Uno de los problemas de las prótesis son las rozaduras que producen entre la parte artificial y nuestro propio cuerpo. Se puede convertir en un problema y al final puede resultar bastante incómodo tal y como explican algunas personas amputadas que tienen que utilizarlas. Es cuestión de acostumbrarse, pero hay soluciones muy interesantes también.
Una de ellas nos llega desde Inglaterra donde un grupo de investigadores de la Universidad de Southhampton ha creado un sensor que actúa como si fuera una segunda piel que quiere reducir el dolor de los pacientes al detectar cuándo está dando problemas.
Monitorizando las necesidades de cada paciente
A través de unos sensores de presión, ya hay algunos proyectos que trabajan en esta línea, se puede detectar los momentos en los que se produce el roce así como la presión. De este modo se podría evitar el dolor en los pacientes y otros problemas que a la larga puede producir una mala colocación y uso de las prótesis.
Realmente en sí este sensor no se encarga de aliviar el dolor en sí sino lo que hace es registrar la información para luego ser enviada a los médicos. De este modo, con los datos que recoge se puede corregir la prótesis para acomodarla al uso de cada paciente de forma más precisa y personalizada.
De momento el desarrollo va por buen camino y podría acabar en la prótesis de muchos pacientes dentro de tres años. El objetivo no es sólo llegar a los amputados sino en cualquier otro ámbito de la medicina donde el roce del cuerpo y la presión puedan suponer un problema: por ejemplo en sillas de ruedas.
Como curiosidad decir que al año en España hay más cinco mil casos de amputación, según recoge ADEPIS. Las principales causas son por diabetes y enfermedades arteriales. En Reino Unido, para hacernos una idea, hay registrados más de 50.000 personas amputadas por lo que la cifra no es grande. Por curiosidad ¿sabes lo que pasan con las prótesis e implantes cuando una persona fallece?
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