Empresas tecnológicas: beneficios en España pero pagan impuestos en Irlanda

Desde que la crisis ha mostrado la cara más dura en los últimos años, cada vez que una gran empresa tecnológica publica sus resultados, de manera automática, se genera la disociación de las ventas y beneficios que se pagan en España por parte de las filiales de estas empresas frente a las cifras que estas empresas presentan en otros países; fundamentalmente desde las ramas irlandesas de todas estas empresas que es el país por excelencia para fijar las sedes europeas de las principales empresas tecnológicas.

La preguntas que nos hacemos prácticamente casi todos, tienen su origen en esta distorsión, en las diferencias que existen entre ambos países y cómo se puede llegar a realizar este funambulismo fiscal para que las empresas puedan escoger el lugar donde pagan sus impuestos ¿por qué las ventas que realizan en España pagan los impuestos en Irlanda?

La competencia fiscal entre los países, la primera distorsión

Europa tiene una base previa que es la libertad de establecimiento de empresa en el país que queramos siempre y cuando cumplamos las legislaciones vigentes en cada uno de los países y las correspondientes directivas europeas. El sector tecnológico es un sector que opera libre y sin apenas restricciones legales para establecerse y basándose en esta libertad de empresa, la primera opción que buscan estos gigantes tecnológicos para establecer su filial europea o la propia empresa creada, es el país que tenga los impuestos directos más bajos o la legislación más favorable para el tipo de actividad que se realiza.

Dado que no tenemos unos impuestos armonizados y que cada país tiene unos porcentajes de impuestos diferentes, las empresas buscarán siempre el país con impuestos más bajos de manera preferente. En el caso irlandés, las empresas pagan un 12,5% en concepto de impuesto de sociedades sobre su beneficio, frente al 30% que se paga en España de manera general, por lo que las preferencias de las empresas están claras en este aspecto.

Las reglas de localización y el origen de creación de valor en la empresa

Las empresas pagan impuestos en cada país según las leyes vigentes del impuesto de sociedades. Estas leyes fijan como lugar de tributación, aquel país en el que radique el domicilio social y el principal núcleo de actividades de la empresa sin tener en cuenta los ingresos que existan en el resto de países. Por ejemplo, si yo tengo una empresa que fabrica puertas de madera en Cádiz y vendo un 80% de mis productos a Tánger, mi empresa paga sus impuestos en España y no en Marruecos.

Esta regla genera que las empresas tecnológicas, presten servicios en todo el mundo con suma facilidad, dado que el concepto de exportación como tal no tiene las trabas que tiene la venta de productos transfronteriza. Podemos citar por ejemplo el caso de Google o Facebook y su venta de publicidad en toda Europa con origen de facturación en Irlanda, los servicios financieros de Paypal desde Luxemburgo, Amazon y su central de venta de servicios mediante descargas o incluso Apple y sus ventas de software y hardware con operaciones vinculadas en medio mundo.

Las ventas de hardware, desarrollos y los establecimientos no permanentes

No obstante, también tenemos casos más complejos entre empresas vinculadas que le permiten trasladar de unos países a otros el mayor margen de beneficio de sus impuestos. Pensemos en un fabricante cualquiera de hardware (Apple, Microsoft, Samsung...) La mayoría de estas empresas tienen las áreas de fabricación fuera de Europa, por lo que se genera una operación a tres bandas.

La empresa situada en China u otro país con costes bajos en producción fabrica los productos, esta empresa que es una filial o un proveedor externo, le vende el artículo a la filial europea que menos impuestos pague, por ejemplo a la sociedad irlandesa y en simultáneo, esta empresa irlandesa, actúa como una central de ventas europea para todas las filiales españolas.

Con este sistema, las ventas de hardware consiguen localizar el mayor margen de beneficio en el país que menos impuestos pague y se da la casuística en simultáneo, que la logística del envío, ensamblaje de piezas y manipulado, sigue una ruta completamente diferente y no tiene porqué pasar siquiera por el país vendedor en Europa.

Este caso tecnológico que nos puede parecer tan complejo, ocurre también a la inversa y se pueden citar fabricantes nacionales de calzado, textil, energía o servicios financieros, que usan este mismo esquema de deslocalización de producción y ventas para tributar en el país que más les convenga y son empresas con domicilio social español.

La problemática en los países de destino, la falta de recaudación de impuestos

En España, muchas voces se alzan en contra de este tipo de prácticas. Por ejemplo, a efectos de servicios webs, Google y Facebook son el foco de críticas por la poca cantidad de impuestos que pagan en España vs el volumen de ingresos teóricos que generan aquí.

La lógica de generación de ingresos para pagar impuestos pierde su sentido cuando realmente, la cadena de valor de generación de estos servicios no se encuentra tampoco en España, tal y como ocurre con los servicios de publicidad y alojamiento de Google o con los sistemas de fabricación o distribución de hardware en el que España es un receptor neto de productos y no aporta nada más que mercado a estas empresas.

Estas empresas no realizan de entrada nada ilegal ni nada fuera de la ley, siempre y cuando hagan una valoración correcta de sus operaciones cruzadas o siempre y cuando mantengan sus centros principales productivos en los países en los que están pagando sus impuestos. También está claro que las leyes se pueden cambiar y de hecho se cambian, pero invertir este flujo de pago de pago de impuestos, repercutiría a todas las empresas, no solo a las tecnológicas.

En España, tenemos grandes empresas que operan fuera de nuestras fronteras a la vez y que deslocalizan estos impuestos y gran parte de los beneficios vienen a parar a España. Basta con mirar el IBEX35 (las 35 empresas españolas más importantes) para comprobar cómo menos del 40% de sus ingresos se genera en España ¿acaso nos interesa que absolutamente todos los ingresos tributen en país que se obtengan? Cuidado con estas peticiones, puesto que son cuchillos con doble filo.

La economía de la red abre un concepto nuevo de localización, de capacidad de venta y prestación de servicios a distancia, la capacidad de establecer nuestro software y servidores en cualquier país y a partir de una web, ofrecer nuestros servicios a todo el planeta está ahí. Quizá la reflexión más acertada sería encaminar a España a ser un país friendly con la tecnología, con el establecimiento de empresas aquí, para la generación de empleos de alto valor añadido y cualificado y para que la tributación de estos beneficios mundiales pasaran por España.

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