Algunos esperamos que haya algún descubrimiento en cuanto a tecnología o materiales que permita ir más allá de las baterías de litio y sus capacidades, pero otros aspectos de los dispositivos electrónicos pueden mejorar también en este sentido. Un ejemplo es el almacenamiento de datos, el cual hace unos años experimentaba el cambio de discos duros a sólidos y puede que lo siguiente sea pasar a discos duros congelados.
Se trata de una aproximación a algo que lleva estudiándose desde hace un tiempo: el almacenamiento en imanes monomoleculares, unos complejos que pueden obtener magnetización permanente e histéresis magnética, el fenómeno que permite el almacenamiento en los discos duros corrientes. Un equipo de la Universidad de Manchester ha comprobado que esto es más sencillo de lo que se pensaba, eso sí, a temperaturas muy bajas.
Congelar pequeños imanes para multiplicar los gigas
Hemos empezado esto con algunos términos poco habituales, así que quizás venga bien una ligera explicación. La histéresis magnética viene a ser una condición de inercia por la que un material (ferromagnético) conserva el magnetismo aunque se retire la fuente de inducción de éste. Es decir, es como si una bombilla siguiese dando luz aunque se le quitase la electricidad.
Esta condición se necesita para que los discos duros para almacenar. El campo magnético induce una magnetización que se codifica como un 0 o un 1 (un bit) en las regiones del disco, y esto ocurre en toda la superficie de los platos de los discos. En este vídeo tenéis resumido de manera bastante sencilla y gráfica cómo funciona un disco duro (en español).
Así, lo que este equipo de investigadores liderado por el Dr. Davis Mills y el Dr. Nicholas Chilton ha hecho es probar que es posible aplicar esta histéresis magnética a los imanes monomoleculares a -213 grados centígrados, publicando sus resultados en Nature. Puede que no nos parezca nada práctico, pensar en tener que tener nuestro disco duro en un congelador a esa temperatura tan extrema e impracticable, pero con este hallazgo se abre una puerta a otro tipo de almacenamiento que compense en cuanto a espacio.
En Phys.org lo "traducen" a un punto de vista de consumidor estándar (muchos de nosotros). El potencial de esto es que con las tecnologías moleculares se podría almacenar más de 200 terabits de datos por pulgada cuadrada (más o menos seis centímetros cuadrados, y 1 terabit son unos 116,4 GB), lo que serían unos 23.500 GB en el tamaño de un sello, lo cual no está nada mal teniendo en cuenta que en la actualidad la unidad de memoria de un smartphone almacena como mucho 256 GB.
Un posible futuro de tanques de nitrógeno líquido
Al principio hablábamos de la posible evolución de ciertas tecnologías o sistemas en relación al uso de nuevos materiales o actualizando las propias tecnologías. En almacenamiento hemos visto aproximaciones tan sorprendentes como el uso de moléculas de ADN, lo cual recordamos el otro día al haber logrado almacenar malware (e infectar así a un equipo).
Como hemos dicho, esto es un pequeño paso hacia avanzar más en este sistema de almacenamiento, que si bien no parece que vaya a ser algo de consumo podría valer para grandes empresas como Google o Facebook, con diversos grandes centros de almacenamiento. De hecho la temperatura a la que se ha conseguido es clave para intentar explotarlo en un futuro de alguna manera, con miras a usar nitrógeno líquido, más barato que el helio líquido (-269 grados).
Según explica Mills, esto se había conseguido realizar a -259 grados centígrados y ha costado en torno a los 20 años llegar a estos -213 grados. Explica que si este sistema acabase siendo una realidad el almacenamiento con estas moléculas podría dar una densidad de datos 100 veces mayor a los actuales, y que el objetivo ahora es lograr que ocurra en temperaturas aún más altas para que pueda usarse nitrógeno líquido.
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