Hace 22 años alguien robó los manuscritos del "Árbol de la vida" de Darwin. Ahora un misterioso anónimo los ha devuelto

Esta historia se abre con un plano cenital de un pasillo de la Universidad de Cambridge. Es el año 2000. Un bibliotecario coge una pequeña caja azul y, mientras la cámara lo acompaña por la biblioteca, él camina hasta la Unidad Fotográfica de la institución. Allí, los dos cuadernos de Darwin que se guardan dentro de la caja serán fotografiados y digitalizados. Unos meses después, en noviembre de ese año, la Unidad terminará su trabajo, lo marcará como finalizado y esperará a que los bibliotecarios lleven la caja de nuevo a su lugar.

Tardaríamos 22 años en volver a ver esos cuadernos.

Un robo invisible

Apenas unos meses después de que finalizaran los trabajos de fotografía, en enero de 2001, un control rutinario descubrió que la caja no estaba donde debería estar. Jessica Gardner, bibliotecaria universitaria y directora de servicios bibliotecarios desde 2017, explicó muchos años después que sus predecesores "creían genuinamente que lo que había sucedido era que estos se habían archivado mal [los cuadernos] y realizaron búsquedas exhaustivas a lo largo de los años" para encontrarlos.

No era una idea absurda. En el año 2000, los procedimientos de seguridad eran distintos y, por lo demás, la biblioteca de la Universidad de Cambridge es un monstruo enorme de más de 210 kilómetros de estanterías y alrededor de 10 millones de libros, mapas, manuscritos u otros objetos. Si algo se perdía en ella, recuperarlo se volvía todo un desafío.

Sin embargo, esos cuadernos no eran unos cuadernos cualquiera. Es muy difícil saber qué precio habrían obtenido en el mercado, pero los expertos tienen claro que nada menos de unos cuantos millones de libras. No es solo que hay muchos interesados en el material de Charles Darwin, sino que en uno de ellos hay un bosquejo del 'árbol de la vida': la famosísima representación gráfica de la Teoría de la Evolución. Es decir, posiblemente, fue el primer documento en el que Darwin plasmó la idea de que todos los seres vivos tenemos el mismo origen remoto.

Por ello, a principios de 2020, aprovechando que la biblioteca está revisando todos sus depósitos, los bibliotecarios decidieron buscar y reunir el archivo completo de Darwin. Encontraron 189 cajas, pero no consiguieron localizar los cuadernos. Por ello, realizaron una investigación interna analizando cada paso que habían dado los cuadernos y concluyeron que lo más probable es que alguien los hubiera robado. Se hizo público y la policía empezó a investigar.

El mercado negro es un laberinto sin salidas

Sin embargo, no había muchas esperanzas puestas en el asunto. La misma Jessica Gardner reconocía que eran un material demasiado especial como para venderse públicamente. Era carne de mercado negro y, una vez ahí, solo un golpe de suerte podía devolverlo a la Universidad.

En este contexto, "un golpe de suerte" es una operación policial que lo encuentra de rebote o algo parecido a lo que ocurrió en el Palacio de Lambeth de Londres. Este palacio es la residencia oficial del Obispo de Canterbury, la máxima autoridad (tras la reina) de la Iglesia de Inglaterra, y contiene una de las bibliotecas con más historia de Reino Unido. Durante los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, una bomba incendiaria cayó en la zona que albergaba buena parte de la colección más valiosa de la biblioteca.

En aquella época se estimó que se habían perdido hasta 10.000 libros; por ello, cuando en años posteriores se descubría que faltaba algún libro, se asumía casi automáticamente que había sido destruido en el incendio. Sin embargo, hasta 1.400 de ellos fueron robados por un bibliotecario utilizando la confusión.

Solo cuando el bibliotecario estaba en el lecho de muerte, 40 años después de todo esto, se arrepintió y dejó una carta a su albacea en la que explicaba qué había pasado y detallaba una relación de todos los ejemplares robados (explicando, en muchos casos, donde se encontraban). Así, por fin, muchos de ellos se recuperaron. Todo un golpe de suerte.

Una bolsa rosa brillante

El 9 de marzo, la biblioteca encontró una bolsa de regalo rosa brillante en una zona sin cámaras de sus instalaciones. Dentro estaba la caja azul original con los dos cuadernos envueltos en film transparente y un sobre marrón que ponía "Bibliotecario, Felices Pascuas, X". Todas las alarmas estallaron.

Durante cinco días (los que tardó la policía en analizar el paquete y asegurarse que era seguro abrirlo) en la Biblioteca de Cambridge casi no se durmió. Todo el mundo sabía lo que había dentro, pero hasta que no se pudiera abrir, no podían estar seguros. Finalmente, retiraron el film y confirmaron que los cuadernos estaban de vuelta.

El misterio del anónimo

Oficialmente, se desconoce la identidad de la persona que devolvió los cuadernos y, por eso mismo, se desconoce su motivación. No obstante, no faltan las teorías que señalan que es posible que ese anonimato sea ficticio. Cuando se descubrió el robo del Palacio de Lambeth, las autoridades mantuvieron la identidad del ladrón en secreto. El motivo, más allá de "no hacer daño a los posibles familiares vivos", era más estratégico.

La policía entendió que si anunciaban públicamente la identidad del autor y se producía un escarnio público, otras personas en su misma situación podían preferir deshacerse de los documentos u obras de arte antes que devolverlas y ver enturbiada su reputación públicamente.

Por eso, no hay que descartar que la historia del regalo de Semana Santa sea una manera de ocultar la verdadera identidad del ladrón. No lo sabremos (al menos, no próximamente), pero es una buena noticia porque es una praxis que (independientemente de su veracidad) puede animar a mucha gente a devolver todo eso que alguna vez perdimos.

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