En 2009 un sismólogo amateur llamado Giampaolo Giuliani predijo una catástrofe: la región de L'Aquila sufrió un temblor de 6,7 que causó 308 muertos, 1.500 heridos y cuantiosas pérdidas materiales. Lo más duro de este asunto es que Giuliani llevaba días advirtiendo del sismo sin que nadie le hiciera caso. La razón de que lo "supiera" fue el radón, un gas noble. A la luz de lo que sabemos, ¿podemos utilizarlo para prevenir los terremotos?
Ese chivato llamado radón
L'Aquila, Lugo, Luzon... todos estos sitios tienen en común un aumento inusual en la concentración de radón de la zona. Este gas noble suele aparecer tras la desintegración de algunos isótopos radioactivos, como el radio o el uranio. "El radón está contenido en muchas rocas. El caso más próximo a nosotros [en España] es el del granito, y lo podemos encontrar en la sierra de Guadarrama, por ejemplo", explica para Xataka Emilio Carreño Herrero, director de la Red Sísmica Nacional (RSN).
"Se ha comprobado que asociado a la actividad sísmica, previamente a que esta ocurra, existen, a veces, emisiones de gas radón", continúa. Por su parte, Nahúm Menendez Chazarra, geólogo y divulgador, autor de Un geólogo en apuros, nos explica que "los gases nobles son elementos que se encuentran de manera natural formando parte de los minerales que componen las rocas. Una parte del radón puede escapar hacia arriba a través de la rocas aprovechando los poros y fisuras".
"En ocasiones, este radón puede quedar atrapado por distintos factores". De esta manera, cuando hay un movimiento tectónico, en dichos lugares donde se acumula este gas, puede haber un escape ante los cambios en la roca, y este se puede detectar como aviso de la actividad sísmica. "¿Por qué? Posiblemente las fricciones que se originan en una falla a cierta profundidad, y dependiendo del tipo de roca, hacen que el gas se libere y pueda llegar a la superficie donde se pueden detectar los impactos de sus partículas", explica el director de la RSN.
"El radón está en todas partes, pero hay zonas donde, por su geología, hay una mayor concentración. Es conveniente tener este dato en cuenta a la hora de hacer construcciones ya que dependiendo de la concentración de radón vamos a necesitar medidas de ventilación diferentes para evitar nuestra exposición a este gas, que puede incrementar el riesgo de sufrir cáncer", añade Nahúm.
Cómo elegir un indicador
Dicho esto, parece que nos encontramos ante una señal casi infalible a la hora de detectar y prevenir un terremoto. Sobre todo si observamos los casos como el del L'Aquila o el de Lugo de 1997, en el cual dos equipos de sismólogos, uno gallego y otro japonés, detectaron precursores gaseosos, entre ellos el radón, antes de que se originara. Un par de años antes ya habían detectado indicadores similares en las aguas del Cabreiroá. Pero nada más lejos de la realidad.
"El problema de esto es, como ocurre con casi todos los indicadores que se entienden como predictores de terremotos, son dos", aclara Emilio. "Primero, no siempre se observan todos los indicadores y, segundo, son muy difíciles de medir. Estos parámetros que que podrían servir como predictores no siempre se dan, con lo cual si queremos estar observando y hay un terremoto sin emisión, pues tampoco podemos hacer nada al respecto".
No podemos estar midiendo continuamente el enturbiamiento del agua o el nivel de radón. Estos fenómenos se observan a posteriori
Otro predictor de terremotos parecido, nos explica el director de la RSN, es el nivel freático del agua, que provoca un enturbiamiento de los pozos. "No podemos estar midiendo continuamente el nivel de los pozos o el enturbiamiento del agua. Estos fenómenos se observan a posteriori". La medición en continuo, como explica Carreño, es difícil, costosa e ineficiente, además de que depende del lugar donde se hace. Estas son las razones por la cuales no se puede emplear de manera sistemática en la detección de terremotos, al menos por el momento.
Nahúm, por otro lado nos explica que el interés en el radón como detector está repuntando. "Aunque parece que en los últimos años la detección del radón como precursor había quedado un poco en el olvido, gracias a la miniaturización de la electrónica y a la creación de sistemas más resistentes, capaces de monitorizar continuamente la presencia de este gas, algunos autores vuelven a estudiar las emisiones de radón como precursoras de los terremotos".
Esto, afirma, en conjunción con otros gases, como el helio, podría llevarnos a nuevos sistemas de predicción. "Todavía queda un largo camino por recorrer antes de poder descartar totalmente su uso". No obstante, deja claro que el tema está lejos de ser sencillo. "Se han estudiado anomalías relacionadas con el radón no solo por el aumento de este gas, sino por la disminución anómala en las emisiones del mismo", un ejemplo más dentro de un tema cuya complejidad parece enorme.
¿Es posible predecir un terremoto?
"No, no podemos predecir los terremotos en la actualidad, ni sabemos si en algún momento tendremos la capacidad de predecirlos, como sí hacemos con el tiempo atmosférico". Nahúm nos explica que esto se debe principalmente a la imposibilidad de estudiar con detalle los fenómenos y procesos que ocurren debajo de la superficie terrestre. Sin embargo, tenemos importantes aproximaciones.
"La predicción del terremoto como tal no existe ya que eso implica que tenemos que indicar el lugar en el que va a ocurrir, la magnitud y la fecha", nos comenta Emilio. "El procedimiento que se está empleando ahora nos lleva a mejorar la predicción en aquellos países donde los grandes terremotos se asocian a los fenómenos de subducción".
La subducción es como se conoce al proceso por el que una placa tectónica se introduce bajo otra. En estas áreas se producen terremotos importantes. "Existen zonas en el mundo en el que este contacto de las placas se produce a mucha velocidad, como Chile o Japón, donde se registran cincuenta y ocho o sesenta milímetros [de desplazamiento] por año, lo que es un movimiento bastante fuerte".
Según Carreño, el uso de los GPS actuales nos permite obtener valores instantáneos de energías asociadas a dicho desplazamiento. "Distribuyendo cientos y cientos de dispositivos de precisión a lo largo de la zona de la placa, midiendo este movimiento. Cuando se detecta que una de estas zonas se detiene, se está acumulando energía que se va a liberar en algún momento".
"Viendo qué longitud que tiene esa área se puede determinar más o menos qué magnitud va a tener con datos significativos. Esto se está usando ya en Chile, aunque es imperfecto en el sentido de que no se sabe la fecha exacta de cuándo va a ocurrir". Este sistema solo vale con eventos muy energéticos. Para el experto de la Red Sismológica Nacional, este sistema no vale cuando los movimientos de las placas son muy pequeños ya que el proceso es muy lento y los sismos menos importantes.
La importancia de los sistemas de alerta temprana
Aunque no se puede predecir un terremoto stricto sensu, eso no quiere decir que no podamos estar preparados. "Los [métodos] ]que hoy día existen, y se pueden confundir con la predicción de terremotos, son los Sistemas de alerta temprana", nos explica el geólogo, Nahúm.
"Estos sistemas avisan de la llegada de las ondas sísmicas una vez ha ocurrido el terremoto, pero antes de que lleguen las ondas que generan la mayor parte de los daños, como son las "S" o las ondas superficiales". Así nos permiten robarle al terremoto algunos minutos, lo que puede permitir a los sistemas de emergencia aplicar el plan de actuación.
"Dependiendo de la distancia al epicentro, [estos sistemas] pueden dar hasta un par de minutos de ventaja para poder desconectar tuberías de agua, gas o incluso parar los transportes públicos. Pero esto en absoluto es predicción, porque el terremoto ya ha ocurrido".
Según nos explica Emilio Carreño, nuestros equipos de mitigación de daños, para el nivel sísmico que suele existir en España, son envidiables. "Tenemos una red sísmica a nivel nacional que se complementa con estaciones y datos en tiempo real en la que participan multitud de entidades e instituciones". Esto es esencial para contar con la información de la manera más inmediata posible.
"En el momento en el que ocurre un terremoto", continúa, "que es lo que llamamos la 'hora cero' u 'hora origen' de un terremoto, hay un sistema de alerta que avisa de la magnitud, la localización y la profundidad de este en menos de dos minutos. De esta manera, la Dirección General de Protección Civil y Emergencias, como mucho en tres minutos, tiene esos datos".
De esta forma, tanto la DGPCE como la unidad militar de emergencias están al tanto para disponer de las medidas necesarias o enviar partidas de mitigación y rescate en caso necesario. Esto mismo, nos cuenta Emilio, ocurrió en el pasado terremoto de Lorca, en 2011, donde murieron menos de una decena de personas. Pero podría haber contado con muchas más víctimas si no fuera por la pronta actuación de Protección Civil, la Unidad de Emergencias, la policía nacional y todo un contingente de personas organizadas bajo un protocolo contra terremotos muy eficiente.
La misma tarde que del terremoto fuimos convocados y para entonces, la unidad de emergencia hacía horas que estaba allí
"La misma tarde que ocurrió el terremoto fuimos convocados a la reunión de protección civil. Y para entonces, la unidad de emergencia hacía horas que estaba allí". España no es el único sitio donde podemos verlo. Chile, México o Japón son países cuyos sistemas de alerta temprana y acciones contra terremotos se encuentran entre las más eficaces del mundo. En todos ellos se unen los sistemas de alerta (como este de Japón) con un elaborado plan de protección civil (cómo este de México).
Dependiendo del lugar y los diversos factores, estos sistemas de alerta temprana podrían ayudar a salvar cientos o miles de vidas, según se estima, eso por no hablar de ayudar en las tareas de mitigación de daños materiales. Cada vez se hace más patente su utilidad y su importancia, sobre todo en las zonas de riesgo sísmico elevado. ¿Serviría el radón como sistema de alerta temprana?
¿Y si usamos el radón como alerta?
Ya hemos asentado una base para diferenciar lo que es predicción y lo que es alerta temprana de un terremoto. Ambos casos son esencialmente distintos en sus características. Y aunque predecir terremotos parece algo imposible, ¿podría usarse el radón como indicador previo a un sismo? A priori, parece algo factible si nos basamos en casos como el de Italia.
"Lo de L’Aquila no fue producto de la casualidad. Es la consecuencia de encontrarse sobre una zona sísmicamente activa". Nahúm coincide con Emilio al hablar de qué ocurrió en la catástrofe Italiana. Según el director de la RSN, la predicción de Giampaolo no fue fruto de algo fortuito. "Es una mezcla de que, efectivamente, [Giuliani] pudo observar algunos parámetros [como el radón] que estaban variando, asociándolos con un inminente terremoto".
Pero, aunque esto suena prometedor, al igual que ocurre con la predicción, el uso de estos factores en la alerta temprana se topa con los mismos problemas que la predicción: el no poder usarlo de forma generalizada y la dificultad para medirlo. Usar una herramienta tan sumamente imprecisa puede ocasionar un problema muy grave.
"A diario encontramos en Internet centenares de predicciones sobre futuros terremotos, y estadísticamente alguna tiene que acertar. Grandes afirmaciones requieren grandes pruebas, y ojalá esta catástrofe hubiese servido para sentar las bases de la predicción sísmica, pero no es así", confirma Nahúm. "Lo que sí que tenemos que tener en cuenta es la alarma social que se puede generar con estos temas. Si un científico piensa que puede existir un aviso de terremoto, y cuenta con lo que cree que son evidencias, y se lo comunica a la sociedad puede ser muy problemático", apunta Emilio Carreño.
Esto precisamente es lo que ocurrió en L'Aquila. Los avisos de Giuliani pusieron muy nerviosa a la población y provocaron un efecto de rechazo en las autoridades que terminó traduciéndose en una pasividad contraproducente. En opinión de Emilio, cualquier científico con una alerta así debería ponerla de inmediato en conocimiento del resto de las entidades encargadas del estudio sismológico de su país.
Pero volviendo a la utilidad del radón, como veíamos, todavía es pronto para poder decidir sobre su fiabilidad. A pesar de que existe un buen número de estudios que apuntan a una relación entre las emisiones de radón (y otros gases) como indicadores previos a un terremoto. Según Nahúm, de hecho, existen cientos de trabajos afirmando lo mismo. ¿Pero son suficientes?
¿Se comporta el radón en todos los terremotos por igual? ¿Nos avisaría minutos, horas o días antes de que ocurriera un terremoto?
"Sin duda, no", contesta tajante, el geólogo. Desde su punto de vista, hace falta aún largo camino para poder saber a ciencia cierta si el radón es un buen indicador o no. El hecho de que existan estudios que lo confirman no aporta la seguridad necesaria para poder emplearlo por los problemas que comentábamos. Pero tampoco podemos descartarlo al 100%. Por el momento, la comunidad científica no cree que el radón sea un indicador suficientemente bueno para usarlo en términos generales.
Y a pesar del renovado interés por este factor, puede que de aquí a que confirmemos su utilidad, se encuentren nuevos métodos más fiables, comunes y efectivos. Existen, aún, bastantes dudas al respecto: "¿Se comporta el radón en todos los terremotos por igual? ¿Nos avisaría minutos, horas o días antes de que ocurriera un terremoto? En el caso de ser una señal inequívoca de actividad sísmica en el futuro, todavía habría que responder a muchísimos más interrogantes", concluye el divulgador.
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