El almacenamiento de los recuerdos nos ayuda a aprender tomando como punto de partida nuestras experiencias
Las copias de un recuerdo se conservan durante diferentes periodos, por lo que no todas permanecen de forma indefinida
Durante las últimas décadas los científicos que desarrollan su actividad de investigación en el ámbito de la neurociencia han aprendido muchísimo. Y, aun así, en gran medida nuestro cerebro sigue siendo un misterio. Y lo es debido a que su complejidad es extraordinaria. No obstante, esta dificultad no representa un óbice a la hora de seguir esforzándose e investigando. Afortunadamente. Si los neurocientíficos tirasen la toalla nuestro conocimiento acerca del cerebro humano se estancaría.
Flavio Donato y su equipo de investigadores de la Universidad de Basilea (Suiza) no se han dejado amedrentar por la complejidad natural de nuestro cerebro. Y su esfuerzo ya está dando fruto. En el artículo que estos científicos han publicado en la revista Science explican con bastante detalle un mecanismo del cerebro que hasta ahora los neurocientíficos no conocían bien. Y, curiosamente, es un comportamiento que recuerda lejanamente al de la estrategia que utilizamos los seres humanos para evitar que nuestros ordenadores pierdan nuestra información más valiosa.
Nuestro cerebro se asegura de mantener a buen recaudo nuestros recuerdos
El cerebro humano tiene una capacidad de aprendizaje y una plasticidad enormes. El almacenamiento de los recuerdos es uno de los mecanismos que nos ayuda a aprender tomando como punto de partida las experiencias que hemos vivido en el pasado. Y ese aprendizaje es crucial porque nos permite adaptarnos y responder a algunos de los desafíos y las experiencias que tendremos que afrontar en el futuro. Hasta ahora los neurocientíficos desconocían cómo resuelve el cerebro humano la dinámica de los recuerdos, pero ya tenemos algunas respuestas. Y son interesantísimas.
El profesor Donato y su equipo han descubierto que nuestro cerebro procesa cada recuerdo vinculado a una experiencia específica con el propósito de almacenarlo en múltiples copias simultáneamente. Esto significa, sencillamente, que un recuerdo no deja una única impronta en nuestra estructura cerebral, de ahí que no resulte descabellado comparar este mecanismo con la creación de las copias de seguridad que utilizamos para salvaguardar la información más relevante que almacenamos en nuestros ordenadores.
Además, estos científicos han concluido que las copias de un recuerdo en particular se conservan durante diferentes periodos de tiempo, por lo que no todas ellas permanecen de forma indefinida. De hecho, puede que en algunos casos ninguna de ellas perdure. No obstante, esto no es todo lo que han averiguado. También han confirmado que algunas copias pueden ser modificadas en cierta medida con el paso del tiempo. Lo curioso es que toda esta actividad se lleva a cabo en el hipocampo, que es la región del cerebro que se responsabiliza del aprendizaje a partir de la experiencia.
Curiosamente cada experiencia se almacena al menos en tres grupos distintos de neuronas que se forman durante diferentes etapas del desarrollo embrionario. De hecho, las neuronas que se forman en primer lugar son las responsables del almacenamiento de los recuerdos que se preservan a largo plazo. Las neuronas que se forman más tarde tienen una capacidad de retención de los recuerdos muy fuerte al principio, pero se desvanecen con el tiempo. Y, por último, los recuerdos que se almacenan durante poco tiempo en las neuronas formadas en las últimas fases del desarrollo embrionario pueden ser modificados y reescritos con facilidad.
"El desafío al que se enfrenta nuestro cerebro en lo que concierne a la memoria es impresionante. Por un lado debe recordar lo que hemos experimentado en el pasado para ayudarnos a comprender el mundo en el que vivimos. Pero, además, necesita adaptarse a los cambios que se producen a nuestro alrededor para ayudarnos a tomar las decisiones adecuadas para garantizar nuestra supervivencia", nos explica el profesor Donato. Es apasionante. No cabe duda de que en el ámbito de la neurociencia a los científicos aún les queda muchísimo trabajo por hacer, pero gracias a descubrimientos como el de estos investigadores podemos otear el futuro con un optimismo muy saludable.
Imagen | Anna Shvets
Más información | Science
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