Aceptar el fracaso es una mala estrategia. A no ser que lo acompañemos de algo más
"Acepta el fracaso", decía Sundar Pichai hace un par de años en 'View From The Top', un podcast de la Escuela de Negocios de Stanford. A simple vista, podía parecer una frase vacía más de esas que sueltan a veces los CEOs en charlas con estudiantes. Y lo habría sido si no fuera por la frase siguiente: "recompensa el esfuerzo, no los resultados".
Y es que esa sencillísima frase cambia todo por completo.
Fracasar está bien, pero no es una estrategia. Y no lo es, básicamente, porque no es sostenible en el tiempo. Una empresa no puede fracasar y fracasar y seguir fracasando sin tener claro que, más tarde o más temprano, le van a llamar a la puerta sus accionistas y sus acreedores.
'Aceptar el fracaso' puede ser parte del proceso (para "fomentar la innovación" y evitar que "las empresas se vuelvan más conservadoras según crecen", como decía Pichai), pero la estrategia debe ser más amplia: la estrategia más exitosa está, de hecho, en centrarse en el esfuerzo.
¿Esfuerzo? ¿Qué tiene que ver con el esfuerzo? Hace unos días días, Michael Inzlicht y su equipo publicaban una investigación en Nature Human Behaviour en la que mostraban que las personas pueden aprender a preferir tareas que requieran esfuerzo. Esto es un poco contraintuitivo porque tendemos a pensar que 'esfuerzo' y 'recompensa' están íntimamente relacionados. ¿Para qué íbamos a esforzarnos por esforzarnos? ¿No es cierto que la gente, como el agua, siempre tiende moverse por donde menos resistencia encuentra?
Son excelentes preguntas... para planteárselas a corredores de ultramaratones, por ejemplo. Es decir, hay un montón de actividades humanas en las que la recompensa es tan ridícula en comparación con el esfuerzo que requieren que sencillamente es imposible sostener esa idea (sin añadirle 'hipótesis auxiliares').
De hecho, estirando el hilo, podemos encontrar muchas personas que consideran el hecho de esforzarse como algo lleno de sentido. Por eso, en los últimos años los psicólogos han estado trabajando en la idea de que el esfuerzo pueda ser algo valioso en sí mismo. No solo eso, han intentado saber cómo puede cultivarse ese tipo de actitudes y si no es mejor que centrarse solo en el resultado (y la recompensa).
¿Entonces? Lo que el equipo de Inzlicht y su equipo han descubierto es que recompensar a las personas por su disposición a esforzarse (en lugar de recompensar resultados o desempeño) hace que elijan tareas que exigen esfuerzo incluso cuando la recompensa ya no está disponible o las tareas son distintas a las que se han reforzado.
Es decir, si se refuerza consistentemente el esfuerzo, la voluntad del esfuerzo puede aprenderse y generalizarse a la vida en general. Es decir, esto sí es una estrategia (que incluye aceptar el fracaso - por ser irrelevante), pero que va más allá.
Centrarse en el esfuerzo. En este sentido, como dice el catedrático de la Universidad de Granada Jose César Perales, esta es la idea clave de tantísimas actividades (muy especialmente las relacionadas con el deporte o las enseñanzas artísticas en la infancia y la juventud), pero también en los proyectos de personalidad personal.
No es solo que lo mejor es centrarnos en aprender a vivir más allá de las recompensas, eso ya lo sabíamos. Es que se puede entrenar y eso es una gran noticia.
Imagen | Marc Rafanell Lopez
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