Una noticia se ha extendido como la pólvora esta semana entre investigadores y curiosos: un equipo de investigadores coreanos había asegurado haber encontrado uno de los “santos griales” de la física de materiales: un superconductor a temperatura y presión ambientales. Pero tan rápido como las noticias, las llamadas a la cautela.
LK-99. El nombre con el que los investigadores han denominado a este nuevo material ha sido LK-99, y sería el primer material superconductor que funciona a temperatura y presión ambientales.
Hasta hace poco los superconductores requerían estar a temperaturas cercanas al cero absoluto para funcionar. Hace unos pocos años un material conseguía la superconductividad a temperatura ambiente (unos 14º C), pero a cambio de una limitación importante: requería presiones descomunales para cumplir su función.
LK-99 sería el primer material superconductor que no solo ejercería como tal a temperatura ambiente, sino que no requeriría de altas presiones para ello.
Cautela obligada. El condicional aquí es importante. El descubrimiento ha sido publicado tan solo en forma de borrador o preprint en el repositorio ArXiv (donde pueden consultarse libremente, tanto uno como el otro). Esto quiere decir que no ha pasado aún el filtro de la revisión por pares, el proceso por el que otros expertos en la materia revisan el estudio para comprobar que cumple con los estándares para su publicación.
Conocedores de la materia como el divulgador Francisco Villatoro señalan que hay motivos para el escepticismo. Por ahora parece que tampoco ha pasado el filtro anterior, la luz verde de los editores de una revista científica para entrar en este proceso de revisión.
Más allá de la revisión por pares. La revisión por pares es uno de los filtros más importantes, pero la prueba de fuego vendrá de la replicabilidad. Es probable que desde el minuto en el que se publicaron estos borradores, numerosos científicos en todo el mundo se pusieran manos a la obra para intentar replicar el experimento en sus laboratorios.
“Cualquier resultado científico experimental debe de ser reproducido por diferentes grupo para adquirir validez”, explica a este medio Sebastian Bergeret, Profesor de Investigación del Centro de Física de Materiales del Donostia International Physics Center (DIPC). Será esta la confirmación clave de que nos encontramos ante un descubrimiento histórico o ante un fiasco descomunal.
¿Por qué es tan importante esto? Los superconductores tienen hoy por hoy unas aplicaciones muy limitadas, pero cuando puedan funcionar en condiciones “normales” abrirán la puerta a una nueva revolución electrónica y eléctrica.
Los superconductores son materiales que permiten vencer la resistencia eléctrica que generan otros. Una de las primeras ventajas que esto plantea es reducir las péridas y así mejorar la eficiencia de las redes eléctricas.
Los chips electrónicos también ganarán en eficiencia, pero también en velocidad. Estos materiales también podrán ser utilizados con más facilidad en ordenadores cuánticos, pero también por sus propiedades magnéticas en distintas industrias.
¿Qué sabemos de LK-99? El nuevo material es una apatita de plomo modificada con cobre, con la fórmula química Pb10−xCux(PO4)6O con con 0.9<x<1.1. Es capaz de funcionar a temperaturas superiores a los 400 K, 127ºC.
Una de las claves del estudio es que el material parece relativamente fácil de sintetizar, el proceso completo para fabricarlo podría requerir tan solo 34 horas y no requeriría de materiales particularmente difíciles de conseguir por un laboratorio. Esto es una gran noticia para quienes quieran replicar el estudio.
¿Y si…? Si se confirma el descubrimiento tendremos tres nuevos nombres en las quinielas del Nobel hasta que lo ganen. Y hay unanimidad en que (de nuevo en condicional, si se confirma esto) los investigadores lo ganarán.
Un dato curioso es el hecho de que descubrimientos relacionados con la superconductividad ya han valido premios Nobel en cinco ocasiones: 1913, por su descubrimiento; 1972; 1973; 1987; y por última ocasión en 2003.
“Si los datos que muestran estos experimentales son correctos estaríamos frente a uno de los descubrimientos más importantes del siglo. Pero hasta que no haya corroboración por otros grupos no tienen valor”, sentencia Bergeret.
Imagen | Lee et al., 2013
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