque confirma que una buena cantidad de sustancias y elementos no se fabricaban en Egipto, sino que había que importarlos desde Oriente Medio, las regiones subtropicales de Asia o los confines del Mediterráneo.
Es decir, existía todo un comercio internacional orientado única y exclusivamente a alimentar los procesos de momificación. Es una constatación del papel de las creencias, los rituales y las religiones en la creación de las primeras redes comerciales transcontinentales de la Historia.
Imagen | Alyssa Bivins
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