La Gran Pirámide de Guiza en Egipto no sólo es la única de las “siete maravillas del mundo antiguo” que ha perdurado hasta nuestros días. Es también, la primera en ser construida. El hecho de que esta estructura fuera erigida con las herramientas propias de quienes vivieron hace 4500 años es sorprendente y ha dado lugar a toda clase de teorías y especulaciones.
Lo cierto es que poco a poco vamos desvelando las técnicas y herramientas que los antiguos habitantes de la cuenca del Nilo utilizaron para construir la tumba de varios faraones de la cuarta dinastía en gobernar Egipto. Gracias a la ingeniería inversa sabemos, por ejemplo, cómo alinearon estas construcciones de manera “casi perfecta”.
Ahora sabemos también cómo lograron transportar las inmensas piedras con las que se construyeron estas pirámides desde las canteras hasta el lugar elegido para el “eterno descanso” de los faraones. La clave en este caso ha sido la geografía.
Según un trabajo realizado por un equipo internacional de geólogos, los egipcios aprovecharon los recursos fluviales dados por una ramificación del Nilo ya desaparecida, la rama de Keops o Jufu. Según el trabajo de los arqueólogos esta rama habría sido estable y habría permitido a los constructores de las pirámides transportar los materiales hasta las inmediaciones a las pirámides.
La idea de que los egipcios habían aprovechado alguna forma de canalización o las crecidas del Nilo para transportar materiales hasta la explanada donde se erigen las pirámides no es nueva. Sin embargo, la existencia de un cauce natural que evitara la necesidad de construir enormes infraestructuras hidráulidas habría facilitado la construcción de la necrópolis.
El recorrido presente del Nilo lo aleja a siete kilómetros de donde los arqueólogos creen que estarían los puertos fluviales donde descargaban los materiales. La construcción de esta canalización habría sido en sí misma una labor faraónica.
“Habría sido muy difícil, si no imposible, construir las pirámides sin la ramificación de Jufu y sin ésta tener un buen nivel [de agua], lo que provee de suficiente espacio para que los barcos transporten bloques de piedra tan pesados”, señalaba en declaraciones al portal Live Science Hader Sheisha, coautora del estudio, publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.
En él detallan cómo fueron las plantas las que delataron la existencia de esta ramificación del Nilo. Los investigadores responsables del descubrimiento analizaron los estratos sedimentarios en distintos puntos situados entre la necrópolis y el curso moderno del río.
Los investigadores estudiaron los sedimentos acumulados durante los últimos 8000 años y encontraron en los estratos correspondientes al siglo 26 a.e.c. restos vegetales (polen) correspondientes a especies que habitan ecosistemas fluviales, marismas y lagos. Estos restos indicarían la presencia de un cuerpo de agua estable en la zona, en este caso la ramificación de Keops.
Otro aspecto en el que la investigación concuerda con estudios arqueológicos previos es en señalar que el Egipto antiguo era mucho menos árido de como tendemos a imaginarlo. Según el análisis la ramificación de Keops habría seguido inundada hasta aproximadamente el siglo XIV a.e.c., para ir decayendo entre el reinado de Tutankamon y el final del periodo dinástico en Egipto.
A pesar de ello nuevos estudios serán necesarios para afianzar esta tesis, y es que atinar con precisión suficiente para el análisis historiográfico (es decir, en este caso con una precisión de unos pocos cientos de años a lo sumo) no es tarea fácil.
Quizá nunca sepamos todos los detalles sobre esta enigmática construcción, pero estudio a estudio comenzamos a ver que esta maravilla arquitectónica fue obra del ingenio y del esfuerzo de antepasados que nos precedieron hace más de cuatro milenios. Una obra digna del asombro y la curiosidad que genera.
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Imagen | Mark Fischer
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