Mira la imagen de portada. No dice gran cosa, lo sé, y más allá de una vasta, aburrida y monocromática lengua de arena con el río Nilo como único punto de color no evoca demasiado. Un punto perdido en Sudán, situado a unos 370 kilómetros del Mar Rojo y a escasos 280 de la frontera con Egipto. Sin más. Esa esquina remota y perdida quizás haya tenido sin embargo un papel clave en la historia. Es más, podría ser el primer capítulo. Al menos, por lo que sabemos a día de hoy. ¿Por qué? Es el lugar al que se han remontado un grupo de investigadores de Oxford en su empeño por crear un gigantesco árbol genealógico que incluye varias decenas de millones de ancestros.
El equipo británico, que acaba de publicar sus conclusiones en Science, se ha dedicado a aplicar modelos informáticos a un extenso listado de 6.500 genomas, tanto modernos como antiguos, para crear una enorme genealogía. En total abarcaron más de 215 poblaciones humanas con el propósito de ver cómo están vinculadas y registrar los cambios genéticos. Gracias a los algoritmos estimaron la ubicación de los ancestros comunes y tejieron una tupida red de casi 27 millones de individuos.
Un árbol genealógico con millones de historias
¿A dónde les llevó su investigación? Pues a un grupo de homínidos que vivieron en el noreste de África hace más de un millón de años. Es más, en el artículo aportan incluso unas coordenadas concretas: 19.4N, 33,7E, un área perdida de Sudán, a cerca de 400 kilómetros de Jartum. A vista de Google Earth no es más que una región desértica enclavada a escasos 30 km del Nilo.
¿Significa eso que es la cuna de la humanidad? Como mínimo, explican los investigadores, demuestra que "la estructura del árbol profundo está centrada geográficamente en África" y los hallazgos son compatibles con los primeros fósiles modernos del este y norte de África.
Las coordenadas exactas, eso sí, pueden no ser las definitivas. Los autores reconocen que su muestreo de África no es homogéneo y que si se alteran los datos "el centro de gravedad geográfico" podría desplazarse. También señalan que migraciones como la expansión Bantú, entre otras, quizás hayan alterado el dibujo y distorsionado la distribución original de nuestros ancestros. Aunque se han localizado restos antiguos de homínidos en Sudáfrica, habitualmente se señala como "cuna" de la humanidad el Valle del Rift de Kenia y Botsuana, un espacio rico en vestigios.
Que el "tiro" aún pueda ajustarse no quita mérito ni validez al trabajo del equipo de Oxford. Nos ayudan a rastrear los orígenes de la diversidad genética humana y cómo se han relacionado entre sí nuestros antepasados más primitivos. "Básicamente, hemos construido un gran árbol genealógico, una genealogía para toda la humanidad que modela tan exactamente como podemos la historia que generó todo la variación genética que encontramos en los humanos hoy en día", explica Yan Wong, genetista evolutivo del Big Data Institute y uno de los autores del estudio de Science.
Para su estudio, el equipo echó mano de ocho bases de datos con 3.609 secuencias genómicas individuales de 215 poblaciones. Las muestran tienen una antigüedad amplia, de entre 1.000 y más de 100.000 años. Ahora, y con los primeros resultados sobre la mesa, los científicos quieren seguir completando el mapa, incorporando nuevos datos genéticos. "A medida que mejore la calidad de las secuencias genómicas de las muestras de ADN modernas y antiguas, los árboles serán aún más precisos y podremos generar un mapa único que explique la descendencia de toda la variación genética humana que vemos hoy en día", anota Anthony Wilder Wohns, su autor principal.
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