Aunque se suele repetir que la primera emisión de televisión la llevó a cabo la BBC el 2 de noviembre de 1936, no es verdad. Tenemos que irnos unos años antes, al 25 de marzo de 1925, cuando John Logie Baird, tras algunos años de ensayos y errores, realizó la primera demostración pública de su funcionamiento.
Enero está siendo prolífico en la comunicación científica y el de hoy es el segundo doodle de Google dedicado a un científico. Aunque en este caso, hay que reconocerlo, es menos sorprendente: Baird, padre de la caja tonta e inventor de la televisión mecánica está considerado el número 44 de los 100 británicos más importantes y el segundo científico escocés más popular de la historia. Si las pantallas se han convertido en un omnipresente dios moderno, Barid fue su primer profeta.
Los pioneros de la televisión
En 1884, Paul Nipkow patentó un disco que es considerado el antecedente más claro de la televisión. El disco de Nipkov usa dos discos para grabar y reproducir imágenes en movimiento gracias a la fotoconductividad (el proceso mediante el que cargas eléctricas afectan a materiales sensibles a la luz). La idea era usar los discos para procesar las imágenes y que, mediante el uso de células de selenio, pudieran enviarse a través de un cable eléctrico a otro disco con el que recuperar la imagen.
Aunque presentaba serias limitaciones (producto de las limitaciones tecnológicas del momento) fue un paso clave. Tanto, que el historiador de la televisión Albert Abramson lo llama "la patente maestra de la televisión". El mismo Baird empezó a hacer pruebas con el disco de Nipkow en 1922 y para 1926 consiguió enviar la primera imagen televisiva, la de una marioneta llamada "Stooky Bill"
Tras aquello, Baird se lanzó al mundo de la retransmisión. En 1927, consiguió emitir en Glasgow desde Londres usando un cable telefónico. Y un año después atravesó el Atlántico retransmitiendo en Nueva York. La Baird Television Development Company Ltd, inició un monopolio de facto que solo se vio comprometido por su dependencia al cable telefónico y la aparición, gracias al trabajo de Isaac Shoenberg y su equipo con la EMI-Marconi.
Pero con Baird, el gran pionero de la televisión, celebramos algo más que una pequeña innovación tecnológica. Celebramos uno de los cambios culturales más importantes del siglo: la aparición de la cultura de masas que marcará indeleblemente el mundo de la posguerra. De nuevo, Baird es un perfecto ejemplo de como la ciencia cobra sentido pleno no en los artículos académicos o en las universidades sino en las calles, la plazas y las casas de la gente de a pie.
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