Ayer, mientras el mundo esperaba los detalles del movimiento de Google y las reacciones Huawei, el presidente chino Xi Jinping visitaba una pequeña explotación de tierras raras en la ciudad de Ganzhou, al sureste del país. Las especulaciones se dispararon: ¿Se trataba de una amenaza velada? ¿Una visita rutinaria? ¿El teaser del siguiente movimiento del gigante chino en esta guerra comercial?
Poco saben la respuesta, pero muchos analistas coinciden de que el movimiento no es casual. Las tierras raras en general son imprescindibles para la producción de todo tipo de productos electrónicos y las exportaciones chinas en concreto representan en torno al 80% no solo de las necesidades de Estados Unidos, si no del mundo entero. ¿En qué punto estamos? ¿Qué papel juegan estos minerales en la guerra comercial que ya está en marcha?
La dueña y señora del mercado
Las tierras raras son un conjunto de 17 minerales que, por sus propiedades naturales, tienen un papel calve en la fabricación de numerosos dispositivos electrónicos que van desde teléfonos móviles u ordenadores a células electrovoltaicas. En 2017, como decía, China produjo más del 80% de la oferta mundial. Y eso que, en los últimos años, China ha perdido preeminencia en el mercado (en 2010 controlaba más del 95%) por el incremento decidido de la producción y las exportaciones australianas.
Sin embargo, se estima que China sólo representa un 50% de las reservas mundiales de tierras raras. Lidera la lista, pero países como Brasil, Rusia, Vietnam o India le siguen de cerca en cuanto a yacimientos conocidos. Reservas que no han sido explotadas por el enorme impacto ambiental que tiene su extracción: estamos hablando de una bajísima concentración de los minerales en las tierras, por lo que se requiere mover cantidades ingentes de tierra y emplear muchísima agua en su lavado. Explotar estas reservas es casi sinónimo a catástrofe medioambiental (algo que esta causando mucho debate en Australia) y es una de las claves del liderazgo del chino en el mercado.
Por eso, analistas como Yang Kunhe de Pacific Securities Co explicaba en Bloomberg que la visita de Xi Jinping debía ser entendida una "señal de advertencia" a EEUU sobre posibles restricciones en el suministro de las tierras. Sin embargo, es una "bomba nuclear" con consecuencias imprevisibles: China tiene un peso descomunal en el litio y el cobalto además de en estos 17 minerales; o, lo que es lo mismo, en el futuro de la movilidad, la energía y la tecnología del futuro.
¿Hora de pensar seriamente en la minería urbana?
Desde 2015 y con un pequeño pico en 2017, los precios de las tierras raras han permanecido estables pese al crecimiento de la demanda. Esto ha hundido la viabilidad económica de nuevas explotaciones (y de iniciativas de recuperación) consolidando el papel clave del país en las nuevas tecnologías. No obstante, los planes del Gobierno Chino ya incluían limitar la producción de todos los elementos de tierras raras a 140,000 toneladas métricas antes de 2020.
Esto son 20,000 toneladas métricas respecto de los niveles actuales, pero con el importantísimo crecimiento del sector que estamos viviendo (coches eléctricos, altavoces, células fotovoltaicas o turbinas eólicas) lo cierto es que el problema de demanda está a la vuelta de la esquina. Y sin necesidad de un conflicto geopolítico que podría ser muy parecido a la 'crisis del petróleo' del 73.
Durante años hemos hablado de la oportunidad de impulsar la minería urbana para rescatar todos los materiales que eran desechados en los sucesivos ciclos de vida de los dispositivos. En los últimos años, los precios de las materias primas lo han hecho inviable, pero a la luz da la vulnerabilidad tecnológica de lugares como Europa o América Latina, habría que empezar a desarrollar proyectos estratégicos que vayan un poco más allá.
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