Todos sabemos que Colón descubrió América en 1492. También sabemos que no fue el primero en llegar. Miles de años antes (no sabemos muy bien cuando), los antepasados de los nativos americanos cruzaron el puente de Beringia para asentarse en esa tierra. Durante la edad media, exploradores escandinavos también tantearon las costas norteamericanas.
La llegada de los rapanui. Ahora, un estudio genético acaba de revelar la llegada al continente de otro grupo hacia el siglo XIII, los rapanui, los habitantes de la isla de Pascua o Rapa Nui para este grupo nativo. El estudio arroja algo de luz sobre dos de los grandes enigmas que plantea este pequeño grupo polinesio.
Los rapanui llegaron a la isla de Rapa Nui, bautizada por los europeos como “isla de Pascua” y también conocida como Te Pito o Te Henua. La isla está ubicada a unos 3.700 km de la costa oeste de Sudamérica y hoy en día pertenece a Chile. Este grupo originario llegó a ella sin diversos archipiélagos del Pacífico.
El primero de los enigmas es el de en qué medida los rapanui interactuaron con sus “vecinos”, los grupos indígenas precolombinos de Sudamérica. El segundo de estos es el relacionado con la hipótesis del colapso ecológico.
15 individuos. El estudio se realizó a partir del estudio del ADN de cinco individuos que vivieron entre 1670 y 1950. Se trata de restos humanos se encuentran bajo la supervisión del Musée de l’Homme, en París. El estudio, firmado por un grupo internacional en que incluía ha sido publicado esta semana en la revista Nature.
La conexión sudamericana. Parece intuitivo que el pueblo que recorrió miles de kilómetros del océano más grande del planeta en una de las migraciones más singulares de las que tenemos constancia bien podría haber cruzado este último trecho entre la isla de Pascua y el continente sudamericano. Sin embargo las pruebas científicas de que lo hubieran hecho eran discutibles debido a resultados contradictorios obtenidos por distintos estudios.
El estudio encontró pruebas de la conexión entre rapanui y americanos: en la forma de un 10% de legado genético americano en el ADN de los primeros. El análisis no solo indicó la existencia de este contacto: también permitió al equipo estimar el momento cronológico en el que se dio este intercambio: entre los siglos XIII y XV, es decir, hasta 200 años antes de la llegada de Colón a las Antillas y puede que más de 400 años antes de que los europeos llegaran a Rapa Nui.
Para ello el análisis se aprovechó un proceso natural, la recombinación del ADN entre generación y generación, explica a El País el genetista Víctor Moreno-Mayar, coautor del estudio. Cada vez que una nueva generación combina el ADN de sus progenitores de forma más o menos aleatoria. Esto hace que, generación tras generación, los fragmentos legados por un individuo vayan fragmentándose de una forma predecible. Así puede calcularse el tiempo que hay que remontarse hasta la entrada de determinadas secuencias en el ADN de los individuos.
El enigma del colapso ecológico. La hipótesis del “ecocidio” señala que la llegada de los primeros habitantes a Rapa Nui supuso un gran impacto ecológico en la isla debido a la sobreexplotación de sus recursos. Esta teoría considera probable que entre la llegada de estos habitantes hacia el año 1250 de nuestra era y comienzos del siglo XVII la población de la isla creció hasta alcanzar los 15.000 habitantes, para después caer fruto de la escasez de recursos.
“Si bien está bien establecido que el entorno en Rapa Nui fue afectado por la actividad antropogénica, como la deforestación, no sabíamos si o cómo estos cambios llevaron al desplome de la población,” señalaba en una nota de prensa Anna-Sapfo Malaspinas, quien lideró el equipo responsable del estudio.
Sin embargo, el estudio no halló pruebas genéticas que secundaran esta teoría. “Nuestro análisis genético muestra una población en crecimiento estable desde el siglo XIII y hasta el contacto con Europa en el siglo XVIII. Esta estabilidad es crítica puesto que contradice directamente la idea de un dramático desplome poblacional previo al contacto,” añadía la investigadora Bárbara Sousa da Mota.
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