En julio de 1697 el francés Jacques Sennacques escribió una carta a su primo que vivía en La Haya. La carta hablaba sobre un certificado de defunción de un familiar, nada especialmente relevante. Sin embargo, la carta sí que es relevante, 324 años después ha sido leída por primera vez. Sin ser abierta.
Una nueva tecnología ha permitido leer el contenido de la carta sin siquiera abrirla. Mediante rayos X analiza lo que hay en su interior, estudiando cómo son los pliegues del papel y qué hay garabateado en él. Con toda esa información un complejo algoritmo se encarga de hacer un despliegue virtual para leer cómodamente qué está escrito en su interior.
En una publicación en Nature reciente, los investigadores explican cómo funciona su método. Como ejemplo para demostrar su viabilidad, están utilizando una carta del Renacimiento que aún no ha sido abierta. Es así como han podido saber sobre el mensaje del certificado de defunción, sin tener que tocar el interior de la carta.
La carta al parecer nunca llegó a su destinatario. Por aquel entonces era común que quien recibiese la carta fuese el encargado de pagar por ella y no el emisor. Por lo tanto, muchas veces los servicios de correos guardaban las cartas hasta que alguien viniese a recogerlas y pagar por ellas. Nadie vino a por la carta de Jacques Sennacques, que junto a más de 600 cartas permanecieron en un baúl durante varios siglos.
Los intrínsecos pliegues de las cartas antiguas
El equipo de investigadores ha sido el primero en poder leer lo que contiene esta carta. Abrirla supondría probablemente resquebrajarla y dañarla por completo dada la delicadez del papel tras tantos años. Además, estas cartas estaban selladas por un peculiar método de pliegues y un agujereado que permitía identificar la autenticidad del emisor. Cada emisor tenía su propio método de pliegue que generalmente se sellaba con un agujero atravesando toda la carta.
Para evitar el despliegue físico de la carta, los investigadores han hecho un despliegue virtual. Disparando unos rayos X sobre la carta pudieron recoger una imagen suficientemente clara de todos los pliegues de la carta y cuántos hay. Así mismo, de lo que hay escrito gracias a los restos de metal que hay en la tinta.
Posteriormente un algoritmo se encarga de analizar la imagen en 3D por rayos X para entender los pliegues y la geometría de los mismos. Procede a realizar un despliegue virtual y coloca los garabatos de tinta en cada pliegue correctamente desplegado. ¿El resultado? Una imagen de la carta desplegada que permite leer qué contiene en su interior.
Los investigadores han hecho una reconstrucción de la carta y el pliegue para entender cómo se plegó 324 años atrás:
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