La naturaleza del universo, el origen de la vida, los problemas del Milenio o el funcionamiento del cerebro: la ciencia contemporánea está llena de incógnitas fascinantes, pero si hay una con la que tenemos serios problemas esa es la sociedad. Y es que los conflictos sociales son un lío.
No porque no tengamos material con el que estudiarlo. De hecho, tenemos 7.500 millones de personas en el mundo y toda la historia de la humanidad para analizar los conflictos sociales. El problema es que podemos mirar, sí; pero no tenemos es una forma de experimentar.
No en sentido estricto. Pero desde hace años los científicos usan ‘sociedades artificiales’ para simular esos conflictos bajo diferentes variables en millones de ocasiones. Ahora un nuevo estudio sobre el conflicto religioso nos da claves sobre cómo pensar las sociedades contemporáneas.
Sociedades artificiales avanzando hacia el conflicto
Los investigadores de la Universidad de Oxford, de Boston y de Agder (en Noruega) han usado una sociedad artificial usando los modelos actuales de psicología cognitiva; es decir, han desarrollado "agentes" de inteligencia artificial que intentan imitar el comportamiento humano teniendo en cuenta cosas como la religión o la identificación de grupo.
Programaron ese enjambre de agentes artificiales con diferentes edades y etnias y lo ejecutaron millones de veces para estudiar el conflicto social y religioso. El primer resultado fue sorprendente: en términos generales, solo el 25% de los escenarios estudiados acabaron en violencia.
Entre los resultados que sí acabaron en violencia, los investigadores descubrieron que esta ocurre con mayor frecuencia cuando los grupos estaban equilibrados en número y el contacto entre sus miembros era continuado. Ese contacto regular "hace aumentar los periodos prolongados de ansiedad", explicaba Ross Gore, profesor del Virginia Modeling, Analysis & Simulation Center de la Old Dominion University.
Ideas para entendernos mejor
Y la ansiedad, todo según Gore, tiene como efecto aumentar la cohesión ideológica o religiosa de los grupos: se radicalizan. Esa es la antesala del conflicto social. Por eso, las catástrofes naturales, las crisis económicas y los eventos que generan malestar social contribuyen a la radicalización.
Pero, más allá de esos factores exógenos, según los datos, es la exposición a colectivos sociales diferentes el factor clave. Evidentemente se trata de simulaciones, pero encajan con los estudios que señalan de que exponernos a ideas distintas a las nuestras terminan por radicalizarnos.
"Esto es importante porque significa que puede haber implicaciones en términos de políticas para reducir la ansiedad que se incrementa mutuamente a nivel individual", explicaba Gore. Y, aunque ponen encima de la mesa cuestiones muy peliagudas (¿Queremos una sociedad clusterizada, dividida, pilarizada?), la tecnología nos da elementos para avanzar en eso que comentaba al principio: un mejor conocimiento de los problemas sociales.
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