Como no sólo vivimos de la tecnología enfocada al consumo, ahora nos toca hablar un poco de ciencia e investigación. Más concretamente de medicina y un gadget que está dando mucho de qué hablar: las impresoras 3D. Ya vimos en su día cómo se podían producir prótesis baratas y personalizadas pero con este proyecto la meta es más ambiciosa.
Bioprinting, como se conoce en el argot científico, es la disciplina por la cual se quiere utilizar este tipo de impresoras para crear tejidos vivos, desde estructuras sencillas a otras más complejas. Un objetivo ambicioso que empieza a dar sus primeros pasos para convertirse en una tecnología de la que podamos disfrutar el día de mañana.
Por un momento, olvidémonos de las impresoras 3D como un gadget capaz de reproducir modelos virtuales para clonar objetos mundanos. Las ambiciones de este grupo de investigadores, en coordinación con una empresa, pasan por crear tejidos vivos de todo tipo que se puedan utilizar en pacientes para todo tipo de usos.
Sobre el papel, el concepto es sencillo: una impresora capaz de ir reproduciendo un tejido punto por punto con diferentes capas. Según la forma de estas últimas se puede crear desde un fragmento de arteria, un cartílago diseñado especialmente para un paciente e incluso órganos.
Explicado así parece fácil pero hacerlo realidad es otra historia completamente diferente. Complejo, costoso y sobre todo con mucha ambición. El objetivo de estos científicos pasa por crear primero pequeñas partes para operaciones y curas para posteriormente producir órganos y otros elementos más elaborados.
Imprimir vasos sanguíneos, cartílagos…e incluso órganos
Para hacer funcionar estas singulares impresoras se utiliza un elemento llamado bio ink. O lo que es lo mismo, una solución que contiene entre 10.000 y 30.000 células a las que un láser les da forma según lo que se quiera crear. Una vez creado el tejido, se mantiene bajo una serie de procesos de cuidado para que en unas tres semanas esté listo para usarse.
Para hacernos una idea de lo que hay hasta ahora: un vaso sanguíneo creado con esta máquina es capaz de aguantar seis veces la presión sanguínea normal. Dicho así suena a mucho pero es poco más de la mitad de lo que soporta un vaso normal.
Aunque estos son algunos de los objetivos, cada grupo de investigación también busca personalizar el concepto para cubrir diferentes necesidades. Por ejemplo en la universidad de Wake Forest están trabajando en crear una unidad portátil que sirva para llevar a centros de curas por quemaduras o heridas.
¿En qué punto se encuentra ahora mismo el proyecto? Algunos de los responsables de este proyecto ya han conseguido avances importantes: en la universidad de Missouri-Columbia ya se han logrado crear vasos sanguíneos que funcionan perfectamente.
Todavía queda mucho por recorrer y lo cierto es que el proyecto es muy esperanzador pero también tiene grandes retos que superar: ser capaces de que los tejidos producidos en impresoras sean duraderos y uno que habíamos mencionado previamente: crear estructuras más complejas y personalizadas para cada paciente. Posiblemente no veamos avances importantes, si todo sale bien, hasta dentro de unos años. De momento lo que se ha conseguido en poco tiempo es notable.
NovoGen es la empresa encargada de gestionar este proyecto en colaboración con varias universidades de Estados Unidos. A día de hoy, ya ha producido las primeras impresoras. De momento la compañía no da más información sobre este aspecto puntual. Tampoco están a la venta pero algunos grupos de investigación como Harvard Medical School tienen acceso a ellas.
Vía | Wall Street Journal
En Xataka | WREX, un exoesqueleto para niños con discapacidad creado con una impresora 3D
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