De todas las “rocas” que hay en el planeta —que no son precisamente pocas— ALH84001 es probablemente una de las más famosas y de las que más quebraderos de cabeza ha dado a los científicos. La razón, muy sencilla: no es de este mundo. Allan Hills 84001, que así es su nombre completo, es un fragmento de meteorito marciano localizado en la Antártida hace casi cuatro décadas, en diciembre de 1984, por un equipo del ambicioso programa Ansmet.
De 1,93 kilos, el pedrusco lleva años intrigando a los investigadores por una peculiaridad: la presencia de moléculas orgánicas. Para decepción de los ufólogos, un nuevo estudio acaba de concluir sin embargo que no son signos de vida, sino el resultado de reacciones químicas entre el agua y las rocas en el Planeta Rojo hace alrededor de 4.000 millones de años. Eso sí, el hallazgo puede ayudarnos a entender mejor la Tierra primitiva y sus procesos geoquímicos.
La clave: la interacción entre agua y roca
En un artículo publicado en Science, un grupo de investigadores encabezado por Andrew Steele, del Instituto Carnegie (EE. UU.) concluye que las moléculas no se vinculan a un proceso biológico, sino a la química abiótica, a interacciones entre agua y roca no muy diferentes a las que se encuentran en la Tierra. Para su análisis el equipo recurrió a técnicas como imágenes a nanoescala, análisis isotópico y espectroscopía, con las que identificaron dos procesos geoquímicos: serpentinización y carbonización, en ambos casos marcados por la interrelación de rocas y agua.
“Examinamos los carbonatos y silicatos en el meteorito marciano Allan Hills 84001 utilizando análisis a nanoescala para caracterizar la naturaleza de las reacciones agua-roca en el Marte primitivo. Encontramos material orgánico refractario complejo asociado a conjuntos minerales que se formaron por reacciones de carbonatación y serpentinización de minerales. Las moléculas orgánicas están colocadas con magnetita nanofásica; ambas se formaron in situ durante las interacciones agua-roca en Marte”, detalla el equipo de investigadores en su artículo. “Dos mecanismos potencialmente distintos de síntesis orgánica abiótica operaron en el Marte primitivo durante el período Noachiano tardío, hace de 3.900 a 4.100 millones años”.
El estudio arroja luz sobre el origen de ALH84001, un debate que los expertos mantienen desde hace décadas y ha captado el interés público. En 1996 incluso el entonces presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, llegó a salir por televisión para anunciar que solo unos días antes un equipo de la NASA y la Universidad de Stanford habían hecho público —curiosamente, también a través de Science— que el meteorito podía arrojar pruebas de vida pasada en Planeta Rojo. “Si se confirma el descubrimiento, será seguramente uno de los más sorprendentes sobre nuestro universo que la ciencia haya hecho jamás. Sus implicaciones son trascendentales”, llegó a destacar Clinton.
Desde entonces los científicos han puesto sobre la mesa diferentes explicaciones para los misteriosos químicos orgánicos de Allan Hills 84001. A la hora de plantear respuestas han apuntado a la posibilidad de vida antigua en Marte, pero también factores abióticos, como actividad volcánica e impactos cósmicos. Otra hipótesis apuntaba a que la roca se contaminase al impactar contra la Tierra, lo que ocurrió, se cree, durante una lluvia de meteoritos hace 13.000 años.
“El debate sobre este meteorito polarizó a la comunidad hace muchos años, pero creo que gran parte de esa polarización se ha aliviado con los años”, reconoce Andrew Steele a Space.com: “Espero que este documento inspire el debate nuevamente de una manera positiva”.
En su artículo recuerdan que los rovers de Marte han encontrado moléculas orgánicas complejas en las rocas antiguas expuestas en la superficie del planeta y metano en la atmósfera. “No está claro qué procesos produjeron los compuestos orgánicos, con propuestas que incluyen fuentes tanto bióticas como abióticas”, abunda el estudio, que zanja que las pruebas con ALH 84001 “demuestran que la producción abióticas de moléculas orgánicas operó en Marte hace 4.000 millones de años”.
El trabajo del equipo de Steele podrían ir más allá del Allan Hills o incluso el Planeta Rojo y arrojar luz también sobre los orígenes de los componentes básicos de la vida en la propia Tierra, hace miles de millones de años. Las investigaciones —detalla Steele en declaraciones a Space.com— aporta información también sobre “cómo se produjeron algunos componentes básicos importantes para la vida en la Tierra primitiva y se están produciendo en otros lugares de nuestro sistema solar”. Reacciones geológicas como las que han detectado en ALH 84001 ofrecen una señal valiosa para el estudio de Marte y podrían ayudar a entender mejor Encélado, la luna de Saturno.
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