Averiguar el origen de Colón sería una gran noticia para la ciencia. Seguimos sin saberlo y puede que nunca lo sepamos

Las pruebas presentadas en el documental no son vistas como suficientes por la comunidad científica, por lo que el debate sigue abierto

Corte Colon
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Llevábamos semanas expectantes. El de su origen es quizás el mayor de los enigmas históricos en torno a la figura de Cristóbal Colón. El documental 'Colón ADN, su verdadero origen', emitido el sábado en Televisión Española parecía encaminado a resolver la cuestión del navegante que en el siglo XV emprendió rumbo a Asia y acabó topándose de bruces con el Caribe abriendo con ello una nueva era de exploración y colonización.

Pero la respuesta que daba a la cuestión no ha sido satisfactoria para muchos. O no tanto la respuesta en sí sino las pruebas en las que se sustenta.

El documental partía de ocho sillas, cada una representando las hipótesis dominantes sobre el origen del navegante: genovés, gallego, portugués, judío, agote… El filme se salda con la conclusión de que el Cristóbal Colón era un judío sefardí nacido, probablemente, en el Levante peninsular o en las islas Baleares.

La hipótesis es plausible, el problema está en que no disponemos de pruebas verificables más allá de lo expuesto en el documental, testimonios al fin y al cabo de personas más o menos vinculadas con la investigación. No conocemos la metodología específica empleada por el equipo y tampoco conocemos el detalle de los resultados analíticos que llevaron al investigador principal del proyecto, el forense José Antonio Lorente, a concluir lo que expone en la pieza audiovisual.

Muchas de las dudas que se han planteado tras la emisión del documental podrían haber resuelto de una forma bien sencilla: con la presentación de un artículo científico revisado por pares.

Los artículos de este tipo son claves para el desarrollo de la ciencia por dos motivos. El primero es el de transparencia. En un artículo de este tipo se expone paso a paso el trabajo realizado. Esta información resulta accesible (al menos en teoría) así a la comunidad científica, que puede con ello verificar que las herramientas empleadas son las adecuadas y, lo que es más importante, intentar replicar el proceso para validar o falsar sus resultados

La segunda clave de estos artículos es la revisión. La revisión por pares es un filtro previo a la publicación del artículo. El borrador de este es revisado por otros científicos que deciden si el trabajo cumple con ciertos estándares y la información en él es, cuanto menos, veraz.

Mientras no conozcamos más detalles del trabajo a través de un artículo o un mecanismo homólogo (un borrador como los que habitualmente encontramos en repositorios como ArXirv o BioRxiv puede servir a menudo a la comunidad científica para tener una noción del trabajo, como también es el caso de las conferencias), será inútil sacar conclusiones.

¿Retos (aún) insalvables?

¿Por qué es tan difícil determinar el origen de Colón? Puede resultar llamativo que conozcamos parte de la genética de individuos que vivieron hace decenas de miles de años, como el caso de los neandertales pero nos cueste tanto obtener información de alguien que murió hace “tan solo” cinco siglos.

La explicación es sencilla: la conservación de la materia orgánica, pasados los años es la excepción y no la regla. De los neandertales solo han llegado hasta nuestros días un puñado de huesos de una especie que habitó la Tierra durante cientos de miles de años. La materia orgánica se degrada, también los huesos y con ella también lo hace la información genética.

Según explican Manuel Ansede y Nuño Domínguez en un artículo en El País, el estado de conservación de los restos guardados en la catedral de Sevilla hizo que varios investigadores involucrados en su estudio dieran la causa por perdida a lo largo de las dos décadas desde la exhumación de los restos y la publicación del documental.

Los problemas que plantea la labor afrontada por Lorente y su equipo no se quedan ahí. Porque el partían de una incógnita aún mayor: ni siquiera sabemos si los restos que reposaban en la catedral de Sevilla pertenecían al navegante.

La primera solución planteada en el documental es la de comparar el ADN de los restos que descansaban en Sevilla al ADN de los descendientes actuales de Colón. Sin embargo pronto se dieron cuenta de que había un problema con eso.

Como explica el genetista David Reich en su libro Quienes somos y cómo llegamos hasta aquí, no somos descendemos (genéticamente) de todos nuestros ancestros por igual. Esto se debe a que, generación tras generación los cromosomas de nuestros progenitores se dividen y recombinan de forma aleatoria. Al “romperse” y recombinarse e¡la información genética poco a poco la probabilidad de encontrar genes completos heredados de un ancestro concreto se hace cada vez más improbable.

Hay dos excepciones: el cromosoma Y, que solo es heredado de padre a hijos, y el ADN mitocondrial, que es heredado de la madre, aunque en este caso es heredado tanto por los hijos como por las hijas, si bien después solo estas pueden transmitirlo a la siguiente generación.

El resultado es que resulta relativamente sencillo trazar linajes patrilineales y matrilineales, pero cuando hablamos de todo lo que hay entremedias la tarea se complica: las distorsiones que se producen generación tras generación dificultan la tarea y, a partir de cierto punto, trazar genealogías se convierte en un esfuerzo fútil.

El equipo responsable del estudio trató de solventar este problema recurriendo no a los descendientes actuales de Colón sino a sus coetáneos: su hijo Hernando y su hermano Diego (que podría haber sido en realidad su primo). El problema aquí es también la conservación del ADN. El caso de Diego es quizás el más significativo: tras años de abandono, los restos óseos fueron hallados en una caja metálica inundada enterrada en los terrenos de una antigua fábrica de loza en Sevilla.

Los restos de Hernando fueron presuntamente los que habrían permitido al equipo llegar a sus conclusiones. Primero habrían logrado vincular el ADN de los restos de padre e hijo a través de rasgos comunes en las características del cromosoma Y. Después, el ADN mitocondrial de los restos de Hernando (heredados de la madre, recordemos) serían compatibles con un origen judío. Son pocas las conclusiones que pueden sacarse de esta circunstancia.

Habrá que esperar antes de dar por veraces los postulados defendidos en el documental emitido el pasado fin de semana en TVE. Recordemos el “estándar de Sagan”: afirmaciones extraordinarias requieren evidencia extraordinaria. Por ahora, aunque la posibilidad de que Cristóbal Colón fuera un judío nacido en tierras de la Corona de Aragón es plausible el consenso científico historiográfico sigue decantándose por su origen genovés.

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Imagen | L. Prang & Co. / Miguel Ángel (fotografía), CC BY-SA 3.0

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