Cuentan que, de postre, Alejandro Magno solía tomar nieve mezclada con miel; pero la historia del helado (bueno, del 'hielo con cosas') es mucho más antigua. Allá donde hubo una civilización con acceso a la nieve o el hielo, allá tenemos noticias de su consumo mezclado con jugos, frutas o cosas así.
No obstante, el boom del helado (sabiamente refinado durante siglos por los italianos) vino con el boom de las tecnologías de refrigeración: llevamos 75 años comiendo helados industriales, sí; se trata de, posiblemente, el postre congelado más popular del mundo entero, también; pero nuestra historia con él no ha hecho más que empezar. O, al menos, eso piensan todas estas empresas.
Brevísima historia (tecnológica) del helado

En definitiva, con el helado pasa algo parecido con la pasta o la pizza: nadie tiene muy claro dónde surgió, ni cómo llegó a Italia; pero lo que está claro es que una vez llegó, los italianos revolucionaron el producto. Se suele decir que la receta del 'sorbete' llegó de China de la mano de Marco Polo, pero no hay muchas evidencias (bien pudieron ser los árabes los que lo introdujeron en Sicilia).
Sea como sea, una vez llegó a manos de Cosme I de Medicis, la cosa cambió. Él fue el responsable de que se popularizara por toda Europa y se convirtiera en el uno de los grandes inventos del renacimiento. Eso sí: se mantuvo como algo caro, raro y geográficamente localizado.
Fue el siglo XIX el que, como con tantas cosas, se encargó de popularizarlo. Los inmigrantes italianos los llevaron a todo el mundo industrializado y esa misma industria se encargó de sacarle su mayor partido. Y es que, aunque muchos estamos familiarizados con el funcionamiento de las heladeras, el helado industrial requiere una enorme cantidad de procesos (mezcla, homogeneización, pasteurización, aerización o congelado) y, aunque con el paso del tiempo la tecnología permitió utilizar cada vez más ingredientes, la gran revolución del helado se dio hace menos de un siglo.
En los últimos años, los heladeros han desarrollado nuevos enfoques, claro: la extrusión a baja temperatura, la homogeneización a ultra altas presiones, la criogenización o la pre-aerización. No obstante, como siempre lo mejor (esperamos) está por llegar.
El futuro del helado
Hoy por hoy, la innovación en el mundo del helado se centra sobre todo en conseguir mejores sabores y, sobre todo, en mejorar los procesos de refrigeración para hacerlos más económicos y sostenibles. En situación como la actual, con la inflación disparada y los precios de la energía por las nubes, este tipo de innovaciones son más necesarias que nunca, pero hay cosas mucho más llamativas de las que hablar.
Lo primero que llama la atención cuando miramos las tendencias actuales de la evolución del helado es la fuerza que tienen las formulaciones basadas en plantas. A diferencia del mercado de la “carne de mentira” que, tras el boom inicial, se ha venido abajo: el helado sin componentes animales sigue creciendo a buen ritmo y eso ha hecho que en los últimos años los fabricantes tengan que desarrollar técnicas nuevas en las que la leche y sus derivados están desaparecidos.
Por otro lado, la robotización está jugando un papel enorme no ya en el desarrollo de nuevos tipos de helado, sino en permitir una mayor personalización. Unilever, uno de los grandes gigantes mundiales del helado, exploró justo antes de la pandemia con camiones que, gracias a este nuevo enfoque, podían ofrecer una amplísima variedad de helados a los consumidores (mucho mayor de lo que estamos acostumbrados).
No obstante, y siendo interesante, el área que tiene más interés es, claramente, el desarrollo de helados que no engorden (o que usen grasas mejores), pero mantengan intactas sus propiedades organolépticas. Un ejemplo cercano es Qubiq Foods que lleva años intentando sacarle todo el partido al aceite vegetal: su ‘smart fat’, una emulsión de agua y aceite, permite mantener las texturas y características de los helados con grasas más saludables, como el aceite de oliva.
Pero la palma e la lleva una pequeña startup sueca, Lub Foods, que utiliza un aceite de origen vegetal (EPG) cuya estructura molecular resiste la acción de las encimas digestivas humanas y, por eso mismo, no se puede absorber. Es decir, es una grasa que genera la sensación en boca de la grasa, pero no engorda porque no se puede metabolizar.
Imagen | Fallon Michael
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Ingeniera Aeroespacial
Lo del aceite vegetal ése imposible de metabolizar... no tengo ni idea, pero me resuena el eco de los aceites vegetales hidrogenados, que fueron un gran invento en su día, y ahora...
Mr.Floppy
Los helados que usan el EPG que comentas se venden en USA bajo la marca N!cks. En Europa no está autorizado aún.
Igual valen un pastón, 10$ el bote. Habría que mirar si merece la pena el gasto extra y son cremosos de verdad. Aquí al menos los que te venden bajos en grasa son un bloque de hielo o más sosos que un estropajo. Al final un buen helado no baja de los 20 ó 25 gr de grasa por cada 100gr.
Por cierto, los de N!cks también tienen versión vegana usando una proteína de la leche de la empresa Perfect Day Foods. No son leches vegetales, son proteínas de leche tal cual (de hecho no son aptas para alérgicos a la lactosa), pero obtenidas de otras formas.
El futuro está muy bien, pero mientras sigan costando tres veces más que sus homólogos normales... poco van a despegar.
danielmarin2
Lo de reinventar viene porque como ya no pueden hacerlos más pequeños porque ya huele, pues ahora están intentando buscar fórmulas para meterle cosas de aún peor calidad a costes más bajos.
noseponada
Un buen helado de Jijona o Alicante, y punto. Tarrina o cucurucho, eliges tamaño, sabor, y al buche.
Antonio
Hay que justificar salarios y reinventar lo que no hace falta. Gracias, seguiré comiendo los clásicos: Maxibón, Calipo, Magnum, Cornetto, Frigopie, etc.
isaacmehen
En Argentina hacemos uno de los mejores helados artesanales del mundo después de Italia y Francia.,
Así que no vengan con reinventar , ya que el dulce de leche es el mejor sabor después del de banana, ananá y mousse de chocolate