Cuando el equipo de Paul Herny Nargeolet, se sumergió en aquel punto, a 625 km al sudeste de Terranova, hacía más de una década que se habían localizado los restos del Titanic y ya muchas expediciones habían cartografiado (y recuperado) su "tumba" a 3.821 metros de profundidad. Lo que encontraron, no obstante, fue realmente sorprendente.
Justo junto al gigantesco barco había lo que, según los datos del sónar, algo que parecía otro naufragio.
¿Era posible? A poco que lo pensamos parece, como poco, implausible. ¿Qué enorme casualidad podría haber hecho que, de entre la inmensidad del océano, dos naufragios hubieran ido a acabar en el mismo sitio? En una zona tan relativamente aislada de las rutas habituales, además. Al fin y al cabo, encontrar barcos cercanos en el Caribe entra dentro del guión de lo verosímil. En Ese punto remoto del Atlántico era mucho más difícil.
Pero dos años más tarde, la expedición de Oisín Fanning confirmó que esa estructura existía. Debido a las dimensiones del equipo no fue posible arañar más información y, precisamente por ello, la duda sobre el origen de la nombrada como "cresta de Nargeolet-Fanning" siguió ahí. Lleva casi 25 años ahí, de hecho.
De vuelta al fondo del mar Ahora, otra misión de Nargeolet (OceanGate Expeditions) ha centrado su interés en ese misterio y el resultado, aunque algo decepcionante para los que esperaban una historia rocambolesca, da pistas muy interesantes de la capacidad de la vida para organizarse alrededor de las tragedias más enormes. Lo que ha encontrado la expedición es una "fascinante formación volcánica llena de vida"
¿Volcanes? Sí, formaciones volcánicas; aparentemente de basalto, de hecho. "Son [estructuras] notables, y estamos asombrados por la diversidad y densidad de esponjas, corales, langostas y peces que prosperan a 2.900 metros de profundidad en el Océano Atlántico Norte", explicaba Steve W. Ross, científico jefe de OceanGate y profesor de investigación en el Centro de Ciencias Marinas de Wilmington de la Universidad de Carolina del Norte.
¿Por qué es importante? Esa quizás sea la pregunta fundamental. Yo mismo, al leer la nota de prensa sobre el "enésimo descubrimiento relacionado con el Titanic" he arqueado la ceja. Sin embargo, a poco que lo pensamos nos damos cuenta de que este hallazgo podría cambiar lo que pensábamos sobre la biodiversidad en las zonas a casi 3.000 metros de profundidad.
No se le escapa a nadie el hecho de que el fondo del mar es un gran desconocido. Y por eso descubrir que los animales que viven en esos lugares son tan diferentes a los que se encuentran en las llanuras abisales es algo "biológicamente fascinante". Si el señuelo del Titanic sirve, al menos, para seguir investigando los fondos marinos, estamos ante una buena noticia.
Imagen | NOAA/Institute for Exploration/University of Rhode Island
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