En marzo de 2017 celebrábamos 50 años desde la aparición del primer modelo climático del mundo. Lo más llamativo es que este modelo, sin estar dentro de la vorágine del cambio climático que vivimos ahora mismo, predecía el calentamiento global que estamos viviendo ahora mismo casi a la perfección.
Aún más curioso es el hecho de que no es la primera vez que se predice u observa este fenómeno. El cambio global del clima es algo que se sospecha desde hace cientos de años, con más o menos acierto. ¿Cuántas veces se ha adelantado la humanidad a los hechos?
1820, Fourier y el calor terrestre
Probablemente hayáis escuchado alguna vez hablar de la famosa transformada de Fourier. Jean-Baptiste Joseph Fourier fue un gran matemático y físico cuya transformación matemática ha ayudado muchísimo en el mundo científico. Además de este hito, Fourier consiguió resolver la ecuación del calor. Durante su investigación, Fourier se topó con que el calor terrestre no correspondía a lo que sus cálculos indicaban.
Según resolvió, la radiación solar no es lo suficientemente potente como para mantener a la Tierra, tremendamente pequeña desde tanta distancia, a la temperatura a la que permanece. ¿Qué estaba provocando el calentamiento adicional? Fourier no tardó en sugerir algunas soluciones, entre las que se encontraba el "efecto invernadero". Este fenómeno explica que el calor que llega a nuestro pequeño planeta es atrapado por la atmósfera.
Fourier no tenía los medios para medir este calentamiento, ni tampoco sabía qué era lo que lo causaba, pero estaba convencido de que el planeta estaba más caliente de lo que debería solo por la radiación solar. Aunque el no vio, que sepamos, ningún signo de alarma, su hipótesis llevó al siguiente descubrimiento relacionado con el cambio climático.
1896, Arrhenius contra el cambio climático
Trabajando con su colega geólogo Arvid Högbom, Svante Arrhenius, observó que Fourier tenía razón: algo atrapaba el calor en la Tierra, como si de un invernadero se tratase. Y ese algo, según observó, era una mezcla de vapor de agua y dióxido de carbono. Con Högbom planteo la que es, probablemente, la primera idea de calentamiento global de la historia.
Si las observaciones de Högbom sobre los ciclos de carbono son ciertas, ¿qué pasaría con todo el dióxido de carbono emitido por las fábricas a la atmósfera? Arrhenius vivió en la Suecia industrial, un ejemplo de uno de los periodos más productivos (y más contaminantes) de la humanidad. Según calculaba Arrhenius, doblar la cantidad de dióxido de carbono atmosférico supondría un aumento de entre cinco y seis grados centígrados. A pesar de su éxito como físico, nadie creyó su hipótesis sobre el calentamiento global, hasta que estamos viendo que se cumple bastante bien, una centuria después.
1912, las noticias alertaban del carbón
Siguiendo la estela de Arrhenius, algunos periodistas ya acusaban al carbón como culpables del cambio climático. "Siete mil millones de toneladas de dióxido de carbono se arrojan a la atmósfera al año", decía un recorte de prensa. "Esto tiende a convertir el aire en una envoltura más efectiva para la Tierra y a elevar su temperatura.
El efecto puede ser considerable en unos pocos siglos", tal y como apuntan desde Microsiervos. Pero el efecto es aún más intenso de lo que se esperaba. El calentamiento está provocando un cambio acelerado en apenas 100 años, más que en "siglos", como comentaba la nota.
1920, las manchas solares
Entre 1920 y 1930 se hizo bastante frecuente hablar del cambio climático, pero no tanto asociado a los gases efecto invernadero, debido a unos experimentos poco precisos y que dejaban algo que desear, sino a las manchas solares. Físicos como Charles Greeley Abbot abogaban por una "clara" relación entre el aumento de las manchas solares, recientemente observadas, y un aumento de temperatura en la Tierra.
Efectivamente, en 1930, con más de 150 años de revolución industrial, y bastante más conocimiento sobre el paleoclima (el clima ocurrido en tiempos pasados) muchos científicos ya observaban un cambio palpable en la temperatura global. Aunque el consenso no era unánime, muchos veían este proceso como un hecho natural, buscando razones en todo tipo de fenómenos (como el Sol). Sin embargo, algunos veían la relación de este cambio repentino y la mano del ser humano.
1950, el poder de los ordenadores
En los cincuenta, el físico Gilbert Plass, recogió la voz de varios científicos especialmente preocupados por la notable subida de temperatura. Continuando el trabajo de otros, Plass advirtió a la comunidad que más dióxido de carbono significa más temperatura. En concreto, vaticinaba que doblar la cantidad atmosférica supondría un aumento de entre tres y cuatro grados, es decir, un grado con uno por cada cien años, según sus cálculos.
Plass contaba, como el resto de sus colegas, con el poder de los primeros ordenadores para hacer cálculos mucho más difíciles en otras circunstancias. Lo bueno es que tenía a su servicio la capacidad de resolver modelos mucho más complejos. Sin embargo, ni todo el poder computacional del mundo sería capaz de convencer por completo a la comunidad científica. Las ideas de Plass fueron descartadas abogando porque el océano sería capaz de absorber todo el CO2 necesario.
1958, los científicos comienzan a alarmarse
La sospecha cogía cada vez más fuerza, pero no fue hasta 1958 que un científico se puso lo suficientemente serio (y esto es decir mucho) como para querer demostrarle al mundo que nos estábamos equivocando. Ese fue Charles David Keeling, quien alertó por primera vez, con datos irrefutables en la mano, de que el dióxido de carbono estaba provocando (tal y como habían predicho cientos de colegas científicos antes que él) un cambio climático considerable.
Esto sirvió para eliminar la idea de la absorción marina: el océano no estaba siendo suficiente para asumir todo el dióxido que somos capaces de arrojar, según mostraban los resultados. Es más, Keeling apuntó mediante sus experimentos que el autor de ese cambio era el ser humano, convirtiéndose en uno de los principales autores capaces de demostrar el calentamiento global antropogénico. Keeling consiguió, por fin, que la comunidad científica se tomara más en serio el cambio climático.
1967, el primer modelo climático ya lo predecía
Syukuro Manabe y Richard T. Wetherald son los orgullosos autores de el que se considera el primer modelo climático moderno. Esta no es ninguna tarea fácil. Uno de los principales problemas a los que se han enfrentado todos los científicos mencionados anteriormente es que ninguno contaba con un modelo preciso capaz de controlar toda la inmensidad de variables con las que cuenta el clima.
Manabe y Wetheral lograron una simulación muy, muy acertada. Tanto es así que su modelo ya predecía el cambio climático que estamos observando 50 años después. Lo especial de su modelo no era contar solo con las variables, sino con la relación entre ellas. Los investigadores ya alertaban, entonces, que doblar la cantidad de CO2 suponía elevar la temperatura del planeta en unos 2ºC. Las cifras se acercan cada vez más a la realidad.
1988, Hensen casi lo clava
James Hansen, por entonces director del Instituto Goddard de Estudios Espaciales de la NASA, en Nueva York, testificaba en 1989 ante un subcomité de Transporte del Senado en Washington DC. Un año antes, Jensen publicaba un devastador estudio que preveía el futuro del cambio climático desde diversas perspectivas. Los resultados, como podréis imaginar, no eran nada buenos. Lo mejor (o peor, según se mire) de todo, es que Hensen fue terriblemente preciso con su modelo. Hansen, en su informe, anunció que en el año 2000 podría medirse con exactitud este cambio.
Efectivamente, a día de hoy, podemos observar que sus cálculos aciertan con mucha exactitud en cuanto al calentamiento global, 30 años después. A pesar del debate, los datos de Hensen fueron cruciales para entender la progresión del aumento de una manera más precisa y concreta. En ese mismo año, y en vistas al debate creciente, se creó el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático, más conocido como el IPCC.
1998, el protocolo de Kyoto, un punto y seguido.
Diez años después, el Protocolo de Kyoto fue el primer intento oficial gubernamental, a gran escala, que trató de poner medidas de compensación y paliación por el cambio climático. En realidad esta no se puede considerar propiamente una las veces que nos hemos adelantado al cambio climático, ya que, en muchos sentidos, pone el punto y seguido a la discusión y da comienzo a una nueva fase: la de acción.
A día de hoy todavía existe un gran debate en el consenso científico, pero este acepta sin dudas la existencia de un cambio y un calentamiento global acelerados. Podemos discutir qué pasará en el futuro. Existen dudas razonables sobre muchos de los mecanismos geológicos y climatológicos que participan. Pero ya no hay dudas de que el cambio climático está aquí y que lo ha acelerado, en gran medida, el ser humano. La cuestión más importante, a estas alturas, es qué vamos a hacer al respecto.
Imagen | Ani Carrington
Ver todos los comentarios en https://www.xataka.com
VER 23 Comentarios