Rebajando el hype de la fusión nuclear: el confinamiento inercial es un hito, pero seguimos lejísimos de alcanzarla

Si un físico nuclear hubiera despertado de un coma esta misma mañana y se hubiera acercado al kiosko del hospital a ver qué decían los periódicos, ahora mismo estaría hiperventilando y en estado de shock."Los científicos confirman el hito de producir energía ilimitada a partir de una fusión nuclear, el 'santo grial' energético", "¿Por qué la fusión nuclear será la energía del próximo siglo?" o "El sueño de la fusión nuclear energética está más cerca gracias a esta hazaña científica".

A juzgar por muchos de los titulares de la prensa generalista cualquier diría que hemos cruzado el Rubicón de la fusión nuclear y lo cierto es que, como llevamos explicando desde hace días, "sí, pero no". Tras el anuncio a bombo y platillo, viene bien bajar el hype y ver dónde estamos realmente.

¿Qué ha pasado exactamente? El 8 de agosto de 2021, un grupo de científicos del Laboratorio Nacional Lawrence Livermore lograron generar 1,3 megajulios durante una ínfima fracción de un segundo. A falta de confirmarlo, se trataría del primer experimento de fusión controlada de la historia que ha conseguido una producción neta de energía; pero, sobre todo, es algo que colocaría al confinamiento inercial un paso más cerca de la rentabilidad energética.

O sea, que sí, es un paso alucinante. Un hito en mayúsculas de la energía de fusión. Lo que pasa es que no es nada más. Pese a la (comprensible) emoción, lo cierto es que el experimento del Laboratorio Nacional Lawrence Livermore es un paso pequeño en el proceso de hacer realidad todo esto.

La gran imagen. Y es que este experimento formar parte de un proyecto, la fusión nuclear mediante confinamiento inercial, que no tiene una hoja de ruta. No tiene fechas, ni fases, ni itinerarios. Cuando hablamos de que es muy probable que tengamos los primeros reactores comerciales de fusión en la década de los 60 de este siglo, hablamos de otra cosa, de otra tecnología: de la fusión mediante confinamiento magnético.

Y no, no son lo mismo. Son dos caminos bastante distintos, de hecho. Si el problema central de la fusión es cómo contener un material en condiciones tan extremas, el confinamiento magnético recurre a un campo magnético de una intensidad enorme para evitar que el plasma toque las paredes de la cámara de vacío donde se encuentra.

El confinamiento inercial propone, en cambio, usar una cantidad de combustible muy pequeña (normalmente, en forma de pequeña bola de deuterio y tritio) e intenta conseguir que implosione utilizando una gran cantidad de láseres de alta potencia. Lo que ha presentado el LNLL es una enorme prueba de concepto, pero solo eso. Su camino hasta la fusión comercial es imposible de concretar. Estamos más cerca, sí; pero de una forma nada concreta.

¿Por qué es importante tener esto en mente? Sobre todo, porque la búsqueda de una forma de hacer comercial la fusión nuclear es un reto enorme. Un reto que requiere una enorme cantidad de recursos y que, por lo tanto, requiere cierto apoyo por parte de la sociedad civil. Para que nos hagamos una idea: el IFMIF-Domes, el "acelerador" que se está construyendo en Granada y que sólo es una pequeñísima parte para conseguir el confinamiento magnético comercial, va a requerir más de 100 millones al año. Prácticamente todos ellos, públicos.

Y eso solo se puede sostener si el debate público es claro y medimos correctamente las expectativas. Pasarnos de frenada en la comunicación de los descubrimientos científicos (sobre todo, cuando son pasos tan alejados del objetivo final) nos exponen a la desilusión generalizada y la sensación de que nunca acabamos de llegar al objetivo. Y es una pena porque, en el fondo, sí estamos más cerca de lo que solemos pensar.

No podemos permitirnos perder esta oportunidad. Durante años, el gran problema de la fusión nuclear era que, cuando dábamos un paso adelante, veíamos que necesitábamos muchas cosas que no teníamos, que no estaban ni siquiera desarrolladas. Y eso nos obligaba a "empezar de nuevo" en muchos sentidos. La buena noticia es que ya no estamos en ese escenario: todo parece indicar que ya sabemos todo lo que necesitamos y estamos en proceso de conseguirlo. Si justo ahora desacreditamos la fusión nuclear ante la opinión pública, habremos perdido una oportunidad histórica.

Imagen | Laboratorio Nacional Lawrence Livermore

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