La Unión Europea quiere apostar por el 'acceso abierto'; es decir, quiere conseguir que toda la investigación que se desarrolle en territorio europeo esté disponible para cualquiera sin ningún tipo de barreras técnicas, legales o financieras. Y a eso se comprometieron los ministros de Industria, Competitividad e Investigación la semana pasada.
Nadie discute que es un compromiso político importantísimo. Lo que no está claro es si se trata de una apuesta en serio o es la versión científica del mítico "este será el año de linux en el escritorio". ¿Apuesta estratégica o una promesa que quedará en nada? Veámoslo.
Un acuerdo imprescindible para la ciencia abierta...
Ya hemos hablado alguna vez del acceso abierto (u 'open access'). En los últimos años, la industria de publicaciones científicas ha movido cerca de diez mil millones de dólares al año (9400 millones en 2011) pese a que el valor añadido de estas publicaciones en la era de internet es cada vez más residual. La idea de acceso abierto en este ámbito consiste sencillamente en poner a disposición del público a través de la red todos los resultados de todas las investigaciones científicas financiadas con fondos públicos de la Unión. Y de esta forma, que "cualquier usuario pueda leer, descargar, copiar, distribuir, buscar, enlazar o utilizar el texto y los datos sin ningún tipo de limitación técnica, legal o financiera".
Por eso, muchas universidades europeas llevan años tratando de escapar de un círculo vicioso que las llevaba a trabajar gratis para producir un producto que luego tenían que comprar. Hace unos días, los ministros de investigación de los países de la Unión Europea se acaban de subir al carro. Y han hecho público el compromiso de "convertir el acceso abierto en la opción por defecto de todas las publicaciones científicas".
La decisión fue tomada durante el último Consejo de competitividad, que dentro de la estructura del Consejo de la Unión Europea, integra desde 2002 las competencias de mercado interior, industria e investigación. Los ministros toman nota de que el "acceso abierto a las publicaciones científicas y la reutilización óptima de los datos de investigación resultan cruciales para el desarrollo" de un sistema científico abierto, moderno e innovador.
Imprescindible aunque muy limitado
No obstante, este acuerdo no es mucho más que un gesto político. No es una directiva de obligado cumplimiento, ni mucho menos un plan de implementación. Básicamente, a través del Consejo, los ministros europeos han comprometido a sus gobiernos a a implantar el acceso abierto en los próximos 4 años, pero no hay ningún mecanismo legal para garantizar su cumplimiento. El Consejo "invita a la Comisión, los estados miembros y a otras partes interesadas, incluyendo los fondos de investigación, a ayudar en el proceso de transición" hacia una ciencia abierta.
Aunque no es raro, el Consejo suele establecer objetivos, pero la iniciativa sobre cómo alcanzarlos depende de cada estado miembro (o de la Comisión, en su defecto); esto no son buenas noticias. Es más, como comentan en Ars Technica, el hecho de que nos sigamos moviendo en términos de la Iniciativa de Acceso Abierto de Budapest de 2002 indica los escasos avances que hemos hecho durante estos años pese a que los grandes programas de financiación europeos (con Horizonte 2020 a la cabeza) llevan años incluyendo un mandato de acceso abierto en su normativa.
Además, el objetivo es lo suficientemente ambiguo como para dudar de cuál será si implementación final. Una pena, porque si la Unión Europea (uno de los productores de investigación más importantes del mundo) decidiera dar este paso, su impacto a nivel global haría que todo el sistema cambiase. Un cambio necesario que se lleva demorando años sin sentido. Más aún desde que sabemos a ciencia cierta que las patentes y las licencias exclusivas limitan innovación e impiden el acceso a las nuevas técnicas biosanitarias.
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