El truco de las hormigas para combatir enfermedades y hongos: cambiar la planificación urbanística sobre la marcha

Adaptarse o morir, y la mejor manera es detectar cuándo una compañera está enferma y empezar a construir los hormigueros de otra forma para minimizar los contactos

El universo de los insectos es fascinante. Estas criaturas protagonizan cada cierto tiempo fenómenos extrañísimos y, de vez en cuando, nos encontramos ejemplares en lugares en los que no deberían estar. Si nos centramos en las termitas y las hormigas, seguimos teniendo decenas de casos impactantes. Desde las termitas kamikaze para acabar con sus enemigos hasta las hormigas que juegan con la naturaleza para crear soldados u obreras. Todo esto es normal si tenemos en cuenta que la cantidad de hormigas que hay es inimaginable, y lo mejor de todo es que seguimos descubriendo nuevos comportamientos en las hormigas.

¿Lo último? La evidencia de que las hormigas cambian en tiempo real los planos de construcción de los hormigueros para evitar propagar enfermedades que puedan acabar con el resto de la colonia.

Medidas sanitarias drásticas. 2024 ha sido un año interesante para la ciencia relacionada con las hormigas. Hasta hace no tanto tiempo, pensábamos que los humanos éramos los únicos que practicábamos la cirugía para salvar el resto del cuerpo, con técnicas como las amputaciones para evitar que una infección se expanda o que un miembro gangrenado afecte al resto del cuerpo. Resulta que una especie de hormiga también realiza esas amputaciones quirúrgicas con las que se consigue salvar a muchos miembros de la colonia.

El ataque de los hongos. También hay hormigas capaces de segregar sustancias antimicrobianas con las que rocían sus antenas o a otros miembros de la colonia, un hábito de aseo que mantiene a raya la propagación de infecciones y también hay otras que rocían a un semejante infectado con otra sustancia antimicrobiana. El motivo está claro: con tantos ejemplares en la colonia y en constante contacto, realizando estas prácticas se evitan contagios.

En estos contagios, los hongos tienen mucho que ver. El Ophiocordyceps es un hongo parásito que infecta a las hormigas, convirtiéndolas en zombis y utilizando su cuerpo para reproducirse —y seguir infectando—. Si has visto la serie (o jugado al juego) de 'The Last of Us', la inspiración viene de este hongo. Las hormigas han aprendido a combatir los hongos comiendo, por ejemplo, pulgones triturados gracias a su gran cantidad de peróxido de hidrógeno, pero también han cambiado sus hábitos de construcción si saben que están infectadas.

El experimento. Un grupo de entomólogos de la Universidad de Brístol, liderado por la investigadora Nathalie Stroeymeyt, ha descubierto que, cuando las hormigas negras de jardín —las Lasius niger— eran infectadas por Metarhizium brunneum, estas comenzaban a cambiar la forma en la que construían los nidos. La hipótesis es que se trata de un comportamiento automatizado por las hormigas para evitar la contaminación.

Para probar su hipótesis, los investigadores tomaron dos grupos de 180 hormigas negras de jardín (larvas incluidas) y las metieron en contenedores llenos de tierra. Las observaron construir los nidos y un sistema de microtomografía monitorizó la forma de los nidos que los grupos estaban excavando.

Introduciendo la amenaza. Las hormigas construyen rápido, por lo que, un día después, se sumaron 20 obreras más a cada colonia. Pero había una sorpresa: algunas de esas nuevas trabajadoras habían sido rociadas con un hongo patógeno, por lo que eran una bomba de relojería.

En los grupos con hormigas infectadas, hay más entradas al hormiguero, mucho más espaciadas entre sí y las zonas clave están alejadas

Revolución urbanística. Los investigadores descubrieron algo interesante: las hormigas del grupo sano —a las que no se añadieron hormigas infectadas— siguieron con el ritmo mostrado en la muestra anterior, pero en el grupo infectado, las hormigas construyeron más rápido, crearon más túneles y las entradas al hormiguero estaban más separadas. También colocaron a su reina y la cámara de alimento en una zona menos céntrica.

Además, algo que también observaron es que las hormigas 'enfermas' pasaban más tiempo fuera del hormiguero y trabajaban menos. La hipótesis de los investigadores es que se trataba de una forma de autoaislamiento de estos ejemplares para evitar toparse con sus semejantes sanos. De hecho, experimentos anteriores ya demostraron que las hormigas que se sienten enfermas se distancian socialmente.

Resultados casi concluyentes. El grupo de hormigas totalmente sano no varió sus hábitos de construcción, por lo que siguieron excavando de forma totalmente normal, como lo hacían antes de que las 20 nuevas obreras llegaran a la colonia. Y la gran pregunta es… ¿funcionaron esas medidas tomadas por las hormigas con el grupo de obreras enfermas?

Los investigadores afirman que aún no tienen evidencias directas de que las hormigas cambien la forma de construcción de sus túneles y deben realizar más pruebas, pero los resultados informáticos sí demostraron una cosa: esos cambios en la arquitectura podían reducir la propagación de enfermedades dentro de la colonia entre un 5% y un 10%.

Imágenes | Biorxiv, Richenza

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