En su día, allá por el siglo XVI, el San Giacomo di Galizia era un buque de guerra fabricado en Nápoles, una nave de 34 metros de eslora y 11 de manga que viajaba con una tripulación de varios cientos de hombres. Hoy, más de 400 años después de su naufragio frente a las costas gallegas, es algo bien distinto: una "ventana al pasado". O al menos así lo consideran los expertos del CSIC que se han dedicado a investigar el pecio y analizar sus materiales y lo que queda de su carga, pequeños vestigios que les sirven para explicar cómo era la vida en una galeón del XVI.
Gracias a ellos hoy podemos saber por ejemplo cuál era el menú que solía servirse a bordo del San Giacomo di Galizia antes de acabar en el fondo del Atlántico.
¿Qué es el San Giacomo di Galizia? Un pecio con un considerable valor histórico. Hoy quizás no sea más que un cúmulo de restos que descansan en el Atlántico, frente a las costas de Galicia, pero en su día El San Giacomo di Galizia fue un buque de guerra con un tamaño sensiblemente mayor que La Pinta, la Niña o la Santa María, las embarcaciones que utilizó Cristóbal Colón en su viaje de 1492. Según una presentación publicada en la web del propio CSIC, El galeón medía 33,4 metros de eslora por 11,4 m de manga con un arqueo de 1.090 toneladas.
"Una sofisticada máquina de guerra flotante del XVI", precisan los expertos, una embarcación de factura napolitana y capaz de transportar a bordo a varios cientos de tripulantes. Su fuerza no le impidió sin embargo acabar de la peor de las formas posibles: bajo el agua. Se hundió en noviembre de 1597 frente a la costa gallega tras combatir con tres naves holandesas y una británica y refugiarse poco después, ya dañada, en Ribadeo. Sus restos descansan ahora en el estuario de esa villa.
¿Por qué es noticia? Porque allí donde la mayoría veríamos los restos de un viejo galeón hundido, el CSIC ha encontrado una auténtica "ventana al pasado". Sus expertos llevan tiempo estudiando los vestigios del navío, una exhaustiva labor de análisis que se desarrolla a la vez en las profundidades del mar, los laboratorios y los archivos que nos han permitido conocer mejor la historia del buque. Motivos tienen para hacerlo. Como reconoce el CSIC, el yacimiento subacuático brinda una oportunidad "excepcional" para estudiar un navío de guerra del siglo XVI.
Yacimientos como el de San Giacomo di Galizia —reivindica Ana Crespo Solana, del Instituto de Historia (IH-CSIC)— ofrecen auténticas "cápsulas históricas del tiempo" que nos ayudan a remontarnos siglos atrás y asomarnos a cómo era la vida en un galeón de finales del XVI. "Ofrecen una riqueza de datos sobre la cultura material de la época, las dinámicas a bordo, prácticas marítimas, las redes comerciales, los comportamientos y conocimientos náuticos".
¿Y qué han encontrado? Una pista valiosa sobre cómo se alimentaban los tripulantes de un galeón del XVI. Durante su análisis el CSIC recuperó 78 huesos de animales de entre los restos del San Giacomo, un hallazgo que podría parecer menor pero tiene mucho que decirnos de las costumbres a bordo del buque. Tras analizar los restos en el Laboratorio de Arqueobiología, los expertos descubrieron que esos restos pertenecen a vacas, corderos, cerdos, un ganso y una merluza.
¿Qué nos dice eso? Primero, que el ganado tenía un papel fundamental como fuente de proteínas para la tripulación. Segundo, que dado el elevado número de restos de vaca que se encontraron en el yacimiento de Ribadeo, la de vacuno era probablemente una de las carnes que más se servía en el comedor del barco.
¿Hay más? Sí. Los investigadores no solo han identificado a qué animales pertenecen los huesos, también han sacado conclusiones muy interesantes de su análisis. Una de las más curiosas es que han reconocido partes de animales con un "valor cárnico" bajo, como cráneos o extremidades distales de las patas. De nuevo podría parecer un hallazgo irrelevante, pero para el CSIC plantea una posibilidad interesante: que se hayan descubierto partes de animales con tan poca carne, tan magras que resulta difícil creer que alguien las hubiese incluido en una lista para abastecer la despensa, ¿significa que el galeón transportaba ganado vivo?
¿Menús en función del rango? La presencia de ganado a bordo del San Giacomo no es la única idea que deja botando el CSIC. Al analizar los huesos, los científicos observaron marcas de troceado que les llevan a pensar en porciones de carne pequeñas y manejables, lo que les hace plantearse a su vez que los métodos de cocción más habituales fueran la ebullición y el guiso. Eso sí, las raciones podrían haber variado en función del cargo que ostentara el comensal.
"Los datos denotan el probable consumo de carne tierna de vaca y cordero, indicando diferencias entre la alimentación de los oficiales de alto rango y el resto de la tripulación", abunda el CSIC, que desliza otra idea: los expertos recuperaron un tarso metatarso de ganso, un hueso sin "rendimiento cárnico" que les lleva de nuevo a pensar en que en el navío podía haber aves de corral vivas. Y no solo eso. El hallazgo de una vértebra de merluza también les anima a especular con que la embarcación podría disponer de una provisión de pescado seco para sus viajes.
¿Es todo comida? No. Durante su análisis, Ana Crespo, Marta Moreno y Sagrario Martínez, las tres expertas del CSIC —las dos primeras del IH, la tercera del IEM— que han liderado la investigación, encontraron piezas de cerámica. En concreto, han dado con fragmentos de manufactura portuguesa, vasijas para almacenar agua y conservar alimentos durantas las travesías marítimas.
"El estudio de las cerámicas y algunas piezas metálicas apuntan a diferentes técnicas de producción y a una importante cadena de conocimientos y mano de obra en su elaboración", comenta Crespo. El análisis químico y de los minerales mostró también piezas que pudieron servir para almacenar aceite y vajillas que demuestran el uso de cerámica en la vida cotidiana de un barco militar.
Imágenes de portada: Christine Heamagi (MALtd), Proyecto ForSEAdiscovery-CSIC / Xunta de Galicia y Wikipedia
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