El CERN (Organización Europea para la Investigación Nuclear) quiere ser un centro de investigación respetuoso con el medioambiente. No es un propósito nuevo para los investigadores que desarrollan sus proyectos en esta institución, pero los desafíos que plantea este objetivo en una instalación con esta envergadura son titánicos. Y en gran medida los responsables son los gigantescos detectores de partículas ATLAS y CMS.
Los investigadores que forman parte de estos experimentos cooperan desde que se produjo el descubrimiento del bosón de Higgs con el propósito de describir con la máxima precisión posible las propiedades de esta partícula. Una parte muy importante de su trabajo consiste en entender los mecanismos que intervienen en el decaimiento de este bosón debido a que se desintegra para dar lugar a la producción de otras partículas.
Los físicos del CERN sospechan desde que se descubrió el bosón de Higgs que entender bien su decaimiento es muy importante, y los experimentos que han llevado a cabo en los detectores ATLAS y CMS lo confirman. Sin embargo, más allá de su indiscutible utilidad en este y otros proyectos, estas complejísimas máquinas tienen una característica que no debemos pasar por alto: son las responsables de la mayor parte de las emisiones contaminantes del CERN.
La estrategia del CERN es de lo más ingeniosa
Los gases que intervienen en el proceso de detección de las partículas en el interior de los experimentos ATLAS y CMS, y también los que se emplean para refrigerar estas máquinas, son altamente contaminantes. La mayor parte de ellos son refrigerantes sintéticos, en particular gases fluorados que tienen un impacto pernicioso en el medioambiente. Por esta razón a lo largo de su historia el CERN ha diseñado varias estrategias para reducir sus emisiones y promover la recirculación de estos gases y su recuperación.
El dióxido de carbono también contamina, pero mucho menos que los gases fluorados
Sin embargo, el proyecto más ambicioso en este ámbito nació en 2017. Y es que ese año los técnicos de esta institución se plantearon reemplazar los refrigerantes sintéticos utilizados en los detectores ATLAS y CMS por dióxido de carbono. Sí, este gas también contamina, pero mucho menos que los gases fluorados. De hecho, contamina miles de veces menos, por lo que es una alternativa muy apetecible a esas sustancias refrigerantes tan dañinas. El problema, porque hay un problema, es que reemplazar los refrigerantes sintéticos por dióxido de carbono no es sencillo.
La envergadura de este proyecto ha implicado a varios grupos de trabajo del CERN, como el de Refrigeración y Ventilación del Departamento de Ingeniería o el de Tecnología de Detectores del Departamento de Física Experimental. Y también a algunas empresas externas. Afortunadamente, su plan va por buen camino.
En la fotografía de portada de este artículo podemos ver los equipos instalados en la azotea del detector CMS como parte del nuevo sistema de refrigeración con dióxido de carbono. Los equipos subterráneos comenzarán a ser reemplazados en 2025, durante la fase de inactividad del detector, y cuando el proyecto concluya el CERN ahorrará el equivalente a la emisión de 40.000 toneladas de dióxido de carbono al año. No está nada mal.
Imagen | CERN
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