En la actualidad tenemos medios para determinar concentración de gases, temperaturas y otros parámetros con facilidad y precisión, pero no resulta tan fácil hacerlo si buscamos un dato de hace millones de años. No obstante, la comunidad científica no cesa en el empeño de registrar récords aunque se trate de uno que se batió hace unos 40 millones de años: la temperatura más alta registrada en la Tierra.
Aunque nuestro planeta ha pasado épocas de glaciación y otras más cálidas debido en parte a la variación de la concentración de unos u otros gases en la atmósfera, en este caso tuvo que intervenir una ayuda externa para que un punto de nuestro planeta se acercase a una temperatura que es más o menos la mitad que la que tiene el Sol en su corona. ¿Sabéis cuál es la hipótesis más válida sobre la extinción de los dinosaurios? No es que este dato tenga una relación directa, pero los tiros van por ahí.
La dificultad de investigar lo que se ha desintegrado
Como comentábamos al principio, no es fácil conocer los parámetros físicos si hablamos de hace millones de años. En ocasiones requiere pruebas complejas (y caras), excavaciones o el que des con "la burbuja adecuada", como ocurrió en el caso del bloque de hielo del que hablamos hace poco aquí, que contenía información de la atmósfera primitiva al ser el más antiguo encontrado hasta ahora.
En el caso de las temperaturas más altas, son los impactos de asteroides y demás lo que causan aumentos de temperatura enormes en la zona de colisión, pero esto tiene un pequeño problema a la hora de dejar huella: las pruebas se esfuman por el hecho de impactar, quedando las rocas vaporizadas en muchos casos. Pero la materia se conserva y en este caso las pistas las han dado las rocas que se crearon tras un buen impacto.
Ha sido el equipo de Nicholas Timms de la Universidad Curtin en Perth (Australia), quienes tras su trabajo han determinado que la temperatura que se alcanzó en el kilométrico cráter de Labrador (Canadá) fue de 2.370 grados centígrados, siendo así la temperatura más alta registrada hasta el momento en en el planeta. El impacto ocurrió aproximadamente hace 38 millones de años, y las pruebas han sido una joya, literalmente.
Según explican, las circonitas son en este caso un marcador de la temperatura alcanzada, ya que el hecho de encontrarlas en este caso significa que el impacto y su consecuente aumento de calor fueron suficientes como para que el circonio del área se transformase en circonita, para lo cual son necesarios al menos 2.370 grados centígrados.
Habrá que vigilar aún más a los asteroides
La investigación de este equipo ha sido la primera en la que se ha recurrido a la circonita como marcador temporal de la temperatura alcanzada en un impacto, según explica Timms a New Scientist, y en este caso les salió bien la jugada al hallar este punto de temperatura récord. Con ello además se tiene una idea más cercana de lo extremas que pueden ser las condiciones inmediatas tras el impacto de un meteorito, que en este caso de hecho dejó un cráter de 145 kilómetros cuadrados.
No es de extrañar que la NASA tenga en cuenta planes para deshacerse de los asteroides que se dirijan a la Tierra, de hecho como recordábamos al principio puede que un gran impacto fuese el detonante de una gran extinción. Pero centrándonos en lo que ocurrió de exosfera para dentro, con trabajos así los científicos están algo más cerca de conocer las temperaturas de hace miles de millones de años para saber algo más de su formación, dentro de lo difícil que es concretar cualquier cosa en esos momentos.
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