La mascota como un miembro más de la familia. No en sentido metafórico, ni simbólico, sino totalmente estricto, con palabra de ley. Tras el primer paso dado en diciembre, cuando el Congreso dio luz verde a un paquete de reformas que, a grandes rasgos, pasaba a reconocer a perros, gatos y demás animales de compañía como "seres vivos dotados de sensibilidad" —y no objetos o cosas— , el Gobierno hizo ayer un nuevo movimiento para blindar su "protección" como uno más de la casa. El Consejo de Ministros dio luz verde al anteproyecto de ley de derechos y bienestar animal, un texto que, entre otras medidas, contempla que las mascotas deben estar en el núcleo familiar.
En el borrador de la ley, la primera que regula a nivel estatal los derechos de los animales y que ahora deberá seguir su tramitación en Congreso y Senado, con lo que podría modificarse, recoge que los animales de compañía deben estar "integrados en el núcleo familiar, en buen estado de limpieza e higiene". Cuando esa "convivencia" no sea posible por su tamaño u otras características, la norma aclara que sus dueños deberán garantizarle "un alojamiento adecuado", resguardado y limpio. "En el caso de animales gregarios, en ningún caso podrán mantenerse aislados del ser humano u otros animales y se les procurará la compañía que precisen", subraya.
Controlar la cría y la venta
La ley es rotunda también al prohibir que se mantengan encadenados. No se permite eso, ni que puedan pasear por su cuenta, sin la vigilancia de sus dueños. "Los animales de compañía no podrán permanecer atados ni deambular por espacios públicos sin la supervisión presencial por parte de la persona responsable de su cuidado", detalla la normativa, que cita otras "obligaciones generales", como facilitarles atención veterinaria, comunicar la pérdida en menos de 48 horas o, en el caso de los perros, contratar un seguro de responsabilidad civil, requisito que se extiende a toda su vida.
Otro punto importante es el control de las poblaciones. Salvo que los dueños estén inscritos en el Registro de Criadores, la nueva regulación deja claro que deben tomarse "las medidas necesarias para evitar la reproducción incontrolada de los animales de compañía". Es más, para garantizarlo, la ley establece que las mascotas que tengan acceso al exterior y puedan estar en contacto con otros animales sin vigilancia deben esterilizarse, requisito que se traslada también a los ejemplares que vivan en las casas si están en contacto con compañeros de otro sexo. En ese caso, al menos los machos o las hembras deben pasar también por el veterinario para su esterilización.
La norma conecta directamente con otra de las grandes pautas de la ley: solo los criadores profesionales y autorizados pueden dedicarse a comercializar con animales. Se acaba por lo tanto con las ventas entre particulares, frecuentes hasta ahora y que solía canalizarse incluso a través de webs como Milanuncios. "La cría y comercio de animales de compañía, excluidos los peces, solo podrá llevarse a cabo por personas debidamente inscritas en el Registro de Criadores, dependiente de la Dirección General de Derechos de los Animales", recalca la norma, que incide en que uno de sus objetivos es atajar lo que entiende como una "paradoja" en torno a los animales de compañía: su "cosificación comercial" pese a haber sido reconocidos como "seres sintientes".
La comercialización de mascotas queda prohibida incluso en las tiendas de animales, salvo en el caso de los peces, igual que la exhibición y exposición con el propósito de venta. "La transmisión, a título oneroso o gratuito, de sólo podrá realizarse directamente bien desde la persona responsable de la cría, bien desde una Entidad de Protección Animal, sin la intervención de intermediarios, actúen éstos a título oneroso o gratuito. La cesión de animales entre particulares deberá ser, en todo caso, gratuita y quedar reflejada por contrato", incide la normativa avalada ayer por el Gobierno.
Adiós a la exhibición
La futura normativa estatal incorpora también otras novedades de calado. Veta, por ejemplo, la exhibición de animales silvestres en circos, ferias y carruseles, además de su participación en "espectáculos públicos o actividades artísticas, turísticas y publicitarias" que puedan ocasionar sufrimiento o incluso angustia al animal, lo que puede afectar por ejemplo a cabalgatas, belenes y procesiones. También prohíbe usarlos como premios en rifas o promociones, se eliminan los sacrificios y sanciona dejar a un perro sin supervisión durante más de 24 horas.
La ley replantea también qué es un animal peligroso, modificando la ley de 1999. Además de su capacidad física para causar daños se tendrá en cuenta un examen que valorará el comportamiento de cada ejemplar. "Los animales de la especie canina solo serán calificados como potencialmente peligrosos previa realización de un estudio de sociabilidad individualizado", recoge. A mayores, contempla que los dueños deban realizar un curso básico sobre "tenencia responsable"
La regulación deja fuera los espectáculos taurinos, los animales criados para producción y los destinados a experimentación e investigación. En cualquier caso, además de dar luz verde al anteproyecto de la nueva ley el Gobierno ha avalado cambios en el Código Penal que endurecen los castigos al maltrato animal de vertebrados, tanto los domésticos, que conviven con el hombre, como los salvajes. El objetivo, resaltaba ayer Ione Belarra, ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, es responder a una "demanda social" y ajustar la normativa a la "sensibilidad" que ya constata en la calle. "En nuestro país existen tres grandes lacras: el maltrato, abandono y sacrificio de animales. Esta ley tiene como objetivo luchar contra estas tres principales lacras", explicaba ayer.
Las nuevas medidas, por lo pronto, han recibido ya avales y quejas. El Observatorio de Justicia y Defensa Animal echa en falta, por ejemplo, que se endurezca aún más el delito de abandono o el castigo del abuso sexual a animales. Otros colectivos animalistas compartían ayer su optimismo y aplaudían una normativa que, creen, "reducirá el mascotismo" y sigue la estela europea.
Imágenes | Anoir Chafik (Unsplash) y Dietmar Ludmann (Unsplash) y Rebecca Campbell (Unsplash)
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