El uso de mascarillas es el medio más efectivo para prevenir la transmisión, según concluyen los expertos. Hay dos tipos; las quirúrgicas y las N95, que reciben su nombre porque filtran el 95% de las partículas exteriores. Pero estas últimas escasean. Para intentar solucionarlo, un equipo de bioingenieros y expertos clínicos del 'Hospital Brigham and Women's' y el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) están desarrollando un prototipo de mascarilla esterilizable y reutilizable.
Los resultados preliminares se han publicado en el British Medical Journal Open, donde explican su funcionamiento y los resultados después de testear la mascarilla con 20 participantes.
iMASC: una mascarilla de fácil esterilización
La mascarilla recibe el nombre de iMASC ('Injection Molded Autoclavable, Scalable, Conformable') y está fabricada con un caucho de silicona que puede soportar hasta 300 ºC de calor y por tanto no queda dañada después de esterilizarla. Según explican los creadores, se trata de un material utilizado ampliamente en otros productos como los implantes médicos o la ropa interior y es fácilmente moldeable.
De manera similar a las mascarillas N95, el sistema iMASC incluye uno o dos filtros N95 de partículas, pero utilizando mucho menos material que las tradicionales. El equipo del MIT ha diseñado esta mascarilla con la idea en mente de poderse reutilizar y esterilizar de forma segura muchas veces.
Según describen desde MIT News, las máscaras se basan en la forma de las máscaras N95 3M 1860 que ya son utilizadas habitualmente en el 'Hospital Brigham and Women's'. La diferencia es que el sistema permite intercambiar los filtros después de cada uso y la máscara puede esterilizarse y reutilizarse.
Durante los tests, los investigadores probaron varios métodos de esterilización diferentes; desde sumergirlos en una solución de lejía, en isopropanol, hasta pasarlos por un esterilizador de vapor, comprobando que no hubo grandes diferencias después y que el material de silicona no estaba dañado.
Para desarrollar la mascarilla se utilizó una técnica de moldeo por inyección, donde un material líquido se vierte en una cavidad del molde para darle forma. El equipo utilizó un modelado tridimensional para fabricar distintas máscaras ajustadas a diferentes usuarios, basándose en los rostros 3D capturados a través de la cámara de un iPhone 11 y ARKit.
20 participantes, reclutados del centro de salud de Brigham, fueron elegidos para realizar pruebas de ajuste y comprobar hasta qué punto podían utilizar la mascarilla. El 60% dijo estar dispuesto a utilizar el sistema iMASC en lugar de una máscara quirúrgica, mientras que el 20% no tenía preferencia. Un porcentaje que se redujo al 25% en la preferencia del iMASC por encima de las máscaras N95.
El equipo se encuentra trabajando en una segunda versión, basada en los comentarios recibidos por los participantes. Según describe Medical Express, los investigadores también están buscando una empresa que apoye su producción a gran escala para lograr la aprobación de la FDA.
Imagen | MIT News
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