Durante sus trabajos en la cuenca del río Kalambo, Zambia, el profesor Larry Barham y sus colegas dieron con dos maderos, enterrados y ennegrecidos por el paso del tiempo. Para un ojo no entrenado las piezas no son nada del otro mundo: dos troncos entrelazados. Sin más. Eso, claro, para un observador sin el bagaje de Barham. Cuando él y sus compañeros estudiaron las piezas ocultas en una zona de cataratas se dieron cuenta de que lo que tenían ante sí era una revelación única, una llave para entender mejor a nuestros ancestros de hace casi 500.000 años.
"Este hallazgo ha cambiado mi forma de pensar sobre nuestros primeros antepasados”, reconoce ahora emocionado el profesor Barham.
¿Qué ha pasado? Que Larry Barham y Geoff Duller, profesores de las Universidades de Liverpool y Aberystwyth respectivamente, acaban de firmar junto a otros colegas un descubrimiento clave para la antropología. Clave por lo que revela: los troncos que ambos expertos descubrieron durante sus excavaciones en la cuenca del río Kalambo, en una zona de cataratas, conforman ni más ni menos que la estructura de madera más antigua conocida hasta la fecha.
"Podrían formar parte de una pasarela o de los cimientos de una plataforma", explica Barham al diario The Guardian, antes de especular sobre los posibles usos de una estructura de ese tipo: "Podría servir para almacenar, mantener seca la leña o alimentos, haber sido un lugar para sentarse o poner un pequeño refugio encima y dormir allí". Los expertos atribuyen a la estructura una antigüedad de al menos 476.000 años, antes del surgimiento del Homo sapiens. De ahí que crean que sus artífices fueran Homo heidelbergensis, un ancestro que vivió en la región.
¿Y por qué es importante? Por varias razones. La primera y más evidente es que se trata de la estructura de madera más antigua de la que tenemos constancia hasta ahora. El segundo motivo por el que hallazgo resulta tan sorprendente es por lo que nos sugiere sobre cómo vivían y trabajaban nuestros ancestros remotos, del Paleolítico inferior, al inicio de la Edad de Piedra. Los vestigios desenterrados de la cuenca del río Kalambo nos muestra que hace casi medio millón de años, antes de lo que se creía posible, los homínidos ya construían estructuras con madera.
"Esta es la evidencia más antigua en cualquier parte del mundo de la elaboración deliberada de troncos para encajar. Hasta ahora, la evidencia del uso humano de la madera se limitaba a su uso para hacer fuego, palos para cavar y lanzas”, explican en un comunicado conjunto las universidades de Liverpool y Aberystwyth.
¿Hay algo más? Sí. Esa no es la única lectura a la que se presta el estudio. El descubrimiento va bastante más allá y desafía en cierto modo la idea de que los humanos de la Edad de Piedra eran nómadas. "En las cataratas de Kalambo, estos humanos no solo tenían una fuente perenne de agua, sino que el bosque que los rodeaba les proporcionaba suficiente alimento para permitirles asentarse y construir estructuras", abundan los investigadores británicos .
¿Qué dicen los expertos? Que los trozos de madera descubiertos en Zambia tienen mucho que decirnos sobre nuestros ancestros. "Este hallazgo ha cambiado mi forma de pensar sobre nuestros primeros antepasados —reivindica Barhma—. Olvídese de la etiqueta 'Edad de Piedra', mire qué hacán estas personas: algo nuevo y grande con madera. Usaron su inteligencia, imaginación y habilidades para crear algo que nunca antes habían visto. Transformaron su entorno para hacer la vida más fácil, aunque fuera solo haciendo una plataforma para sentarse junto al río".
Tan fascinante resulta el descubrimiento que, reconoce el experto de la Universidad de Liverpool, la primera vez que lo vio pensó que no podía ser real. "La madera y la piedra sugieren un alto nivel de ingenio, habilidad tecnológica y planificación", reflexiona Barham, convencido de que las piezas pudieron formar parte de una pasarela o los cimientos de una plataforma con diferentes usos.
Pero… ¿Qué encontraron? En el artículo que han publicado en la revista Nature, los expertos muestran una serie de herramientas de madera recuperadas en Kalambo y datadas hace unos 390.000 años y una estructura formada por dos troncos superpuestos, piezas entrelazadas de forma transversal por una muesca que les permite hablar de la estructura de madera más antigua del mundo.
A simple vista quizás la estructura parezca sencilla, pero para fabricarla sus artífices tuvieron que dar forma a ambos troncos con herramientas afiladas de piedra y las marcas en la madera muestran además que fueron cortados, picados y raspados. Las dos piezas se mantienen en su lugar gracias a una muesca en forma de "U" invertida en la parte inferior. El tronco de menor tamaño mide 1,5 metros, por lo que los investigadores creen que quien los entrelazó quería fabricar una estructura de cierto calibre, aunque es poco probable que fuera una cabaña.
¿Y cómo lo fecharon? He ahí uno de los méritos del estudio. Localizar y recuperar los troncos fue solo parte del trabajo. Una vez identificados quedaba la tarea de datarlos, para lo que echaron mano de nuevas técnicas por luminiscencia que ayudaron a calcular cuándo los minerales de la arena que rodeaba los vestigios estuvieron expuestos a la luz solar por última vez. "Es un gran desafío”, reconoce el profesor Duller. En los años 60 de hecho ya se habían realizado excavaciones en las cataratas Kalambo, unos trabajos durante los que se recuperaron piezas parecidas, pero entonces no pudieron fecharlas, lo que impidió entender su alcance.
¿Y dónde se hizo el descubrimiento? La pregunta no es baladí. Duller defiende que su investigación no solo ha recuperado una construcción de madera de valor histórico. A mayores, confirma el valor del yacimiento zambiano. "Nuestra investigación demuestra que este sitio es mucho más antiguo de lo que se pensaba, por lo que su importancia arqueológica es ahora mayor —subraya—. Agrega más peso al argumento de que debería ser Patrimonio de la Humanidad".
Las cataratas del río Kalambo se localizan en la frontera de Zambia con la región tanzana de Rukwa y, como recuerda Duller, la zona está en la lista "provisional" de la UNESCO por una importancia arqueológica que ahora ha quedado reafirmada.
Imágenes: Aberystwyth University y University of Liverpool
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