Había dinosaurios tan rápidos como Usain Bolt y estas huellas encontradas en La Rioja lo demuestran

Recuerdas la foto, ¿verdad? Usain Bolt en plena carrera, con el torso medio girado, mirando a cámara con una sonrisa confiada, de quien se sabe ya con la medalla de oro colgada al cuello y rey indiscutible de las Olimpiadas de 2016. La imagen se tomó a solo unas zancadas de la línea de meta y muestra cómo el jamaicano saca varias cabezas al resto de sus adversarios, todos deportistas de élite, tan endiabladamente rápidos que ni los objetivos de los fotógrafos profesionales de Getty Images son capaces de captar sus gestos con una imagen del todo nítida.

Ahora imagínate que Bolt no es Bolt, que en vez de ser un atleta de 30 años, de casi dos metros de alto y 90 kilos, es un temible dinosaurio terópodo —quizás de la familia de los espinosáuridos o los carcharodontosaurios— de dientes afilados como dagas, unos dos metros de altura y entre 200 y 300 kilos de peso. Para más inri, piensa que es un carnívoro dotado de una fina habilidad innata para la caza. No es el Olímpico jamaicano, pero corre prácticamente como él. Asusta, ¿verdad?

Un dinosaurio "plusmarquista"

La imagen, perturbadora, se desprende de un estudio que acaba de publicar la revista Scientific Reports basándose en datos recogidos en España, para ser más precisos en La Rioja. Tras analizar varias huellas fosilizadas del Período Cretácico asociadas a dos dinosaurios y medir sus zancadas, los autores han concluido que las criaturas que las dejaron eran capaces de desplazarse a una velocidad sorprendente. Uno de los ejemplares corría a entre 23,4 y 37,1 kilómetros por hora (km/h). El otro, considerablemente más veloz, alcanzaba entre 31,7 y 44,6 km/h, una marca digna de Bolt. En 2009 el jamaicano rozó de hecho los los 45 km/h en una final mundial de 100 metros.

“Su capacidad de correr muy rápido y sus habilidades de maniobra seguramente les permitían perseguir a sus presas de forma muy eficiente. Desde luego, no me gustaría que me atrapara en la orilla de un río”, explica el autor principal del estudio, Pablo Navarro-Lorbes, estudiante de doctorado de la Universidad de La Rioja, en declaraciones recogidas por Reuters. Para analizar los rastros de huellas, de hace unos 120 millones de años, los expertos tuvieron en cuenta la relación entre la altura de la cadera del animal, estimada a partir de las impresiones, y la longitud de la zancada.

Un arma vital para cazar... y no ser cazado

Los rastros localizados en La Rioja probablemente —al menos eso es lo que creen los científicos— pertenecen a dos individuos de una misma especie de terópodo. ¿Cuáles? Espinosáuridos, que a menudo se alimentaban de peces, o Carcharodontosaurus, famosos por sus afilados dientes. Sus alturas rondaban los cuatro o cinco metros de largo y los dos de alto y el peso se situaba entre 200 y 300 kilos. En su caso la rapidez era una cuestión de vida o muerte: la necesitaban para cazar y alimentarse, pero también para no acabar, a su vez, convertidos en presas de terópodos mayores.

Según recoge la agencia EuropaPress, la mayoría de huellas preservadas pertenecen a dinosaurios que las dejaron mientras caminaban, con una marcha y un ritmo más pausado. A partir de ellas, sin embargo, los expertos han estimado velocidades de carrera. La más rápida hasta la fecha se asocia con un terópodo del Jurásico localizado en Utah: 55 km/h. Otro, un Compsognathus del tamaño de un pavo, se calculó con modelos biomédicos. Su marca se situaría en 65 km/h.

Imagen de portada | Matthew Deery - Ultimate Dinosaurs (Wikipedia)

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