Café, cacao y aguacate. Existen multitud de citas entre la historiografía y la leyenda urbana sobre estos tres alimentos que hoy forman parte del día a día de nuestra cesta de la compra. Se dice que se aconsejó al papa Clemente VIII prohibir el café porque era una bebida de los infieles pero que, tras probarla, el pontífice no pudo dejar a los fieles sin disfrutar de aquel caldo oscuro. Que los españoles quedaron fascinados con el sabor del aguacate al conocer su uso en las culturas precolombinas. También que Hernán Cortés describió las bebidas antiguas del cacao que probó al llegar a Mesoamérica como un alimento que daba al hombre la capacidad “de viajar toda una jornada sin cansarse”.
Hoy España es con diferencia el mayor productor de aguacate de Europa, con plantaciones que se encuentran hasta en Galicia. Y podría ser que en poco tiempo también sea el primer país de Europa en conseguir cultivar cacao y café.
Y todo, gracias a una finca de 50 hectáreas cerca de Málaga, un ministro alemán que se obsesionó con España durante la posguerra y un grupo de investigadores que han llegado a polinizar una a una las flores de cultivos experimentales para ver si era viable su producción fuera de los climas sub-tropicales de los que procedían.
Bienvenidos a La Mayora, el vergel español soñado por alemanes
La finca experimental La Mayora, en Algarrobo-Costa, es el núcleo de operaciones del Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea del CSIC, un centro que en consorcio con la Universidad de Málaga ha conseguido cambiar paulatinamente los cultivos de moda en el campo español introduciendo y probando qué variedades podrían tener un desarrollo óptimo en España.
Suya es la culpa, además del aguacate, de que hoy se puedan cultivar en el clima mediterráneo mango, chirimoya, lichis, papayas, guanábanas, logan o incluso fruta del dragón (pitahayas). Si alguno de estos alimentos todavía no te suenan, dales tiempo, porque el _boom_ que vive el consumo de aguacate en los últimos años tiene antecedentes, y no será el último.
“En La Mayora hemos trabajado históricamente introduciendo cultivos sub-tropicales en España. Esto tiene varias cosas positivas. La más evidente, encontrar productos viables que tengan una mejor salida en el mercado internacional, pero también enriquecer la cantidad de cultivos y reducir también la dependencia de importaciones. La diferencia de consumir por ejemplo un aguacate local a uno importado a nivel de huella de carbono es enorme”, cuenta Enrique Moriones, director del IHSM La Mayora y experto en virus de plantas hortícolas.
El origen de La Mayora hay que rastrearlo en la España de la posguerra. En los años 50, Fritz Baade, un economista y político alemán del Partido Socialdemócrata, se interesó por las posibilidades de desarrollo de España, a la que veía con el potencial de ser un centro de exportación agrícola para el resto de Europa. “Entró en contacto con José María Albareda, entonces Secretario General del CSIC -nos relata Moriones- y llegaron a un acuerdo para crear una finca experimental. Alemania puso dos millones de marcos de la época, personal técnico y maquinaria, y el CSIC corría con los gastos de comprar el terreno”.
Aquel terreno acabó siendo La Mayora. Una finca hoy junto a la Autopista del Mediterráneo, cercano al mar, y con temperaturas suaves todo el año. El objetivo: intentar replicar en España lo que ya había conseguido Estados Unidos en California, donde comenzaba a producirse aguacate y otros cultivos tropicales.
En aquellos primeros años de La Mayora el trabajo de poner aquella idea en marcha recayó en Hans-Dieter Wienberg, “un becario en ese momento con formación económica al que Baade le encargó hacerse cargo de la finca tras estudiar los procesos que había estudiado en California”.
Wienberg cogió las riendas del proyecto en 1958 y estuvo al frente de La Mayora hasta 1975. Aquellos años marcaron la colaboración hispano-alemana en el centro, que desde el 75 es de propiedad únicamente española. También los primeros casos de éxito con la introducción del fresón y los primeros intentos con el aguacate. Hoy la avenida en la que se encuentra la finca en Algarrobo lleva el nombre del Doctor Wienberg.
De las fresas de Huelva al cacao pasando por el aguacate
“El primer cultivo que se introdujo y se consiguió producir a escala comercial fue el fresón. En La Mayora se consiguió cultivar con éxito y tras contactar con agricultores y empresarios de la zona de Huelva se llevó el cultivo a gran escala a esta zona”, cuenta Moriones. Hoy las fresas de Huelva constituyen el mayor pilar agrícola de la provincia y sus frutas son las primeras que entran en el mercado europeo cada invierno. Primer hito desbloqueado.
“La agricultura en esta zona -el litoral e interior malagueño y andaluz- era de olivo y vid, que en ese momento no tenía un gran valor añadido, por lo que estos cultivos supusieron en su época una pequeña gran revolución a nivel económico y de mano de obra”, explica el director del IHSM.
El siguiente cultivo con el que se probó fue el aguacate. Se importaron distintas variedades y se fueron probando, hibridando y controlando que pudieran resistir al invierno malagueño. Aunque con un clima similar al de California, las heladas que pueden sucederse en algunos inviernos era el principal hándicap, por lo que había que testarlo todo para, después, promover entre los agricultores de la zona la adopción de este nuevo producto. Mucho antes de que el aguacate fuera un básico en la compra de muchas personas en España, en La Mayora ya se había conseguido cultivarlos en 1968.
Hoy, casi 50 años después, España es el mayor producto con diferencia de Europa y se han conseguido adaptar variedades para que sean viables hasta en Galicia. Eso sí, España sigue produciendo apenas un 8% de todo el aguacate que se consume en el Viejo Continente, por lo que el margen sigue siendo amplio.
“Ahora mismo nuestra investigación y labor con el aguacate se centra en conseguir que se adopten variedades que permitan que se pueda cosechar y sacar al mercado durante todo el año. En nuestra finca ya lo hemos conseguido”.
Quien habla ahora es Iñaki Hormaza, jefe del departamento de Fruticultura Subtropical de La Mayora, cuyas investigaciones en variedades y cultivos en los últimos años han ido del propio aguacate a frutos como la pitaya o el longuián -llamados fruta y ojo de dragón, respectivamente-. El primero es un cactus comestible procedente de América; el segundo, un falso fruto que se suele tomar en sopas en China. Mantengámonos atentos a nuestra frutería _hipster_ más cercana porque es posible que pronto se hable mucho más de ellos.
Próximo objetivo: cacao y café hecho en Europa
El trabajo en La Mayora también ha conseguido que el mango sea hoy un cultivo apto y más que rentable en la zona de Málaga, donde cada año se cosechan hasta 30.000 toneladas. O la chirimoya, un cultivo importante ya en la zona de Granada.
Sin embargo, en los últimos años los esfuerzos se han concentrado en algo mucho más complicado: lograr que se cultive por primera vez cacao y café en Europa.
El caso del cacao lleva ya dos años de trabajo con resultados satisfactorios, aunque queda por ver si esta vez tiene una rentabilidad económica viable. El reto llegó a La Mayora de la mano de la empresa sevillana La Despensa de Palacio, donde querían probar la viabilidad de producir cacao y chocolate de cercanía.
“Llevamos dos inviernos consiguiendo sacar adelante el árbol del cacao en invernadero. El trabajo es mucho más complicado porque es un cultivo que al bajar de los 15 grados sufre mucho. Empezamos polinizando las flores una a una de forma manual. Te puedes imaginar que es un trabajo arduo, pero esta temporada puede ser la primera en la que consigamos la primera cosecha de la que se pueda hacer chocolate”, señala Hormaza.
Durante estos dos años de trabajo se ha ido cuidando minuciosamente la variedad de cacao que se utilizaba, anotando todo y probando cuál podría ser más resistente. “Ahora mismo podemos decir que en Europa se podría producir cacao en invernadero con calefacción”, asegura el investigador.
El umbral económico aquí parece difícil de conseguir debido a los elevados costes que supondría algo así, pero sí que se cree que se podría producir una pequeña producción con salida al mercado gourmet que, además, dejaría una cantidad de información portentosa para futuras investigaciones.
En cuanto al café, se trataría de rizar el rizo. En Canarias existen algunas pequeñas plantaciones enfocadas en el café de especialidad, pero el hecho de que una planta de café llegue a buen término en Europa continental era, hasta hace poco, impensable.
“En el caso del café, hemos conseguido sacar adelante plantas de la variedad robusta, que suele tener una peor calidad, y al último invierno han sobrevivido ya 10 cafetos de la variedad arábiga, la más apreciada. Es un cultivo que nos obliga a exprimirnos porque estamos ya en el límite de la zona climática”, dice Hormaza.
El investigador, que durante su carrera ha trabajado desde California a Zaragoza antes de llegar a La Mayora intentado siempre estudiar nuevos cultivos, piensa que si bien un café hecho en Europa tampoco podría competir por precio con los latinomaericanos o africanos, sí que tiene en Málaga una ventana importante que explorar.
El llamado café en altura se valora mucho en el mercado. Es el que se cultiva en Centroamérica a más de 2.000 metros de altitud, lo que influye en sus cualidades organolépticas y su nivel de cafeína. En Málaga, esa altura no se da, “pero en realidad lo importante del café de altura es un tema ambiental, que puede sobrevivir al frío de invierno. Y aquí, jugando con la latitud, podemos conseguir un café similar al de altura”.
De nuevo, al igual que con el cacao, las diferencias de costes en cuanto a personal y producción harían complicado que en un momento dado escogiéramos un café europeo en el lineal del supermercado si solo nos fijáramos en el precio, pero la vía de la adopción gourmet está abierta.
Polinizando con investigadores
Las técnicas que se usan durante estos ensayos son una mezcla de recreación, continua prueba y error y experimentación con distintas variedades.
En el caso del cacao, uno de los problemas principales con los que se encontraron en La Mayora cuando pusieron en marcha su primer invernadero es que no contaban con los dípteros que en las zonas tropicales contribuyen a su polinización.
Se pasó así a polinizar manualmente, en una especie de juego de operación a corazón abierto en el que había que colocar con pinzas el polen desde los estambres al estigma de la flor del cacao.
Un paso más allá van en el caso de la fruta del dragón, el cactus jugoso que es una de sus últimas apuestas y que podría implantarse en muchas zonas de secano de España. En esta planta, en su zona de origen, es un murciélago el que sirve como polinizador durante la noche, por lo que tuvieron que llevar a cabo varias pruebas nocturnas alarmas mediante para probar a qué hora era el mejor momento para intentar recrear este proceso.
“Este es uno de los procesos más complicados, aunque en el caso del cacao hemos conseguido que polinizadores autóctonos ocupen el lugar de los insectos originales. También trabajamos con abejas solitarias e introducimos dípteros en los invernaderos para ver si ocupan ese espacio”, cuenta Hormaza.
En La Mayora, además de estos métodos, también han investigado cómo con la tecnología CRISPR para intentar modificar desde la biotecnología genes que ayuden a algunos cultivos a adaptarse a la climatología española. Estos avances, sin embargo, de momento se quedan en el laboratorio debido a la actual normativa europea que equipara la técnica de edición genética con los transgénicos.
El otro gran reto, conseguir que el aguacate no muera de éxito
Los pasos para que un cultivo llegue a Málaga, después a España, y arraigue, por lo tanto, son complicados y extensos. A menudo llevan más de una década. Pero una vez que se ha conseguido, el siguiente objetivo es intentar que el cultivo a nivel nacional se instaure con la mayor biodiversidad posible.
El caso del aguacate es revelador. El mercado mundial está dominado por la variedad Hass, la que vemos en todos los supermercados y fruterías. En La Mayora no obstante han conseguido sacar adelante más de 100 variedades distintas que quieren ahora introducir.
“Tener distintas variedades en cualquier cultivo, pero especial en el aguacate, es fundamental. En primer lugar a nivel de rentabilidad nos permitiría poder producir todo el año cambiando de variedades. Y, todavía más importante, si todo depende de una variedad, basta que llegue una plaga o una enfermedad complicada para echar todo al traste”, comenta Hormaza.
Pero introducir estas variedades es complicado. Desde el IHSM cuentan que han probado aguacates con ligero sabor a nuez. Otros más duros, algunos más blandos… Sin embargo, el mercado tiende a la uniformidad. Más sencillo para comercializadores, que solo deben preocuparse por mover una variedad en el mercado, y también para el agricultor en gran medida.
Pero de sacar adelante estas otras variedades y también las nuevas frutas y cultivos con los que está probando depende también que se mantengan investigaciones como la de La Mayora. “Nuestro centro tiene el funcionamiento asegurado con financiación que en su mayoría es pública y algo también privada. Pero la financiación de nuestras investigaciones depende en gran medida de concurrir a convocatorias competitivas y del éxito de la adopción de estos cultivos que estamos probando”. De ahí que quizá sea interesante a partir de ahora fijarse un poco más en la procedencia de los próximos aguacates que compremos.
Imágenes cortesía del IHSM La Mayora.
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