En los últimos años, cerrar internet se ha puesto de moda entre países de todo el mundo. Y no es barato. En 2016, los 81 cierres (totales o parciales) de internet que hubo supusieron pérdidas de hasta 2.400 millones de dólares. Por eso, uno se pensaría que los estados lo reservan para momentos “especiales”: para revoluciones sociales contra gobiernos autoritarios o para controlar ciudadanos que, en fin, es algo que nunca le viene mal a algún autócrata.
Lo que no esperaba descubrir es que una de las razones "más frecuentes" para cerrar internet (ya sea en dictaduras o democracias) es impedir que los estudiantes hagan trampas. La versión 2.0 de matar moscas a cañonazos.
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Es una medida rara, pero no excepcional. Uzbekistan, por ejemplo, lo ha convertido en una tradición nacional y cierra internet durante cinco horas al año todos los 1 de agosto. La explicación es sencilla, cada año 431.000 jóvenes uzbecos se presentan al examen de acceso a la Universidad para la que solo hay 56.000 plazas.
El futuro de mucha gente se juega frente a un test estandarizado. Y eso ha creado una presión social que ha dado rienda suelta a todo tipo de engaños, trucos e intentos de copiado. El gobierno del país centroasiático, muy dado a los métodos extremos y poco respetuosos con los derechos humanos (al menos hasta la muerte, el año pasado, de Islom Karimov, quien gobernaba el país desde el 89), decidió cortar por lo sano. Literalmente
Pero también hay democracias que recurren a estos métodos. La India celebra también un examen tan importante que le lleva a cerrar internet durante cinco horas. En este caso no es el de acceso a la Universidad, sino el de “Talati”, una especie de responsable financiero a nivel local. La relevancia del puesto para frenar la corrupción, ha llevado al país asiático a cerrar internet (y el servicio de SMS) en la ciudad donde se celebran los exámenes.
Etiopía, Argelia, Siria o Iraq también se han sumado a la moda de realizar cortes de internet (y del servicio telefónico) para “proteger” la integridad de los exámenes estatales. A veces se nos olvida que las TICs no sólo tienen un papel 'disruptivo' sobre el mercado, también lo tiene sobre la burocracia estatal. Eso hace que muchos estados, nerviosos y desorientados, caigan en la tentación de restringir los derechos humanos.
Como recogían en Quartz, los cortes de internet tienen un impacto tan negativo que, aunque no nos preocupen los derechos humanos, no parecen una idea muy sensata. Bajo la peligrosa idea de cortar internet para no copiar se esconde otra cosa: la incapacidad de los estados para repensarse a la luz de las nuevas tecnologías. Una incapacidad cada vez más extendida y que nos acabará por salir muy cara.
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